Carmona y toda una catequesis de carteles: de Manuel Jiménez a Juan Lacomba
Ambos autores han plasmado en sus respectivos carteles toda una visión de la ciudad y la Semana Santa
Referencias bíblicas, pasionistas, urbanas... Dos obras imprescindibles
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Dos obras rotundas que, a través de la simbología, la sensiblidad y el conocimiento, anuncian certeramente dos eventos clave para una ciudad milenaria. En estas últimas horas hemos conocido los carteles que sirven de reclamo para el Vía Crucis de las Hermandades y la Semana Santa de Carmona, realizados por Manuel Jiménez y Juan Lacomba respectivamente, y que a nadie han dejado indiferente por su calidad y su contenido. El universo de la cartelería sacra continúa renovándose y apostando por autores que ofrecen diversas perspectivas y que engrandecen la pinacoteca de nuestras hermandades.
En el caso de Carmona lo han tenido claro y, sin duda, se yergue como la localidad que más consenso ha despertado entre los cofrades. En primer lugar, Manuel Jiménez García ha presentado el cartel del Vía Crucis del Consejo de Hermandades, que estará presidido por Nuestro Padre Jesús en la Columna el próximo domingo 9 de marzo. Según el propio autor, su propósito era crear una pieza "diferente, libre y sincera", que refleje el tiempo presente sin perder la esencia de la Semana Santa. El cartel es el resultado de un trabajo multidisciplinar, en el que han participado Salvamento Gráfico, Gonzalo Armijo y Rafa Matamoros.
Se han elaborado tres versiones de la obra: una pictórica, una gráfica y otra digital, adaptadas a distintos medios de difusión. La pintura original, realizada al óleo sobre tabla y papel encolado, sirve como punto de partida, se caracteriza por su expresividad gestual y el predominio de los tonos blancos y negros, enriquecidos con matices de colores primarios. La pintura se inspira en el Vía Crucis, cuyo sentido es seguir a la cruz, eje central de la composición. Destacan en su interior dos diagonales que establecen un diálogo entre sí, por un lado, dos fragmentos del Cristo de la Columna, cuya representación busca transmitir la serenidad de su rostro y la profundidad de su mensaje en sus manos. A su vez, aparecen los grafismos de las letras Alfa y Omega, que figuran la dualidad entre lo divino y eterno de la palabra de Cristo frente a lo cíclico y transitorio de lo terrenal.
La versión gráfica del cartel incorpora elementos de diseño y publicidad, empleando herramientas tecnológicas como la inteligencia artificial. Los colores predominantes son el azul, identificativo de la hermandad, y el rojo, en alusión al emblema de Santiago. Además, en el centro del cartel destaca la tipografía recuperada por Salvamento Gráfico, basada en la cerámica toponímica del siglo XIX de Carmona, aportando un importante valor cultural y patrimonial. Por último, la versión digital del cartel ha sido concebida para su difusión en medios digitales, adaptándose a las nuevas formas de comunicación.
El simbolismo de Lacomba
Por su parte, el artista Juan Lacomba ha sido el encargado de pintar el cartel de la Semana Santa de la ciudad. Lacomba, autor del diseño del paso de Nuestro Padre -uno de los más originales de toda Andalucía- introduce diferentes elementos de la pasión para retratar dicha obra.
En el cartel la posición central de la escalera alude claramente al descendimiento de Cristo en su advocación pasional del Buen Fin. Pero la escalera es también una referencia a la saeta y al modo andaluz de vivir la pasión: que “anda pidiendo escaleras para subir a la cruz...”, que tan acertadamente trascribe Antonio Machado en su celebre saeta. Pero, puestos a elegir entre los emblemas de la pasión también están presentes los dados, con los que después del expolio después de desnudar a cristo los sayones se sortearon al azar la túnica de Jesús. "Sin duda un episodio mezquino, depredador y terrible, que expresa cínicamente lo peor de la condición humana con el recurso del azar de por medio, justo en el momento antes de la culminación redentora de la crucifixión", señala Lacomba.
La escalera tiene también en su forma misma un sentido de ascensión, apoyada en la cruz arbórea y que culmina en el lucero de Carmona: la estrella de ocho puntas y tradicionalmente el icono ancestral de la ciudad. Pero también es un símbolo de esplendor y plenitud que hace referencia tanto a los esplendores de la ciudad como también a una nueva esperanza en la Resurrección.
La cruz arbórea se haya esquinada en el lateral izquierdo cerrando así la composición, a partir de la cual se desarrolla toda la escena hacia la derecha. Justamente "se alude al dolor en un tono verde, muy pensado, sordo y hasta agrio que domina la mitad derecha. Este espacio contiene la expresión dramatizada del corazón traspasado por la daga que domina el conjunto de la escena. Un icono simbólico de gran patetismo formal, que explícitamente hace referencia la profecía de Simeón, pero también alude a los Dolores de la madre al pie de la cruz. No obstante, tengamos en cuenta en este sentido, que en la ciudad de Carmona existen y procesionan nada menos que cuatro devociones consagradas a esta advocación de los Dolores. De tal modo, el corazón purpura contrasta con el fondo verdoso, adquiriendo gran protagonismo. Un corazón henchido y traspasado enérgicamente por un estilete que, a su vez, geométricamente, conecta con una constelación sobre un cielo verdoso áspero y pasional. Se trata de la constelación del Boyero que preside el cielo en el mes de abril en que este año 2025 tiene lugar la Semana de pasión", apunta el autor. Un sentido cósmico para toda la composición.
Asimismo, en el ángulo inferior derecho se halla una discreta y sutil referencia local que complementaría la estrella de la parte superior, con la disposición de un horizonte bajo con el perfil a lo lejos de la ciudad de Carmona vista desde el lado norte de la Vega. Específicamente estos elementos de referencia se incluyen en el cartel junto con la estrella como rasgos culturales locales, como una calle característica de la ciudad, pero que refiere en concreto el quebrado central en el suelo de una característica espina flanqueada por los volúmenes de la arquitectura blanca y hermética de la tradición mudéjar, tan presente en la ciudad. Son formas geométricas y volúmenes esenciales, encartados y superpuestos en blanco y grises matizados, que refieren quiebros de calles y un sentido orgánico a la vez que geométrico del urbanismo local.
Silencio, Soledad, Esperanza, Descendimiento, Amargura, Dolores, Angustias… Son múltiples aspectos pasionales que quedan así aludidos o transcritos por alusión, y también por ausencia o por deducción en el espacio del cartel. "No todo ha de ser explícito, el arte actual debe poner siempre en juego el papel del espectador, tratándose de un ejercicio plástico e iconográfico que interactúa en sus elementos en este caso con una distribución simbólica de las Arma Christi. Pero que ciertamente, quiere hacer preguntas al espectador, a la vez que glosa, revela e instruye, haciendo hincapié en aspectos y elementos humanos y simbólicos de la pasión", finaliza.
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