Angelita Yruela: "La Virgen del Rocío es como mi hija"
Entrevista
Entrevistamos a Angelita Yruela, Hija Predilecta de Sevilla y pregonera de la coronación canónica de la Virgen del Rocío
Repasamos los orígenes de la hermandad y cómo ha evolucionado la ciudad y la fiesta en estos casi noventa años
Arranca la semana de la coronación de la Virgen del Rocío
Mantiene, con absoluta lucidez, todos y cada uno de los recuerdos de su vida cofradiera, un auténtico tesoro que nos permite conocer, de primera mano, la evolución no solo de nuestra Semana Santa, sino también de toda la ciudad. Angelita Yruela Rojas (Sevilla, 1936), nacida en el fragor de una España fracturada y sumida en una guerra fratricida, pronuncia este lunes el pregón de la coronación canónica de la Virgen del Rocío, imagen a la que quiere como su propia "hija". Tanto es así que la vio nacer en el taller de Lastrucci, como vio nacer a la cofradía del Rocío, cuando aquellos cofrades valientes decidieron crear en la capital una corporación que rindiera culto a esta advocación con carácter doloroso. Nos sumergimos en un viaje por la el pasado y el presente de esta entrañable hermandad que se prepara para uno de los acontecimientos más destacados de toda su historia.
-¿Cuál es su primer recuerdo cofradiero?
El Cristo de las Misericordias de la hermandad de Santa Cruz. Mi padre era secretario cuando yo era pequeña. En mi casa estaban las fotos de los hermanos de mi padre, mis tíos... Yo tenía cuatro o cinco años, y reconocía a todos mis tíos por las fotografías. Hasta que un día pregunté que quién era ese tito que tenía una cosa en la cabeza. Y era el Cristo de las Misericordias. Y me puse a bailar... Y dije: ¡Tengo un tito Misericordia! Y lo que quede de mí vendrá a los pies del Cristo de las Misericordias. Cuando ya tenía ocho años nos vinimos a la calle Adriano, en frente del Baratillo, y allí nos quedamos. Y allí canté mi primera saeta a la Virgen de la Caridad.
-¿Cómo recuerda la Semana Santa de su infancia?
Era una edad represiva. Las niñas no tenían entrada en las hermandades, era cosa de hombres. Y yo tenía siete hermanos varones... Y salían de monaguillo en el Baratillo. Y cuando mi hermano salió en Santa Cruz lloró mi madre. Y dije que mi madre tenía que llorar por mí. Y cuando veíamos entrar Santa Cruz el abuelo de Manolo Marvizón era el prioste por aquel entonces. Y escuché a cantar a la Niña de la Alfalfa. Y le pregunté a mi padre si podía cantar en casa... Y me dijo que sí. Y al día siguiente canté en el Baratillo, y me pagó mi padre dos pesetas. Aquella noche en una gramola estuve toda la noche escuchando a la Niña de la Alfalfa. Y al año siguiente canté al Gran Poder con mi abuela en la calle Francos.
-¿Qué significa en su vida la palabra Rocío?
En esta vida que estoy viviendo ahora mismo... Lo significa todo. La hermandad la funda en mi casa un grupo de rocieros de distintas hermandades de penitencia, algo inimaginable hoy día. Había gente de Las Penas, del Rocío de Triana, el diputado de cultos del Rocío de Sevilla, un representante de vinos... Era gente normal pero que quería una advocación Rocío. Eso era impensable, y hubo muchas trabas. Esa advocación no la puedes separar de Almonte, y yo soy rociera hasta el hueso y yo he llevado a la Virgen del Rocío, y me he metido debajo del manto de ella. Peregrinaba incluso cuando no había carretera. Y cuando se funda la hermandad... Yo conocí a la Virgen cuando era simplemente un óvalo en el taller de Lastrucci y me puse a cantarle. Era mi niña. Desde entonces era mi niña.
-¿Cómo se gesta y nace la hermandad del Rocío?
En el año 1948, en el séptimo centenario de la conquista de la ciudad, se adornaron las calles. Un día de San Fernando se reunieron en mi casa varios amigos de mi padre, y era todo este grupo de gente rociera que quería fundar una hermandad con la advocación de Rocío. Yo iba a cumplir los doce años... Las niñas fuera, pero yo me quedé detrás de la puerta. Y yo escuché a Francisco Justo Nieto leer el acta. Aquellos hombres trabajaban como lecheros, como cristaleros, como hueveros... Y en la tienda de mi padre, en la calle Chicarreros, en el casinillo, se reunían todos, y adquirieron un local que llamaron Vinolandia. Así comenzó la historia. Se conforma una junta a pesar de todo, incluso de la motivación de salir en la Madrugada, lo que resultó un escándalo, pero salieron en representación en Los Gitanos. Entonces aparece la figura esencial de Eugenio Hernández Bastos. Y brindamos en casa por María Santísima del Rocío Dolorosa y por San Fernando, nuestros primeros titulares. Se salió el Miércoles Santo en Los Panaderos, el Martes Santo en San Nicolás, se aprueban las túnicas verde Rocío... Y lo primero que sale, curiosamente, es el Cristo, y salió solo de la Misericordia. Y yo iba... Pues de saetera. O de curiosa. De hecho, yo le canté la primera saeta a la Virgen del Rocío cuando salió por la calle Lanza, por donde primitivamente salía la cofradía.
-¿Cómo recuerda la primera salida procesional de la Virgen del Rocío?
