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El reflujo gastroesofágico ocurre cuando el contenido del estómago regresa al esófago debido a un mal funcionamiento del esfínter esofágico inferior que es un músculo que normalmente debería mantenerse cerrado después de que los alimentos lleguen al estómago. Esto produce una sensación de ardor en el pecho conocida como acidez, regurgitación de alimentos o líquidos ácidos y otros síntomas que afectan tanto al sistema digestivo como al respiratorio, por lo que controlar lo que se come está entre las medidas preventivas.
Esta afección es bastante normal y puede deberse a diferentes causas, pero suele darse con mayor frecuencia en personas con obsesidad, en embarazadas, pacientes de hernia hiatal, al consumo de ciertos medicamentos, así como el de aquellos alimentos que debilitan el esfínter o aumentan la producción de ácido, como es el caso de la cafeína y el alcohol.
El reflujo gastroesofágico no solo nos causa incomodidad, sino que también puede dañar el esófago y generar complicaciones más serias a largo plazo como esofagitis, estenosis esofágica y, en casos prolongados, el esófago de Barrett, que es un cambio en las células esofágicas las cuales van a aumentar las probabilidades de cáncer esofágico.
Por lo que respecta a la sintomatología, suele empeorar con la ingesta de comidas pesadas, tardías, posturas inadecuadas o acostarse justo después de comer. Para los casos de reflujo más severos o cuando los síntomas no desaperecen, pese a haber cambiado el estilo de vida y el uso de medicamentos, el profesional digestivo puede considerar la posibilidad de practicar una cirugía antirreflujo, a través de la cual mejorar la función del esfínter esofágico mediante un procedimiento mínimamente invasivo.
En algunas ocasiones además de los síntomas habituales y antes mencionados, también aparecen otros que no se consideran tan típicos del reflujo, pero que nos van a indicar de igual manera que estamos ante la posibilidad de reflujo. En este caso, los síntomas suelen manifestarse fuera del tubo digestivo, por eso "son más atípicos". Así que si notamos dolor torácico, estamos más afónicos o tosiendo más de lo habitual estaríamos ante un cuadro de reflujo.
La doctora Susana Tabernero da Veiga, jefa de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Madrid cuenta en declaraciones en el portal Infosalus que "esta patología se produce debido al ácido que fabrica el estómago, bien por hipersecreción en la cavidad gástrica, o debido a un ascenso del ácido al esófago en un número de veces superior al habitual" y prosigue informando de que "en algunos casos también puede ser por la suma de ambos factores".
En este sentido, existen síntomas de "alarma" por los que debemos consultar con un especialista y que, según la doctora Tabernero, son "la falta de respuesta al tratamiento médico, la pérdida de peso y de apetito, así como la dificultad para tragar alimentos de forma progresiva".
El reflujo es un trastorno crónico cuyos síntomas van cambiando y por tanto el tratamiento que se prescribe también ya que el objetivo principal es alivar la sintomatología y evitar complicaciones a largo plazo. De este modo, nos va a ayudar un cambio en la alimentación como, por ejemplo, evitando los cítricos, el tomate y el chocolate, así como las frituras, las grasas y las bebidas carbonatadas, respectivamente. Y los vamos a sustituir por una dieta rica en vegetales de hoja verde, apio, plátanos y otros alimentos bajos en ácido.
También vamos a mejorar los síntomas de reflujo, si introducimos pequeños cambios en nuestro estilo de vida como hacer las comidas ligeras, comer despacio y, al menos, tres horas antes de acostarnos.
De igual modo, existen opciones farmacológicas con las reducir el riesgo de que el ácido regrese al esófago, así como mantener un peso saludable, evitar el tabaco y controlar el estrés como medidas cautelares ya que, cuando perdemos peso, también se reduce la presión en el abdomen, mientras que dejar de fumar disminuye la debilidad del esfínter esofágico.
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