Traed madera, es la guerra

La elección de un hermano mayor es un asunto bastante delicado que no se resuelve por simpatías o antipatías personales

¡Hermandad, aviva tus raíces!

Cruz de guía
Cruz de guía / Juan Carlos Vázquez

20 de noviembre 2025 - 18:20

Hay frases de películas que han pasado al lenguaje coloquial: “Tócala otra vez Sam”; “¡Adelante, alégrame la mañana!”; "No es personal, son solo negocios”. Una más que puede incluirse en esa selección es la de Groucho Marx en “Los hermanos Marx en el Oeste”, cuando quiere acelerar la marcha de la locomotora para alcanzar a los bandidos grita: “¡Traed madera, es la guerra!”; para cumplir la orden sus hermanos destrozan por completo el tren del que, al final, no queda más que las ruedas y la locomotora.

La comparación, como todas las comparaciones, es reductiva y no puede llevarse hasta el final, pero recuerda a la situación que se vive en algunas hermandades en tiempos de elecciones. La tendencia a presentarse dos o más candidatos a hermano mayor se va consolidando. Esta situación trae como consecuencia que las elecciones adquieren tintes políticos en los que abunda la descalificación, los juicios de intenciones sobre los otros, a los que se atribuyen los propósitos más desquiciados, todo magnificado en las redes sociales. Por cierto, lo de descargar las culpas en las redes sociales, como si éstas tuvieran vida propia, es tan absurdo como si alguien le abre la cabeza a otro con un martillo y echa la culpa a éste.

Volvemos a los hermanos Marx. ¿realmente merecía la pena destrozar un tren, para tener al final una locomotora sin vagones de los que tirar?

Un recordatorio: las hermandades son asociaciones públicas de fieles de la Iglesia Católica, que erige la autoridad eclesiástica, para desempeñar algunas de las funciones reservadas a la Jerarquía y que ésta encomienda a esas asociaciones, como son evangelizar en nombre de la Iglesia, o promover el culto público. Desde esta perspectiva la elección de un hermano mayor es un asunto bastante delicado que no se resuelve por simpatías o antipatías personales.

Hay antecedentes. Los Hechos de los Apóstoles (1, 21-26) narran una situación asimilable, salvando las distancias. Después de “lo de Judas” debían suplir su baja para completar el número de apóstoles previsto por Jesucristo. San Juan Crisóstomo nos cuenta cómo lo resolvieron

Presentaron a dos fieles a quienes consideraban aptos para esa responsabilidad: Justo y Matías, y todos rezaron a Dios diciendo: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido. Exponen su petición con toda confianza, dada la necesidad de la elección. No dicen: “Elige”, sino muéstranos a cuál has elegido. Porque saben que todoha sido prefijado por Dios. “Echaron suertes”, porque no se creían dignos de de hacer por sí mismos la elección y por eso prefieren atenerse a una señal.

No digo que la elección de hermano mayor se haga así, por sorteo entre los candidatos después de haber pedido a Dios que haga su elección, lo que pretendo es evidenciar el respeto y responsabilidad que aquellos fieles sentían a la hora de elegir a una persona clave en la Iglesia. El mismo respeto y responsabilidad que los hermanos han de ejercer al decidir la persona que dirija la hermandad para el cumplimiento fiel de la encomienda que la Iglesia le confía: evangelizar en nombre de la Iglesia y promover el culto público, así como fomentar la Caridad en los hermanos. Lo del manto nuevo y la restauración de la canastilla viene después.

Se impone un poco de cordura (del latín cordis: “corazón”), entendida como la prudencia, sensatez y buen juicio en el comportamiento habitual y de manera especial en la toma de decisiones importantes. Si ése fuera el estilo y los hermanos llevaran a su oración, en unidad de intenciones y con fe, esta petición al Espíritu Santo, para que nos ayude a elegir al mejor candidato, al que mejor sirva a la hermandad y, por tanto a la Iglesia, las cosas serían más sencillas.

Esto puede sonar a beatería rancia, pero no es sino atenerse a lo que cada año proclaman y juran los hermanos en la función principal de instituto, el acto litúrgico central de la hermandad: Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos.

El problema es que el ambiente populista, con su predominio de los argumentos emocionales sobre los racionales, ha calado en algunos grupos de hermanos que sólo admiten soluciones simples a problemas complejos, propuestas planas con promesas de resultados inmediatos. Lo que genera tensión, no confianza, y resquebraja nuestra fe en el Espíritu Santo, nuestra responsabilidad como fieles de la Iglesia Católica y en la comunión de los santos de la hermandad.

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