Nutrición y dietética

Cómo activar la hormona Irisina, responsable en la pérdida de peso

Cómo activar la hormona Irisina, responsable en la pérdida de peso y en algunas alteraciones neurológicas

Cómo activar la hormona Irisina, responsable en la pérdida de peso y en algunas alteraciones neurológicas / freepik

Que el cuerpo y la mente están conectados o que el sistema digestivo es nuestro segundo cerebro, son conceptos teóricos que todos deberíamos tener más que interiorizados para llevarlos a la práctica. El ejercicio físico,los buenos hábitos alimenticios y una buena salud mental, son los tres pilares fundamentales para gozar de una larga vida o, al menos, de una salud óptima.  El nexo entre la mente y el cuerpo es innegable pero, en ocasiones, nosotros mismos nos encargamos de separar estos dos elementos. Y puede ser que, en parte, ese sea el problema de no alcanzar ciertos objetivos de salud como la pérdida de peso.A través del estudio de la hormona Irisina, la ciencia lo vuelve a confirmar. 

La irisina es una hormona que produce el tejido muscular a partir de un gen llamado FNDC5 en respuesta al ejercicio. Se descubrió en el año 2012 por los investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard (EE.UU) en una serie de experimentos presentados en la revista Nature Medicine ese mismo año. El equipo de Spiegelman demostró que esta hormona producida en el músculo al realizar ejercicio llegaba a través de la sangre al tejido adiposo ''bueno'' o grasa parda favoreciendo que éste consumiera calorías a partir del tejido graso ''malo'' o grasa blanca fomentando un aumento del gasto energético y consumo de grasas que persistía más allá del tiempo en el que se realizaba ejercicio.

La grasa parda en adultos es un descubrimiento reciente. Y, desde hace años, es una ventana abierta a la investigación sobre el mecanismo que utiliza el ejercicio físico para quemar grasas. Eso sí, en los humanos, su distribución varía en función de la edad, los niveles de glucosa, el sexo y el Índice de Masa Corporal (IMC) de cada persona, de forma que los individuos que tienen un IMC más alto cuentan con menor cantidad de grasa parda en su organismo. 

A diferencia de la grasa blanca, que es la mayoritaria que tienen nuestros tejidos, la grasa parda contiene muchas mitocondrias, que son los motores con los que se queman las calorías para producir calor. Además, esta grasa aumenta el metabolismo basal quemando y transformando la grasa corporal normal en energía.

CÓMO ACTIVARLA

Al nacer, nuestro cuerpo produce una gran cantidad de esta hormona, pero conforme vamos creciendo este ritmo se reduce. Por fortuna existe un truco para reactivarla y hacer que tu organismo la vuelva a producir. Por supuesto, como en todo onjetivo quema grasa o de pérdida de peso, el ejercicio es fundamental.   Sin embargo algunos tipos de entrenamiento son más efectivos que otros:

  • Actividad moderada de resistencia aeróbica: Salir a correr un rato, andar media hora al día a buen ritmo, natación o saltar a la comba.
  • Ejercicio de alta intensidad. Al aumentar los latidos del corazón a través del deporte, favorecemos el transporte de sangre y oxígeno a todo el organismo, procedimiento que favorece la activación de esta hormona. Realiza entrenamiento de intervalos de alta intensidad y el ciclismo.
  • Ejercicio de fuerza. Es importante realizar ejercicios que involucren a grandes grupos musculares y ejercicios de fuerza, que desarrollen el músculo, para activar la grasa parda y aumentar el gasto de energía.
  • Terapias de frío. Investigadores descubrieron que las personas expuestas a temperaturas frías experimentaban un aumento en la irisina que rivalizaba con aquellos que hacían ejercicio. Lo ideal es realizar ejercicio y, después, exponerse a este tipo de terapias. De hecho, es un procedimiento muy usado en deportistas de élite. 

SU PAPEL EN OTRAS ENFERMEDADES 

La Irisina vendría a ser una ''mensajera divina'' ya que transporta mensajes ''positivos'' desde los músculos, cuando se ejercitan, a la grasa. Su papel ayuda a explicar por qué la actividad física protege frente a la obesidad, la diabetes y otras alteraciones del metabolismo.

En este sentido, se ha postulado que la irisina modula la actividad de los macrófagos al reducir la sobreproducción de especies reactivas de oxígeno (ROS), lo que podría sugerir sus posibles propiedades antiinflamatorias, con una posible acción importante también en el curso de las enfermedades respiratorias. 

Asimismo, se ha detectado que no sólo el músculo produce irisina. El cerebro de personas y ratones también la produce y con la edad aumenta la cantidad de esta hormona en el cerebro, en una zona llamada hipocampo, implicada en el aprendizaje y la memoria. Sin embargo, en humanos y ratones con demencia y Alzheimer, la irisina generada en esta región disminuye drásticamente.

En experimentos en ratones con Alzheimer, los autores han demostrado que la práctica de ejercicio físico, concretamente LA NATACIÓN, aumenta los niveles de irisina en el hipocampo, protegiéndoles frente a los daños que causa la enfermedad en las neuronas y estimulando los mecanismos de la memoria. 

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