Calle Rioja

Después de subir, tirar la escalera

  • Secretos. Esta tarde, visita guiada con el artista a la exposición de Manuel M. Romero a Di Art Gallery, un nuevo foro cultural de la Puerta Osario junto a dos librerías y una imprenta

Santiago Bedoya (izquierda) y Juan Cruz, en la galería del Muro de los Navarros junto a una obra de Manuel M. Romero.

Santiago Bedoya (izquierda) y Juan Cruz, en la galería del Muro de los Navarros junto a una obra de Manuel M. Romero. / José Ángel García

PUEDE ser como subir a una montaña rusa. Esta tarde (20,30 h.) hay visita guiada a la exposición de Manuel M. Romero en DI Art Gallery, en el Muro de los Navarros junto a la Puerta Osario. El crítico de arte Carlos Delgado Mayordomo dice que este pintor sevillano subvierte esa ley cultural según la cual el tiempo es materia exclusiva de la música y de la literatura. Él pintor también trabaja con el tiempo, con un consejo inquietante que se atribuye a Wittgenstein, “tirar la escalera después de haber subido”.

“Es una pintura muy arriesgada para Sevilla, pero hemos vendido más de la mitad de la exposición”. Lo dice Juan Cruz (Ciudad Real, 1977), junto a Santiago Bedoya de Rueda (Sevilla, 1986), los dos socios de esta joven galería llena de proyectos.

DI (501 en números romanos) Art Gallery abrió sus puertas el 5 de abril, dos días antes del pregón de Charo Padilla. La cosa va de vanguardias por todos sitios. Puesta de largo en un mes que empezó con el pregón y acabó con las elecciones generales cuya margarita todavía están deshojando tres meses después.Manuel M. Romero es el más joven de los nueve artistas que participaron en la exposición inaugural de esta galería, con un título tan primaveral como el de Altares y Escenarios. “Es una forma de decir que la instalación de la obra puede llenar por sí sola un escenario”, dice Juan. Este manchego llegó a Sevilla en 2012, en la cresta de la ola de la crisis. Había sido pintor callejero y de pronto descubrió el galerismo, “vengo de familia de empresarios, me gusta el mercado del arte y defender a los artistas”.

Nueve artistas nacidos entre 1981 y 1993, una infancia que coincide con el mundo feliz del felipismo previo al desencanto. Casi niños de pecho de la Expo, se abrieron paso cuando las ubres de la cultura las habían destetado en los pesebres institucionales. Mérito añadido.

Rubén Fernández Castón (Badajoz, 1981) propuso un juego de imágenes con el triángulo, el círculo y el cuadrado. Carlos Martínez (Alicante, 1982) descubrió la fragilidad de la roca reconvertida casi en pajarita de papel. PabloMarchante (Sevilla, 1982) tituló su trabajo Fuking Picasso, “algo de cubismo, trampantojo, collage”. Srger (Sevilla, 1983), encontró en el Rastro de Madrid lo que no vio por medio mundo para sus embalajes. La segunda escalera de la galería la llevó Alejandro Ginés (Sevilla, 1984), para su serie Plan de fuga. José García Vallés (Sevilla, 1986), llegó con la música a un algoritmo. Miguel Ángel Cardenal (Badajoz, 1989) manejaba un concepto de muñecas rusas. Raquel Algaba (Sevilla, 1992) usa una técnica japonesa en la que se dan la mano el riesgo y el equilibrio.

Manuel M. Romero es el benjamín de este grupo, una década de propuestas. La misma diferencia que separa a los dos socios de la galería. Juan Cruz viene del mundo de las Bellas Artes, dice que maneja un lenguaje “más técnico y académico”, mientras que Santiago Bedoya, un gestor medioambiental que nunca hasta ahora había tenido relación con el mundo del arte, domina mejor el lenguaje coloquial. La prosa que ajusta el verso de su socio. “Tenía varias empresas, pero las cerré todas para volcarme en este proyecto”, dice Bedoya.

Pasado su bautismo artístico en la calle Feria, Juan Cruz superó el tsunami de la incertidumbre. “Después de los años de crisis, yo prefiero la prudencia al sobreexceso. Valoramos al cliente que compra después de una meditación, con gusto, con cariño, aunque al que viene por impulso no le cerramos las puertas”.El sábado termina la temporada. Abrirán la próxima en septiembre con Dani Barragán “y su surrealismo pop”. Todo suena a vanguardia en la zona: las tartas de Mr. Cake, la cocina del restaurante cercano. A la galería desembocan las calles Salinas y Leoncillos. Di Art Gallery están entre dos librerías –La Casa Tomada y La Isla de Papel– y una imprenta, Muñoz Jiménez, donde trabajan el padre y el tío de Julio Muñoz Gijón, Rancio Sevillano, que deconstruyó el palodú y la regañá. Son vecinos de Carmina, a la que su hijo, Paco León, hizo estrella del celuloide.

Hoy hay visita guiada. Tirar la escalera después de subir. “Manuel M. Romero va descubriendo tesoros, es un coleccionista de casualidades”, dice Juan Cruz, “pero no todo es casualidad. Deja que el tiempo trabaje. Coge algo, lo pone en el suelo, lo cuelga en la pared, se va transformando. Eso es una poesía alucinante”. En el curso del tiempo, como la película de Win Wenders.

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