"Un buen médico debe ser efectivo y afectivo"
Médicos sevillanos. Antonio Ramírez Mendoza.
El diseño de una técnica para eliminar tumores benignos marca una trayectoria de prestigio. En 1986 se convirtió en el primer urólogo sevillano en adquirir un ecógrafo. Ha sido testigo de los cambios más destacados de la urología.
Testigo y partícipe de los avances que han marcado la urología, la consulta del doctor Antonio Ramírez Mendoza es una enciclopedia médica abierta. Junto a sus numerosos diplomas, colecciones y fotografías históricas, destaca un póster científico que muestra una técnica que ideó y que simplifica una maniobra quirúrgica para extirpar tumores benignos. Sus hijos le regalaron la patente. La calidad humana y científica del doctor Ramírez Mendoza brota en pocos instantes de conversación.
-¿De qué se siente más orgulloso en su dilatada carrera?
-Quizás de lo que me siento más orgulloso es de haber ideado una técnica de enucleación prostática con energía bipolar, que comencé en octubre de 2011. En esencia es conseguir los mismos resultados que la realizada con láser de holmio, pero de una forma más sencilla y, sobre todo, más barata.
-¿Está extendida esta técnica?
-Hemos comunicado esta técnica original en congresos y se ha publicado en revistas de la especialidad. Se están impartiendo jornadas de difusión de la misma, en Sevilla, y se han realizado cirugías en directo en hospitales como Juan Canalejo de La Coruña, en Monforte de Lemos de Lugo, en La Paz de Madrid y en Leiria (Portugal).
-¿La tiene patentada?
-Mis hijos me regalaron la patente y su dedicatoria resume por lo que me siento tan orgulloso: "Esta obra es el resultado del esfuerzo, dedicación e ilusión de un gran profesional de la medicina, por simplificar un procedimiento quirúrgico complejo, como es la enucleación prostática y acercarlo a los demás urólogos para que puedan ofrecérselo a sus pacientes".
-¿Por qué escogió urología?
-Siempre quise ser médico, desde joven. No me planteé hacer otra cosa. En el penúltimo curso, en la cátedra de Patología Quirúrgica conocí al doctor José María Rico de Sanz, que andaba corto de ayudantes; al verme interesado en los pacientes que operaba, me invitó a que le ayudase en el quirófano. Fue casi un curso completo, viendo o ayudando tanto en el Hospital de las Cinco Llagas, como en la residencia de García Morato. Así conocí una especialidad, la urología, de la que no se hablaba nada durante la carrera. Lo que vi me gustó.
-Sus maestros.
-En el último curso, como ya iba por la residencia García Morato, pregunté a la supervisora de la planta de urología, donde trabajaban varios urólogos de cupo, quién me podía aconsejar. Sin dudarlo me dijo: el doctor Luciano Azagra. Me acogió como un padre. Fue mi maestro y yo disfruté siendo su discípulo y amigo. En 1969 le nombraron jefe de servicio en la ciudad sanitaria Virgen del Rocío y yo empezaba con la primera promoción MIR de este hospital, que duró hasta 1974. Seguí como médico adjunto desde 1975 a 1997 en que pedí la excedencia voluntaria. Abrí consulta privada en 1976 y en ella continúo.
-¿Cuántos casos ha tratado?
-En mi consulta tengo 10.300 historias clínicas.
-¿Qué momentos recuerda con más cariño?
-Recuerdo con cariño las guardias del hospital. Era una entrega total y sin límite. Te permitía convivir un día entero con cada uno de los miembros del servicio y aprendía de cada cual. Podías moverte con libertad haciendo exploraciones, pasando visita, compartir con compañeros de otras especialidades, y ayudar a operar a otros colegas.
-Ha participado en la incorporación de tratamientos.
-Me sentí muy orgulloso cuando ayudé a los ginecólogos en los inicios de la histerorresección; y a los cirujanos en el tratamiento de los tumores de la ampolla rectal, mediante resección transanal. Otro motivo de orgullo fue participar, junto a otros tres urólogos en la fundación del Centro Urológico San Ignacio en 1990, en su día, el primer centro andaluz de estas características. Veintiséis años después sigo trabajando en él.
-Ha tenido la oportunidad de presenciar y participar en hitos de la urología. ¿Qué avances destaca?
-La ecografía, una técnica no invasiva y barata. Adquirí mi primer ecógrafo en 1986. La resección transuretral, que permite operar a través de la uretra, que ha evolucionado desde 1945 cuando empezó a aplicarse; la endourología, o técnicas de punción del riñón y colocación temporal de catéteres; el trasplante renal, que hizo posible abrir el horizonte a enfermos renales que no tenían más alternativa que la diálisis.
-¿Formó parte de Trasplantes?
-Formé parte del primer equipo de trasplantes del Hospital Virgen del Rocío. El trasplante de donante vivo marcó un nuevo hito. Otros avances que he tenido la suerte de vivir son las técnicas de tratamiento de la litiasis que prácticamente nacieron de manera simultánea en 1985; la determinación del PSA, que permite hacer un diagnóstico precoz del cáncer de próstata; el diagnóstico radiológico avanzado (TAC, resonancia y PET) y el desarrollo de la laparoscopia.
-Con anterioridad a todos estos avances, ¿cuáles eran las opciones terapéuticas rutinarias?
-La cirugía abierta.
-¿Qué cualidades debe tener un médico?
-Para mí, un buen médico debe ser efectivo y afectivo. Efectivo, con una sólida formación científica y técnica; y afectivo, porque la ayuda que precisan los pacientes debe ser dada con afecto. El buen médico debe tener bien claro su voluntad de servicio al paciente.
-¿Cómo considera la situación de la sanidad pública y privada?
-La sanidad pública y privada están condenadas a entenderse.
-Las relaciones entre medicina pública y privada, ¿deben ser más intensas?
-La percepción que tengo de los responsables de la sanidad pública en relación a la privada es de cierta animadversión; prueba de ello es el complemento de exclusividad creado para premiar no un mayor trabajo, que sería lícito, sino el de no trabajar en la sanidad privada.
-¿Goza de salud lo público?
-Creo que la sanidad pública ha mejorado en Atención Primaria, Urgencias Extrahospitalarias y en la dotación de los hospitales. Las quejas del modelo público derivan de la masificación, de las listas de espera, de la atención no personalizada, que genera desconfianza por parte de los pacientes y una medicina defensiva.
-¿Qué necesitan los pacientes?
-Tiempo para ser atendidos y escuchados, lo que genera una mayor e indispensable confianza.
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