Tradiciones

San Antón en la Divina Pastora: una capilla abierta a las mascotas

Bendición de los animales por San Antón en la Divina Pastora / Antonio Pizarro

El Arca de Noé en una noche fría. Ladridos, maullidos y algún trinar canario. No sólo rezos se escuchan este 17 de enero en la capilla de San Bernardo, sede canónica de la Hermandad de la Divina Pastora y Santa Marina. El pequeño templo de la calle Amparo, anexo al antiguo Hospital de Viejos, registra un lleno absoluto a la hora en que cierran las oficinas. Bancos repletos y fieles de pie a la espera de que el sacerdote rocíe con agua bendita sus mascotas.

Es el día de San Antonio Abad -San Antón en términos coloquiales- y estas criaturas de Dios también cumplen con su peculiar precepto en la jornada en que se recuerda al patrón de los animales y de los sepultureros, como bien apunta al comenzar el oficio religioso el mayordomo (y antiguo pregonero de la Semana Santa), Francisco Javier Segura

Francis está a cargo del órgano, en lucha por no sucumbir a los ladridos de algunos canes inquietos. Los hay de todo tipo de razas, pelajes, colores y tamaños. El perro se convierte en el animal protagonista. Pero también asisten devotos acompañados de gatos, conejos y algún que otro canario. Lo de que la música amansa a la fiera conoce a estas horas una importante excepción.

La imagen de San Antonio Abad se encuentra expuesta a la veneración delante del lienzo primitivo de la Divina Pastora. Las lecturas del día hablan del Génesis y de todas la criaturas que creó Dios en los siete días en los que se afanó en hacer el mundo. De todo hay en la viña del Señor: seres racionales e irracionales, división de la que no queda excluido el género humano. El Evangelio también alude a los animales: el camello y el ojo de la aguja, los ricos y el paraíso. Nada resulta imposible para el Altísimo.

Hay asistentes que esperan fuera ante la falta de espacio. Tras la comunión, el mayordomo recuerda que a la capilla de la Divina Pastora se puede acudir en compañía de las mascotas durante todo el año. Incluso a las misas que se celebran cada domingo a las 20:00. Siempre serán bienvenidas.

Llega el momento más esperado, el de la bendición. Acetre e hisopo. El agua bendita se esparce sobre los animales que se arremolinan ante la llegada del sacerdote. De nuevo ladridos y algún que otro salto como gesto de diversión y sorpresa. Suena, al órgano, la melodía de Mi amigo Félix, la canción de Enrique y Ana (no apta para millennials) que aporta una nota melancólica a la jornada. Es la estampa de cada 17 de enero. El día de San Antón en la capilla de la Pastora. Un templo apto para seres de cuatro patas. 

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