El Cristo salió por primera vez un seis de marzo, y en 1960 salimos de la Misericordia y entramos en Santiago, que acababa de irse Las Aguas. Alfonso Jaramillo dijo allí que la Virgen saldría al año siguiente, aunque la Virgen se bendice antes que el Cristo, en 1955, con la corona de la Caridad del Baratillo. Yo tengo el corazón tan repartido... Las imágenes son imágenes, esculturas, pero yo las he idealizado, reverenciado... Es la columna donde yo me agarro, y quisiera convencer a todo el mundo que la Virgen no es más que una pero con distintas advocaciones.
-Aquellos primeros años de la hermandad no fueron nada sencillos...
Fueron muy difíciles. Porque, además, tenían miedo. La Semana Santa no es como la de ahora: muy pocos nazarenos, escasez de bandas de música... Yo vi al Señor por San Andrés y estábamos los de casa. Hoy está todo digitalizado, empresariado... Y masificado. Y no es que me guste más o menos, simplemente es diferente. Y no puedo ver la Semana Santa igual con dieciséis años que ahora. Además, yo afortunadamente fui libre cuando me casé y tuve un marido modelo.
-¿Cómo valora la evolución de la hermandad en estas últimas décadas?
De aquellos ochenta nazarenos que salieron de la Misericordia, la primera vez que salimos de Santiago hasta ahora... Las papeletas de sitio del Cristo eran más baratas que la de la Virgen, para equilibrar. Ha sido un boom, pero se ha trabajado mucho. Hay una junta muy valiente, de gente joven. Ha sido como un milagro, pero ha base de mucho trabajo. Ha costado muchísimo, y todas las juntas lo han hecho con su mejor voluntad, y este momento para mí era impensable. Además, hay juras de todas las edades y da igual Cristo que Virgen. Todo ha sido cuestión de tesón y hacer las cosas bien. Y ojo, tuvimos dieciocho años de gestora. Y eso hay que pasarlo. Don Eugenio, que fue alma y vida... Se buscó algo que llamase la atención, en este caso el paso de misterio.
-¿Cómo encajó la noticia de la coronación canónica?
Yo no me lo esperaba. Yo digo que la Virgen para mí se coronó el 4 de diciembre de 1955, y para mí es reina y de todo. Comprendo que una coronación canónica es especial, y además ha servido para unir aún más a la hermandad. Van todos a una, y yo creo que se ha perfilado todo muy bien, sobre todo con la actual junta y la obra de la Iglesia. Ha servido todo de mucho y de unión. Hemos sido todos siempre una gran familia. Yo recuerdo a los abuelos de los que están ahora en la junta. No había grupo joven, claro... Conservo buenos recuerdos, como la narración de la primera salida de la cofradía desde la Misericordia, con la voz de Garrido Bustamante o Alfonso Jaramillo. Tengo las voces de la primera salida de la cofradía desde la Misericordia. Que dentro de cincuenta años los que venga sepan que estaremos gozosos de su trabajo.
-¿Cómo espera vivirlo?
Con mucha responsabilidad. Porque parece que es fácil... A mí me han dicho muchas veces que se me caen las saetas. Y no, cada saeta es un parto. Por ejemplo, si sé que voy a cantarle al Señor, tres meses antes ya estoy nerviosa. El día del pregón he dicho que nadie vaya a recogerme, que yo apareceré por allí, que no quiero ver a nadie. Es mucha responsabilidad. Ten en cuenta, entre comillas, que me tengo que desnudar ante la gente. Tengo que decir la verdad de lo que siento, y lo que siento es mucho (se emociona). Ahí está el pañuelo que llevaba mi madre cuando se fue. He hecho una glosa del nombre de Rocío, por ejemplo. Espero vivirlo, que no me traicionen los nervios, y que no me coja el toro marrajo de la vanidad, de decir aquí estoy yo... Hay gente que se merece hacer el pregón. Yo hace 22 meses que lo sé, y esto es un embarazo de 22 meses, lo que no sabía es que el niño me iba a doler tanto... (Ríe). No le puedo gustar a todo el mundo, está claro, pero para mí va a ser difícil. Me tengo que acordar de mucha gente. Quiero ganarme también a los que no le gusto, porque yo veo a la Virgen de una forma distinta. Cuando salió la Virgen en el rosario extraordinario el pasado febrero, le dije a Pepe Aguilar: "Cuando vistas a la Virgen, quiero que abra los brazos, me metas dentro y la cierres". Y me quedé un ratito con Ella. La llorera te puedes imaginar... ¿Cómo cuento eso y a quién se lo cuento? Imposible. Son unas vivencias tan íntimas, tan de una... Cuando me abracé a Ella, estaba mi madre, y le di calor como si fuera mi hija. Sé que soy una romántica empedernida, y si quieres que la gente esté contigo, tienes que decir las cosas como las sientes. Eso sí, no sé si usaré valium o un canasta... (Ríe).
-¿Cómo le gustaría vivir el 5 de julio?
Si no me muero el día 30 (ríe)... Ya no me meto en bullas, y hay que estar muy serena y tranquila. La veré salir de Santiago, a lo mejor... La acompañaré en algunas partes del camino, etcétera. El día 5... No lo sé, porque ya hasta me han preguntado que de qué color me voy a vestir. Pues no lo sé. ¿Me voy a poner mantilla? Pues no lo sé. Cuando me entregaron la medalla, que nos cogió con COVID, la elevé al cielo pensando en la Virgen del Rocío. Porque yo quiero que sea la Hija Predilecta y la Madre Predilecta.
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