Universitarios extranjeros en Sevilla

"Mi madre me convenció para que me quedara en Sevilla cuando el coronavirus llegó a Italia"

Mauro, Megan y Sharon, estudiantes extranjeros de la Loyola que han decidido permanecer en Sevilla durante la pandemia

Mauro, Megan y Sharon, estudiantes extranjeros de la Loyola que han decidido permanecer en Sevilla durante la pandemia / M.G.

Numerosos universitarios internacionales se encuentran también atrapados en Sevilla sin poder volver a su país de origen en plena pandemia del coronavirus. Algunos de ellos han decidido por voluntad propia permanecer en España y no renunciar a su beca, ya que tanto las dos universidades públicas sevillanas como la privada continúan impartiendo sus clases mediante plataformas virtuales.

En la Universidad Pablo de Olavide, en un principio, había adscritos durante este segundo cuatrimestre del curso 2019-2020 252 alumnos internacionales, de los cuales, 135 han decidido regresar a su país de origen (la mayoría de ellos procedentes de Francia) y 117 aún permanecen en Sevilla.

La mayoría de los alumnos internacionales de la UPO aún en Sevilla son italianos y franceses

La mayoría de los llamados incoming de la UPO que aún se encuentran en la capital hispalense son italianos (28) y franceses (24). También hay estudiantes de Alemania (4), Argentina (1), Bélgica (1), Brasil (2), Bulgaria (2), Croacia (1), Dinamarca (1), Irlandia (1), Marruecos (3), México (7), Nigeria (2), Polonia (3), Portugal (2), Reino Unido (3), República Checa (3), Rumanía (2) y Túnez (1).

A este grupo se suma un conjunto de estudiantes españoles de fuera de Sevilla con una beca de movilidad. Un total de 24 alumnos decidieron quedarse y 43 de ellos regresaron a su ciudad.

Este periódico ha intentado sin éxito conocer los datos de los estudiantes extranjeros adscritos a la Universidad de Sevilla.

Sí ha facilitado dicha información la Universidad Loyola, que asegura que cuenta con 112 estudiantes de diferentes nacionalidades en su campus de Sevilla. De este total, 107 continúan con las clases en Loyola de manera virtual, de los cuales 72 lo hacen ya desde su país de origen (28 fuera de Europa y 44 en Europa) y 35 se han quedado en Sevilla.

"Solo dos estudiantes regresaron a su país y cancelaron el intercambio. En este sentido, el reto es acomodar la docencia teniendo en cuenta las diferentes zonas horarias fuera de Europa, especialmente en América y Asia", apuntan desde la universidad privada.

Testimonios de extranjeros en Sevilla por el covid-19

Muchos estudiantes han decidido quedarse en su ciudad de acogida por la responsabilidad de no hacer viajes ahora, por no propagar el virus y evitar posibles contagios a sus familias en origen. Es el caso de Mauro (Suecia), Megan y Sharon (Suiza), universitarios adscritos al campus de Sevilla de la Loyola.

Los jóvenes reconocen que echan de menos las actividades al aire libre, intentan entretenerse leyendo, escuchando música y siguiendo las clases de Loyola online y las tareas correspondientes. Se mantienen positivos, confían en que la situación irá remitiendo y en volver a la normalidad lo antes posible.

La mexicana Dariana Gómez, por el contrario, decidió regresar a su país para asegurar la tranquilidad de su familia y por no verse sola haciendo el confinamiento en España tras la marcha de sus compañeras de piso, según explica la joven.

Su universidad en México le dijo que podrían perder el semestre si no regresaban, por eso "cuando Loyola nos contactó y nos dijo que podíamos continuar con las clases online aunque regresáramos a nuestros países, me sentí muy aliviada", señala Dariana Gomez, que tuvo que marcharse rápidamente sin poder despedirse de sus amigos.

"Me sentí muy apoyada por parte de Loyola y todos mis maestros. Aunque he tenido algunos fallos técnicos y problemas con la diferencia de horario, todos mis maestros han sido muy comprensivos con la situación y me han ayudado para no quedarme atrasada en las clases".

Andrea Ricci, becado del programa Erasmus Plus, reconoce que fue su madre la que le "obligó" a quedarse en Sevilla cuando el número de contagiados y de muertos aumentaba sin control en Italia. "Por mí me hubiera vuelto, quería estar junto a mi familia pero mi madre me convenció para que me quedara en España cuando el virus llegó a Italia. La situación en mi país era muy crítica y algunos familiares míos estaban enfermos", explica el joven.

"Lo he pasado muy mal. He llorado mucho. Ver la caravana de camiones militares cargados de féretros en Bérgamo, la ciudad en la que nací, fue muy duro", continúa el joven. "Por un lado quiero estar informado pero, por otro lado, sé que no me hace ningún bien".

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