Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
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La clave de por qué la artesanía llega al alma está en que cada objeto, perfume o tela lleva un trozo de la persona que lo ha realizado. Por eso para conocer la esencia de un país o de una región, nada mejor que admirar lo que sus habitantes llevan haciendo desde hace siglos.
La Feria de Artesanía de Marruecos que se inauguró ayer estará en la Fundación hasta este viernes desde las 10:00 hasta las 19:00. Es una de las actividades programadas dentro del We Love Morocco y está organizada en el marco del nuevo Memorando de Entendimiento firmado entre el Ministerio de Artesanía y de la Economía Social y Solidaria del Reino de Marruecos y la Fundación Tres Culturas. De hecho, es la primera gran acción de cooperación destinada a promover el saber hacer artesanal marroquí y a fortalecer los lazos entre Andalucía y Marruecos.
Precisamente, el copresidente de la Fundación, André Azoulay, anunció que esta actividad “es el comienzo de una aventura muy, hermosa entre la Fundación de las Culturas y el Ministerio de Artesanía. Nuestros amigos de Sevilla y nuestros amigos españoles podrán venir aquí con regularidad y familiarizarse con todo lo que nuestros dos países tienen para ofrecer al mundo en su historia compartida de la artesanía”. Unos lazos a los que se refirió la Consejera de Empleo, Rocío Blanco, quien afirmó que esto no sólo va a servir para conocer mejor la artesanía marroquí, “sino que vamos a propiciar estrechar lazos entre artesanos de Andalucía y de Marruecos”.
Por otro lado, la consejera de Cultura y copresidenta de la Fundación, explicó que gracias al Memorando firmado a principios de mes “vamos a realizar actuaciones compartidas que tendrá como gran símbolo la restauración de la sede de la FundaciónTres Culturas, el pabellón de Hassan II, que se realizará entre la Junta de Andalucía y el Ministerio de Artesanía de Marruecos”.
Entre los artesanos, mucha sabiduría trasmitida de generación en generación para convertir trozos de metal y cristal en hermosas lámparas, diseño de caftanes. Pero también se muestra belleza, naturaleza y negocio. Como ocurre con la cooperativa de mujeres de Agadir. Ellas producen cremas, perfumes, todo lo que nace del argán, el tesoro de la región. Iazza Oumayma, la gerente de la cooperativa y Fatima Zahra, la presidenta, explican que todo lo hacen “con sus manos”. Esta cooperativa femenina nació en 2017 con cinco mujeres y ahora son 21. “Este es un trabajo habitualmente femenino, lo que hemos hecho es organizarnos todas y crecer en calidad, obteniendo certificados que permite salir del país a nuestros productos. Nos hemos convertido en un gran factor de dinamización de la sociedad de nuestra región”, explicó.
En otro de los expositores, Younnes Bouaddown, de Fez, muestra sus lámparas y faroles. Son 24 años mostrando la artesanía del metal o el cristal que aprendió de su padre. “Soy de los pocos que quedan en Fez que trabajan esta artesanía. Es el trabajo de mi corazón”, declaró mientras no paraba de trabajar el metal.
Esta es solo una muestra de lo que habrá durante cinco días la sede de la Fundación Tres Culturas. Cada pieza cuenta una historia, la de un país que ha hecho del arte de la mano su carta de identidad. Desde los minuciosos bordados y la talla sobre madera de tuya hasta los tapices de Taznakht o los tejidos de Bzou y los tejidos en rafia de Rabat, el visitante encontrará un universo de formas, colores y texturas que dialogan entre la tradición y la innovación.
Durante la inauguración hubo numerosas autoridades como los dos copresidentes de Tres Culturas, el consejero de Su Majestad el Rey de Marruecos, André Azoulay, y la consejera de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Patricia del Pozo; la embajadora del Reino de Marruecos en España, Karima Benyaich; el embajador de España en Marruecos, Enrique Ojeda; el Secretario de Estado encargado de la Artesanía y de la Economía Social y Solidaria del Reino de Marruecos, Lahcen ES-saadi; la consejera de Empleo, Empresa y Trabajo Autónomo de la Junta de Andalucía, Rocío Blanco; y el presidente de la Cámara de Artesanos de Rabat, Abderrahim Zemzami, entre otros. Seguidamente hubo un desfile de caftanes tradicionales de Marruecos. Una semana llena de talleres de demostración artesanal, música, gastronomía y espacios de encuentro entre creadores de ambos lados del Estrecho.
Estos eventos se han organizado en el marco de la programación de ‘We Love Morocco’, que durante todo el mes de noviembre se dedica en la fundación a la cultura marroquí, con desfiles de caftanes, proyecciones cinematográficas, talleres de demostración artesanal, música, gastronomía y espacios de encuentro entre creadores de ambos lados del Estrecho.
La inauguración continuó con un desfile de caftanes tradicionales, con piezas representativas de diferentes regiones de Marruecos: Fez Rabat, el Atlas, el Sahara, todos trajeron su forma de entender la vestimenta para sus días grandes. Bordados, encajes, joyas se mezclan con sedas, terciopelos, lanas. Los tejidos narran historias y hablan de la forma de entender la vida en cada rincón del país. Motivos ancestrales, como los pavos reales, perlas, piedras y técnicas de bordado refinadas como el zwak maâlem o los colores para la novia y el momento en el que cada uno de los caftanes es usado. Todo tiene su porqué.
La majestuosidad del caftán marroquí, símbolo ancestral de identidad vuelve a brillar con todo su esplendor en un desfile que rinde homenaje a la herencia viva de Marruecos.
Cada caftán es una obra de arte única, un relato tejido con hilos de historia y orgullo. En esta ocasión, el desfile reúne una decena de piezas representativas de las distintas regiones del Reino, mostrando la diversidad cultural y estética del patrimonio marroquí. El público podrá admirar la delicadeza del Caftan dentelle, la nobleza del Caftan Ntâa, la suntuosidad del Caftan Khrib, la elegancia del Caftan en broderie Rbati o la riqueza del Brocard de Ben Chrif. A ellos se suman la Keswa Lekbira, joya de las tradiciones del norte; el Caftan Makhzani, emblema del poder y la realeza; la refinada Blouz Oujdia del este; la Lebsa El Hassania, que evoca la gracia sahariana; y el Caftan Rbati, símbolo de sofisticación eterna.
Cada una de estas piezas encarna el trabajo minucioso del maalem, el maestro artesano que guarda en sus manos la memoria de los gestos antiguos. Bordados de seda, hilos de oro, brocados, botones forrados y cinturones de filigrana conforman un lenguaje que es universal porque es el del arte.
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