La cantidad de calorías que se consumen, así como la relación que tenemos con ellas para quemarlas, es  imprescindible en la pérdida de peso. Llegadas estas fechas, además, la cuenta atrás para el verano se convierte en una competición a contrarreloj en la pérdida de peso. Nos entran las prisas y, aunque no hayamos llevado a cabo un cambio de hábitos durante el resto del año, es cuando buscamos más fórmulas para adelgazar y perder los kilos que nos sobran. Pero debes saber que por mucho ejercicio que hagas, y muchas calorías que reduzcas, existe un límite metabólico. Esto se traduce en el nivel máximo posible de esfuerzo que los humanos pueden soportar a largo plazo.

Como con todo, no obstante, hay un límite a este principio. Calcularlo depende de diversos factores y que cada persona y su cuerpo es un mundo.  Es muy importante entender que el metabolismo funciona de manera diferente en cada persona y que regula, entre otras cosas, la cantidad de calorías que se queman diariamente o en una sesión de ejercicio. Eso sí, existen referencias y la evidencia científica de la que disponemos sugiere que existe un límite a las calorías que es posible quemar en un solo día. 

La relación entre la velocidad del metabolismo y la pérdida de peso no es tan lineal como suele pensarse. Para entenderlo, hay que tener en cuenta que el metabolismo tiene tres trabajos: convierte los alimentos que ingiere el organismo en energía; descompone de ellos las proteínas, lípidos, ácidos y demás; y elimina los desechos de nitrógeno.

¿Cuál es el límite?

Varias investigaciones han resuelto que cuando se trata de actividades físicas que duran días, semanas y meses, los humanos solo pueden quemar calorías a 2,5 veces su tasa metabólica en reposo. Esto se aplica independientemente de cuántas calorías se ingieran al día. De hecho, ni siquiera los ultra maratonistas más rápidos del mundo lograron superar ese límite.

De hecho,  al comparar el gasto calórico de las personas que realizan diariamente una actividad física moderada con el de las personas que desarrollan una más intensa de forma habitual, se observa que la diferencia es menor de lo que cabría esperar en un principio.

Esto sucede porque al habituar al cuerpo a una rutina de ejercicios, éste se ajusta al nuevo gasto calórico habitual para operar dentro de los parámetros (de consumo y gasto de calorías) óptimos. El cuerpo comienza a descomponer sus propios tejidos para compensar el déficit calórico. Esto quiere decir que el organismo siempre se regulará para que lo se gasta nunca supere las reservas de alimento a las que se tiene acceso. 

Uno de los estudios llevados a cabo por la Universidad de Duke, midió las calorías diarias quemadas por un grupo de atletas que corrieron seis maratones a la semana durante cinco meses como parte de la ‘Carrera a través de Estados Unidos 2015’, una prueba de 3 000 millas desde California hasta Washington, DC. 

Los atletas quemaban 600 calorías menos por día de lo esperado según su kilometraje. Cuando trazaron los datos a lo largo del tiempo, encontraron una curva en forma de L. El gasto de energía de los atletas comenzó relativamente alto, pero inevitablemente se hundió y se mantuvo a 2,5 veces su tasa metabólica basal durante el resto del experimento.

Por tanto, los hallazgos sugieren que el cuerpo puede ''disminuir'' su metabolismo para ayudar a mantenerse dentro de niveles sostenibles. Los investigadores encontraron que un factor limitante para los eventos de resistencia radica en el proceso digestivo: la capacidad del cuerpo para procesar los alimentos y absorber calorías y nutrientes para alimentar los procesos corporales.

Esto es un gran ejemplo de gasto energético restringido, donde el cuerpo tiene una capacidad limitada para mantener niveles extremadamente altos de gasto energético, en relación con los procesos digestivos, durante un período prolongado.