Domingo de Ramos en Sevilla

Las mejores horas

  • La ciudad se reencuentra consigo misma en la principal fiesta del año. La seguridad sigue siendo el reto veinte años después de los primeros altercados en la Madrugada

Preparativos en la Hermandad de la Cena. Bandejas de pan en el remozado templo de los Terceros.

Preparativos en la Hermandad de la Cena. Bandejas de pan en el remozado templo de los Terceros. / Belén Vargas

La ciudad se desconecta del mundo a partir de hoy. Una gran parte vivirá con intensidad estos días de la Pasión y otra se evadirá, guardará un exilio interior o saldrá hacia destinos turísticos. No hay campaña electoral que pueda solapar la fuerza de la Semana Santa que hoy comienza, aunque desde el pasado viernes tuviéramos a miles de nazarenos por las calles.

Cualquier acontecimiento queda eclipsado. La luz, el brillo y la fuerza de la Semana Santa provocan un gran apagón de la vida civil. La ciudad se cita consigo misma, con la memoria, con los sentimientos. Y se olvida por unos días de los asuntos que marcan la agenda de la actualidad política e institucional. Hoy comienza una Semana Santa marcada más que nunca por la seguridad y por los excesos, como ocurre desde hace veinte años.

Herederos de la gran eclosión

La Semana Santa actual es heredera de la gran eclosión de público en las calles, la de los años 80 y 90, cuando muchas jornadas se sucedieron sin lluvia alguna, caso del Lunes, el Martes y el Miércoles Santo. No hay mayor efecto llamada que la sequía. De aquellos excesos vinieron consecuencias nefastas que han obligado a reformas promovidas por las autoridades civiles, a medidas especiales para poner orden. Todos esos corsés artificiales condicionan la Semana Santa que nos ha tocado vivir. No menos bella, pero sí más sofisticada. No menos esplendorosa, pero sí videovigilada. No con menos poder de convocatoria, pero sí con miles de vallas en calles y plazas.

Los tres pasos de la Hermandad del Amor delante del presbiterio del Salvador. Imagen propia del Domingo de Ramos. Los tres pasos de la Hermandad del Amor delante del presbiterio del Salvador. Imagen propia del Domingo de Ramos.

Los tres pasos de la Hermandad del Amor delante del presbiterio del Salvador. Imagen propia del Domingo de Ramos. / José Ángel García

Esta Semana Santa que hoy comienza vuelve a contar con las cofradías del Martes Santo yendo de la Campana hacia la Catedral tras una polémica de meses que ha lastrado muchas relaciones personales e institucionales que deberán ir recuperándose poco a poco. Unos y otros (Ayuntamiento, el Consejo y las ocho hermandades) tratarán de probar su buena fe en la marcha del día, o demostrar posibles malas praxis ajenas. Para ello están previstos controles especiales y hasta la participación de fedatarios públicos requeridos por alguna cofradía. El Cerro del Águila llevará un nuevo paso: el del Nazareno de la Humildad.

El buen tiempo parece asegurado, al menos en la primera mitad de la semana, lo que siempre eleva el riesgo de bullas y, por lo tanto, el de posibles incidentes, según los estudios detallados que baraja el Ayuntamiento, que ha estudiado la relación entre el clima y los tumultos en las últimas décadas. Una regla –que debe ser tomada con prudencia– es que el frío es aliado de la seguridad como el calor lo es de los altercados.

El poder de la Madrugada

En la Madrugada, que capitaliza toda la atención de la Semana Santa –especialmente en los últimos veinte años– regirá por segundo año consecutivo la denominada Ley Seca, por la que el Ayuntamiento aplicará taxativamente el horario de cierre de los bares reflejado en las respectivas licencias. Durante toda la semana se vigilarán especialmente las terrazas de veladores y la venta de alcohol a menores, así como la de bebidas en envases de vidrio. Este año, al menos, se permitirá la venta de agua en envases de plástico. El Ayuntamiento parte de la premisa de que al reducirse las opciones de consumo de alcohol, desciende también el riesgo de desórdenes públicos.

Cada vez que ha ocurrido algo desagradable en la Madrugada, siempre ha acontecido entre las 04:30 y las 05:30, lo que prueba que es la franja de mayor riesgo: antes de la amanecida y después de varias horas de consumo de bebidas de trago largo. La calle Arfe, considerada la milla de oro del gin tonic, permanecerá con todos los bares cerrados al paso del Gran Poder. 

