Ignacio Valduérteles
Doctor de la Iglesia y cofrade
En una excelente entrevista en este periódico firmada por Juan Parejo el nuevo hermano mayor de los Estudiantes, José Ignacio del Rey Tirado, ha puesto el dedo en la llaga señalando de forma tajante que las hermandades “se enfrentan a una crisis de credibilidad”. No le falta razón al máximo responsable de la cofradía universitaria. En la actualidad y en cada caso por distintas razones -creo que todas con el denominador común de la falta de formación de los dirigentes- las hermandades están transmitiendo un mensaje a la sociedad en la que se encuentran incardinadas que difieren mucho de la razón de ser de las mismas.
Es cierto que en el origen de todas ellas aparece siempre el triunvirato de culto público, fe y caridad. Pero estos tres pilares se encuentran en demasiadas ocasiones ligeramente desequilibrados. Por un lado, nos encontramos con una confusión en la expresión de la vida cotidiana entre culto público y fe, y entendemos que, bajo el paraguas de la religiosidad popular, que se suele simplificar en procesiones ordinarias o extraordinarias, cabe todo. Y no es así, no podemos consentir que la magnificencia del culto publico acabe eclipsando el pilar de la fe.
La fe es algo más que la oración o la manifestación pública. Es un determinado comportamiento ante la sociedad. Y es también un adecuarse con los problemas reales de los tiempos y no tener miedo a “ser descaradamente cristianos” como me repetía un veterano salesiano en mi estancia como alumno en el colegio de la Trinidad.
El comportamiento día a día, en nuestro centro de trabajo o entre nuestros amigos o familiares deben llevar implícitos una demostración pública de la fe, que como decía no se puede eclipsar por la manifestación del culto público. Ser hermano de una cofradía debe llevar una forma de actuar en la sociedad que no es la de pertenencia a una peña cultural o un club deportivo.
Y después está el aspecto de la caridad. Y cuando digo caridad no es beneficencia como algunos quieren que se encasillen a las cofradías. Creo que ya va siendo hora de que las Hermandades sean más noticias por su compromiso social que por determinadas expresiones de religiosidad popular. Que no hablemos de estrenos, sino de mantenimiento de una artesanía singular que genera empleo y riqueza. Pero también que en una sociedad que atraviesa problemas de exclusión de muchas personas, tenemos grandes proyectos sociales como Azarías en la Soledad de San Lorenzo, el Centro de Estimulación Cristo del Buen Fin o el proyecto Esperanza y Vida de la hermandad de la O, las actividades del Gran Poder en los Pajaritos o la Esperanza de Triana en el Polígono Sur. Son solo algunos ejemplos, pero la relación supera la media centena.
Acierta del Rey en el diagnóstico de la falta de credibilidad. Una buena llamada a la atención que debe hacer reflexionar a todos los hermanos de las cofradías en este año 2025 que está a punto de concluir el Jubileo de la Esperanza. De gran jubilo sería que volvieran a ganar las hermandades la batalla de la credibilidad. Una buena misión de Esperanza.
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