Sonia Díaz Rois, experta en gestión de la ira: "Ese enfado que nos sale tan rápido, muchas veces está escondiendo otra emoción"
Investigación y Tecnología
Juzgar tu enfado como una tontería puede estar desviándote de algo importante
Soy experta en gestión de la ira y te explico por qué apretamos los dientes cuando dormimos
Tristeza, agotamiento, necesidad de reconocimiento… A veces, la rabia que sentimos no es más que la forma que encuentra nuestro cuerpo y mente para expresar algo más profundo que no hemos sabido nombrar. Sonia Díaz Rois, experta en gestión de la ira, lo explica con claridad: el enfado, en muchas ocasiones, es solo la punta del iceberg emocional, por lo que "ese enfado que nos sale tan rápido, muchas veces está escondiendo otra emoción".
Vivimos en una sociedad que suele tener una relación ambivalente con el enfado. Por un lado, se le teme o se reprime; por otro, se convierte en una coraza con la que enfrentamos el día a día. Pero el enfado, en su justa medida, ni es algo que debamos evitar por completo ni una herramienta universal para imponer límites. Lo complejo del asunto es que, en muchas ocasiones, lo que identificamos como ira esconde emociones que no hemos aprendido a expresar: tristeza, decepción, inseguridad, miedo, soledad...
Entonces, ¿cómo saber cuándo el enfado es real y cuándo es solo una máscara?
Cinco señales de que tu enfado podría estar encubriendo otra emoción
1. Te sientes mal contigo mismo después de enfadarte
Cuando el enfado es legítimo y expresado con conciencia, suele dejar una sensación de alivio. En cambio, si lo que viene después es culpa, malestar o el peso de palabras lanzadas sin pensar, es muy probable que haya otras emociones más profundas involucradas. Tal vez no estabas realmente enfadado, sino agotado o necesitabas afecto. El enfado consciente deja alivio. El inconsciente deja culpa.
2. No puedes dejar de pensar en lo ocurrido
Si revives el conflicto una y otra vez, si lo analizas en bucle sin llegar a ninguna conclusión, puede que tu enfado esté encubriendo una necesidad no expresada o una petición que no te atreviste a hacer. No se trata de contenerse. Se trata de expresarse con claridad y respeto.
3. Te irritan cosas pequeñas que antes no te afectaban
Cuando cualquier mínimo detalle te molesta, quizá no estás simplemente "de malas". A veces, esto señala una necesidad urgente de parar, descansar y reconectar contigo mismo. Detrás del enfado aparente puede haber agotamiento físico o emocional, por lo que juzgar tu enfado como una tontería puede estar desviándote de algo importante.
4. Sientes que nadie te entiende ni te valora
Frases como "con todo lo que yo hago…" o "nadie me escucha nunca" suelen aparecer cuando el enfado nace de una sensación de invisibilidad o falta de reconocimiento. En estos casos, la ira es un grito de auxilio en busca de validación emocional. Detrás de muchos enfados hay necesidades que no sabemos nombrar.
5. Te cuesta pedir lo que necesitas, pero sí te sale el reproche
Es normal que nos resulte más fácil acusar ("es que tú nunca…") que abrirnos con vulnerabilidad ("yo necesito…"). Sin embargo, esta forma de comunicar aleja al otro y no resuelve lo que verdaderamente importa: expresar nuestras necesidades con claridad. Cuando no sabemos pedir lo que necesitamos, solemos reprocharlo.
El enfado como oportunidad para el autoconocimiento
Enfadarse no es el problema. El verdadero conflicto surge cuando no somos capaces de entender qué hay detrás de ese enfado. La mayoría de las veces, la ira tiene más que ver con nosotros mismos que con los demás. Escuchar qué nos está queriendo decir esa emoción, qué necesidad no cubierta o qué dolor no expresado, es el primer paso para gestionarla de forma consciente.
Al hacerlo, podemos dejar de reaccionar y empezar a responder. Y desde ese lugar más claro y profundo, compartir lo que realmente necesita ser escuchado. Porque solo cuando comprendemos el mensaje del enfado, podemos transformar esa emoción en una oportunidad de crecimiento personal y relacional.
Temas relacionados
No hay comentarios