El paso de la Virgen de la Amargura. Canon de sevillanía. El paso de la Virgen de la Amargura. Canon de sevillanía.

El paso de la Virgen de la Amargura. Canon de sevillanía. / José Ángel García

Esta Semana Santa se aplica ya de forma generalizada la obligación de los progenitores de firmar el consentimiento para que sus hijos menores de edad hagan la estación de penitencia. Las cofradías se ponen de forma acelerada al día en protección de datos y en materia de seguridad.

La carrera oficial tendrá el mismo número de sillas que en 2018. Sierpes tenía unas 4.400 sillas hasta que el pasado año se quitaron casi 230. Pero este año se han dejado las cosas como están, no ha habido más recortes, fruto también de que el equipo del Consejo es nuevo y tomó posesión en octubre. Los pases de los residentes para acceder a la carrera oficial vuelven a ser nominativos. Todo está especialmente controlado en el itinerario obligado de las cofradías. A veces hasta el absurdo de no dejar pasar a un nazareno, pero la aplicación férrea de los controles genera a veces situaciones esperpénticas.

El gran ojo del Cecop

El centro de la ciudad es a partir de hoy un gran ojo que todo lo ve gracias a la tecnología especialmente diseñada para medir aforos y evaluar situaciones de riesgo en un instante. El Cecop sabrá en directo cuánta gente pasa por Cuna o Puente Pellón en cada momento, conocerá la velocidad de paso (para detectar cualquier carrera o amago de tumulto) y ofrecerá la posibilidad de lanzar mensajes de emergencia por un sistema de megafonía nunca estrenado (por fortuna) o de encender el alumbrado público al máximo en caso de altercado nocturno.

Con la Semana Santa que hoy comienza, la ciudad se somete a un ejercicio de convivencia urbana. Miles de personas en el centro se mueven en una dirección y en la contraria, esperan parados durante horas el paso de un cortejo, ora de pie, ora en sillas plegables. Miles de personas consumen bebida y comida en bares y fuera de los bares, en balcones y en locales expresamente preparados, en las sillas de la carrera oficial y en cualquier rincón de la vía pública. Miles de personas han de entenderse en miles de situaciones improvisadas. Y en la inmensa mayoría de los casos lo hacen de forma ejemplar.

El Ayuntamiento también pone especial celo en la venta ambulante, que se dispara en la zona centro de la ciudad. Nunca se olvide que casi todo cuanto ocurre en esta fiesta tiene lugar en la vía pública, a diferencia de la Feria en la que hay miles de casetas de titularidad privada.

El monte del Señor de las Penas está formado por una bella combinación floral. El monte del Señor de las Penas está formado por una bella combinación floral.

El monte del Señor de las Penas está formado por una bella combinación floral. / Víctor Rodríguez

A partir de hoy podrán vivir una Semana Santa condicionados por los prejuicios, o dejarse llevar por su particular instinto, por sus ritos propios, por los gustos heredados. Por mucho que les cuenten, por mucho que la obsesión por la seguridad sea patente, nadie le puede privar de apostar por el disfrute de una fiesta desde la emoción, el sentimiento, la fe y la memoria. Siempre podrá acompañar a las cofradías en sus regresos nocturnos, fijarse en el rostro de un niño que observa a un nazareno, en los ojos de un penitente, en la mirada de quienes miran a las imágenes, en la oración bisbiseada a su lado, en la saeta improvisada, en la levantá que el capataz dedica a un ausente...

Siempre habrá miles de detalles que hacen única la fiesta más hermosa de la ciudad. Sí, la fiesta es vulnerable. Así quedó claro en 2000 con la primera Madrugada rota, pero sólo con la implicación de las autoridades, la concienciación de la ciudadanía (en definitiva, la buena educación) y el compromiso de todos, podremos recuperar la confianza perdida en las últimas dos décadas. La Semana Santa los cuenta por siglos.

A unos les tocó vivir las amenazas de la República, otros las penurias de la Guerra Civil. Unos fueron testigos de algunas tensiones, ciertamente menores, en el arranque de la democracia, y a nosotros nos toca hoy el reto de recuperar y consolidar la buena convivencia en la calle. Hoy comienza el rito, comienzan las mejores horas, comienza el reencuentro de la ciudad consigo misma.

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