Un experto en inmunología revela cómo podemos cuidar nuestras defensas en verano: "La disminución del cortisol por la noche permite una mayor actividad inmunitaria inflamatoria"

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Hombre con mascarilla en la playa
Hombre con mascarilla en la playa / Freepik

Llega el verano y con él una época de cambios en las rutinas de horarios que influye en la manera en la que comemos, largas jornadas que retrasan la hora habitual de irnos a la cama, un incremento de la sociabilidad, etc. Todo ello altera nuestro organismo y este puede resentirse favoreciendo que se debiliten nuestras defensas y, por tanto, estemos más expuestos a enfermedades en esta época del año.

El catedrático de universidad, inmunólogo y miembro de la Sociedad Española de Inmunología, el doctor Alfredo Corell, revela la clave de por qué sucede esto y conocerlas nos va a ayudar a evitar enfermar en verano, en la medida de lo posible.

Equilibrio del sistema inmunitario

El doctor explica que el sistema inmunitario es un conjunto de variables que deben darse a partes iguales, es decir, que debe haber una equidad entre una dieta equilibrada y rica en diversas vitaminas y minerales; un estilo de vida saludable, que incluya suficiente descanso; la práctica de ejercicio regular y el manejo del estrés.

Hasta aquí todo normal y parece sencillo de decir, pero es complicado de poner en práctica debido a que en esta época contamos con más horas de luz la cual altera nuestro ritmo circadiano que, a su vez, está sincronizado por el ciclo de luz-oscuridad y, además, influye en cómo funciona nuestro sistema inmunitario. Si ese ciclo se interrumpe con la llegada del verano, quiere decir que la función inmunitaria no podrá seguir el patrón habitual del ritmo circadiano cuya eficacia depende de la hora del día.

Efectos directos sobre el sistema inmunitario

Corell señala que las hormonas, como el cortisol y la melatonina, siguen un patrón circadiano y ejercen efectos directos sobre el sistema inmunitario. Lo que sucede, según explica el experto en inmunología, es que el cortisol alcanza su pico por la mañana y disminuye por la noche, y destaca que "el cortisol es conocido por su efecto inmunosupresor, de forma que reduce la actividad del sistema inmunitario. La disminución del cortisol por la noche permite una mayor actividad inmunitaria inflamatoria, facilitando la reparación y la defensa contra las infecciones".

En este sentido, asegura que no dormir bien o no hacerlo lo suficiente "deja huella en nuestras defensas" y resalta el valor de las siestas breves de entre 20 y 30 minutos, "no más", ya que "es buena para las defensas porque recargas y no te levantas en un modo inflamatorio". Asimismo, Corell menciona que la melatonina, producida durante la noche, también tiene propiedades inmunomoduladoras, ya que, además de regular el sueño, influye en la actividad de las células inmunitarias y en la producción de citocinas.

En sus palabras, "se ha demostrado que la melatonina tiene efectos antioxidantes y antiinflamatorios, lo que puede ayudar a proteger a las células inmunitarias, y a promover una respuesta inmunitaria saludable", concluye el doctor.

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