A la Alcarria por Isla Mauricio

calle rioja

Semblanza. Paseo lluvioso por la calle Camilo José Cela en el centenario del nacimiento del Nobel gallego con el regalo de lectores que lo descubrieron en Dublín o en Aracena

Francisco Correal

11 de mayo 2016 - 01:00

LA calle Camilo José Cela empieza en San Francisco Javier y acaba en la avenida de la Buhaira. Al de Iria Flavia no le haría gracia el cartel de la farmacia que hace esquina, abierta hace siete meses: Combata la grasa acumulada. Le molestaría menos que la joven boticaria confiese que no ha leído nada de Cela, que le gusta más Jorge Bucay y está leyendo en francés un libro titulado La chica del vestido rojo.

Todo vuelve a su sitio con un transeúnte bajo la lluvia. "Yo admiro a Cela por lo mal que le cae a la gente". Benito Godoque, coleccionista de un epistolario con heterodoxos, hizo el Viaje a la Alcarria con la guía del libro de Cela. "El libro es mucho mejor que la Alcarria porque quitando Pastrana...". Menciona el Primer Viaje Andaluz de Cela, que subtituló Notas de un vagabundaje por Jaén, Córdoba, Sevilla, Huelva y sus tierras. "Mantuvo una polémica con Romero Murube a cuenta de la siesta".

Inglés. Francés. Japonés. Alemán, Portugués. Árabe. Chino. Italiano. Español. En todos los idiomas que se enseñan en Open, academia abierta en 1981, desde 2008 con sede en la calle Camilo José Cela, se puede leer al autor gallego del que hoy se cumple el centenario de su nacimiento. Yvonne O'Connor, directora de Open, leyó La Colmena y Viaje a la Alcarria en Dublín, donde estudió Filología Hispánica. Blanca Rodríguez, sevillana, adjunta a la dirección, estudió Filología Alemana y añade La Familia de Pascual Duarte. Luis Fernández atiende al público y Cela le remite a alguna lectura obligada en el instituto de Alcalá la Real, Jaén. La localidad donde nació Martínez Montañés. "Y Pepe Ventura, el inventor de la sardana. Dicen que el Archipreste de Hita también era de mi pueblo".

Como los libros más vendidos, en el bar El Patio de la Buhaira se pueden leer las sugerencias: Caracoles, Lomo de atún con salmorejo, Croquetas ibéricas. Cinco clientes terminan el desayuno. Tres hombres y dos mujeres. ¿Cela? "Estamos todos parados, mi alma", dice una de ellas. Deben estar preparando una comparecencia judicial. "El último, el abogado del novio".

Como en Casa es un local que lleva tres semanas en la calle Camilo José Cela. Hacen pollos asados, churros, frituras varias. Antonio Godoy, de la Siberia Extremeña, que suena a Alcarria rusa, recurre al comodín del público, que en su caso se llama José Garzón. "Él lee mucho más que yo", admite el primero. En efecto, su compañero, churrero de profesión, ha leído "dos o tres cosas" de Cela, aunque reconoce que es más partidario de García Márquez y Muñoz Molina. Es de Aracena, donde es patrono San Blas.

Cravat es corbata en francés y en alemán, pero no da nombre a una academia de idiomas, sino a una tienda de ropa cuya dependienta no tiene nada que decir de don Camilo. Colocan las mesas del bar Puerto Caleta, que más que a Cela huele a Quiñones. Cola de mujeres conductoras para echar monedas en la máquina de la Zona Azul, que remite a la dedicatoria de San Camilo 1936: "A los mozos del reemplazo del 37, todos perdedores de algo...".

No hay ofertas de viaje a la Alcarria en Imago Mundi, agencia de viajes de la calle Camilo José Cela. Una oferta a Isla Mauricio, nombre del canario enjaulado que el viajero a la Alcarria encuentra en una fonda de Brihuega. En la calle hay reclamos publicitarios de iconos del deporte: Nadal, Gasol, Iniesta. Algunas banderas del Sevilla en la calle donde vivió Fernando Sánchez Cipitria, autor del primer gol del Betis al Madrid que abrió el primer número de este periódico.

Cela hizo muchos viajes por Andalucía. El cronista lo recuerda como pregonero del Verdeo en Arahal, en la inauguración de la feria del Libro de Castilleja de la Cuesta, en una cata de vinos en los Venerables, en el hotel Alfonso XIII compartiendo honores con Ángeles Caso, ganador y finalista del premio Planeta. El periodista Alfredo Valenzuela va con prisa por la calle Camilo José Cela. "Voy a una conferencia del filósofo Josep Maria Esquirol, que tiene dos millones de seguidores en Facebook, más que Alejandro Sanz". El reportero de Lopera y de Vigorra recuerda un desencuentro con el coruñés que a su pesar salió en las memorias de Caballero Bonald. "Le recordé la cita de La familia de Pascual Duarte: 'Para mis enemigos, que tanto me han ayudado', y me dijo que citara con corrección a los clásicos. Ya era una caricatura de sí mismo". Cela es como un palimpsesto de mi propia biografía. Ingresó en la Academia de la Lengua en mayo de 1957, cuando vine al mundo. Y le dieron el Nobel en 1989. El año que Helmut Kohl derribó el muro de Berlín y yo el muro de la soltería.

En los impares de la agencia de viajes con una Alcarria global de Mediterráneos, Caribes y Emiratos árabes, cóctel de Magris, Salgari y Álvaro Mutis, una clínica veterinaria, Como Reyes, y una peluquería de caballeros, "Jaime. 20 años cuidando su imagen". Paseo por el siglo de Cela (Iria Flavia, 11 de mayo de 1916-Madrid, 17 de enero de 2002).

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