La 'Bienal' de Riqueni en la cárcel
calle rioja
Celebración. Con motivo de la Navidad, el guitarrista Rafael Riqueni, que cumple condena en Sevilla 1, recibió la visita de sus familiares y le ofreció una actuación a los reclusos
Los guitarristas Rafael Riqueni y Quique Paredes caminan por el pasillo. No es un pasillo cualquiera. El primero, de Triana, le dice al segundo, de la Macarena: "Soy el mejor guitarrista de la cárcel". No es una licencia poética. Lleva en la mano la guitarra Salvaora con la que ensaya todos los días en prisión, a la espera de que pronto acabe su condena.
Ayer le aliviaron la pena y él se la alivió al centenar de reclusos que llenaban el salón de actos que lleva el nombre de José Vázquez Guerrero, psicólogo que prestó sus servicios en esta prisión que inauguró el ministro de Justicia Enrique Múgica Herzog el 1 de febrero de 1989. Testigo de excepción fue Alfonso de Miguel, que ayer se multiplicó para hacer posible una auténtica Bienal de flamenco en Sevilla 1.
Los ojos se le iluminaron al guitarrista cuando empezó a saludar a las visitas: sus primas Carmen y María José Riqueni, su primo Miguel Riqueni, acompañado de Iluminada, su esposa. Un elenco de artistas y familiares. Algunos reunían la doble condición, caso de Carmela, hija de Lola Riqueni, hermana del artista. La sobrina fue una de las tres bailaoras que entusiasmó a un público que no dejaba de jalearlas: el cuerpo de baile lo completaron una excelsa Carmen Ledesma y la jovencísima Rocío Suárez González.
Tres mujeres que recogían su documentación para abandonar la cárcel y tres artistas que se quedaban dentro: Rafael Riqueni, que le regaló a sus compañeros de fatigas una maestría que se perdieron los que no pudieron verlo en la fallida inauguración de la Bienal -Las campanas de Santa Ana- en el teatro de la Maestranza; Manuel Parralo, elParralo, que puso la piel de gallina con sus soleares de Alcalá; y Sabino, que los arrolló como el mítico futbolista con su potencia de artista total, de Sammy Davis jr. del embrujo: cantó dos temas bellísimos de Lole y Manuel -de Molina hacía Riqueni: hermosa y justa suplantación-, se echó un baile jubiloso con Carmen Ledesma y hasta contó chistes con maneras de Harold Lloyd que hicieron las delicias del respetable.
David, compañero del módulo C102, se encargó del sonido. Alfonso de Miguel fue maestro de ceremonias y se atrevió con unas sevillanas de Rafael del Estad que acompañó el cuerpo de baile, las tres Gracias y la gracia insuperable de Sabino, y una zambra de Manolo Caracol que tenía su miga: Carcelero, carcelero, abre puertas y cerrojos. Un género penitenciario del que recordó la versión que Paquiro hizo de El preso número nueve. Riqueni cumplía 15 años el 16 de agosto de 1977, el día que murió Elvis.
Elena Gónzález, amiga del guitarrista, le regaló un ejemplar dedicado de la novela de Paco Robles La Maldición de los Montpensier. Está en la cárcel desde junio y su familia confía en que sea un preso "sietemesino". Les presentó a su compañero de chabolo. "Estamos en unos días muy grandes", dijo a los presos Carmen Ledesma, "aquí puede estar cualquiera, por lo cual ustedes sois mi familia. Os doy las gracias por cuidar de mi gente. La próxima vez os quiero ver en la calle Sierpes". Luis, educador de la cárcel, acompañó a los visitantes.
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