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¿Qué decreto franquista sigue vigente en Sevilla?

La casa durante la celebración del Año Murillo.

La casa durante la celebración del Año Murillo. / Juan Carlos Vázquez

Cincuenta años de su puesta en marcha y 33 del lamentable cierre. El proyecto de la Casa de Murillo en el barrio de Santa Cruz es una de esas iniciativas que parece gafada. O más bien, abandonada a su suerte por los políticos. Tras funcionar durante unos años, este espacio dedicado al gran pintor de las Inmaculadas, con muy buena acogida por el público, se clausuró y tras una reforma a medias pasó a acoger unas oficinas dedicadas al flamenco. La celebración del Año Murillo se vio como una oportunidad única para su reapertura definitiva, pero no fue así. La casa en la que vivió Murillo y en la que se cree que falleció tras caerse de un andamio mientras pintaba el retablo de los Capuchinos de Cádiz, sigue dedicada a labores burocráticas que deberían estar en otro lugar, más cuando así lo ha reclamado tanto el Ayuntamiento como los vecinos de Santa Cruz.

La historia de la Casa de Murillo, en el número 8 de la calle Santa Teresa del barrio de Santa Cruz, se remonta a los años 60 del siglo pasado, cuando el historiador Diego Angulo Íñiguez encontró un documento que decía que el pintor habitó en esa vivienda. La referencia le llegó a través de un autor anterior, Félix González de León, que aseguraba que Murillo residió la mayor parte de su vida en Santa Cruz. En el testamento del pintor se detalla habitación por habitación todo lo que había en la casa. La vivienda fue expropiada en los años finales del franquismo mediante un decreto que sigue aún vigente para convertirla en un espacio dedicado al gran pintor sevillano.

El acceso a la casa de Murillo, en el número 8 de la calle Santa Teresa del barrio de Santa Cruz. El acceso a la casa de Murillo, en el número 8 de la calle Santa Teresa del barrio de Santa Cruz.

El acceso a la casa de Murillo, en el número 8 de la calle Santa Teresa del barrio de Santa Cruz. / José Ángel García

Hace justo 50 años, el 1 de febrero de 1972 se publicaba en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el Decreto 155/1972, de 13 de enero, por el que “se declara de utilidad publica la expropiación de la casa número 8 y 8 duplicado de la calle Santa Teresa de Sevilla, en la que murió el pintor Bartolomé Esteban Murillo, propiedad de la Marquesa de Salobral, doña María del Dulce Nombre Díez y de Isasi”. El objeto de esta iniciativa promovida por el Ministerio de Cultura era el de “dignificar la casa natal del insigne pintor” a fin de “proceder a su restauración y conservación, instalando las estancias de la mismas de acuerdo con el ambiente del siglo XVII, como recuerdo y homenaje al pintor universal”.

Un año más tarde, el 15 de enero de 1973, el BOE publica el Decreto 3573/1972, de fecha 14 de diciembre de 1972 por el que se crea el Museo-Casa Murillo de Sevilla. “La riqueza y variedad de las obras de arte reunidas en dicha casa aconsejan someter la conservación, instalación y funcionamiento de la misma como Centro cultural y artístico, a las normas generales que regulan la vida de los museos dependientes de la Dirección General de Bellas Artes”.

El interior de la Casa de Murillo. El interior de la Casa de Murillo.

El interior de la Casa de Murillo. / José Ángel García

Las disposiciones de ese decreto señalaba que nacía la Casa de Murillo recreando la vida y la obra de Murillo “reuniendo los objetos artísticos, históricos y artesanos peculiares de la localidad y del momento histórico en que vivió el citado pintor y que se consideran más idóneos a tal fin”. El museo se constituía como “dependencia aneja al Museo de Bellas Artes de Sevilla”. Los gastos de instalación y sostenimiento “corren a cargo del Patronato Nacional de Museos”. Sobre los fondos, indica el decreto que se nutrirán de “objetos histórico-artísticos y artesanos que se adquieran a tal efecto por el Estado o se cedan por las corporaciones provinciales o locales”. “Con los donativos, legados, o depósitos de tales objetos que se realicen por instituciones o por particulares españoles o extranjeros”. “Por las obras de arte, objetos y piezas histórico-artísticas que se adquieran por cualquier título y que sean propios de figurar en el citado museo”. Y con “aquellos documentos y reproducciones que por su calidad y poder evocativo merezcan ser expuestos en el museo”.

Consumada la expropiación y con toda la maquinaria puesta en marcha, comenzó la rehabilitación del inmueble y su adaptación a casa-museo en la que actuó primero Rafael Manzano y después Fernando Mendoza. Así se llega al año 1982. Siendo Soledad Becerril ministra de Cultura se da un nuevo impulso a la recuperación y apertura de la casa. Para ello, se basaron a la descripción del testamento y se utilizaron muebles del siglo XVII. La casa contaba con un cuadro del propio Murillo y otros de sus seguidores. Sevilla contaba, al fin, con una casa-museo dedicada a un personaje propio. La iniciativa fue muy bien acogida y recibió muchas visitas, pero en 1988 se cerró y se dedicaron sus instalaciones a la universidad Menéndez Pelayo. En ese momento comienza un declive que se agrava hasta el año 2010. 

Cartel en el año 2009 que anunciaba las obras en la casa. Cartel en el año 2009 que anunciaba las obras en la casa.

Cartel en el año 2009 que anunciaba las obras en la casa. / D. S.

Antes, en el año 2006, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía había retomado la idea de crear un museo en la casa donde Murillo. Se redacta entonces un nuevo proyecto de rehabilitación integral de la casa, cuyo autor fue el arquitecto José Luis Daroca. El proyecto se entrega en 2007 y se contrata la obra a Construcciones Manzano. El presupuesto total ascendía a 895.000 euros, sin contemplar la posterior musealización. Sin embargo, antes de comenzar la obra la Junta dio marcha atrás.

Tras una serie de conversaciones se llega a un acuerdo para hacer una actuación más pequeña de conservación muy alejada del proyecto original, aunque la idea del museo se mantenía. La inversión se reducía a 225.000 euros y la actuación se encamina a eliminar las humedades, solucionar las fisuras y grietas, eliminar elementos que alteraban el patio, arreglar la fachada dándole ese color almagra que ahora tiene, cambiar forjados de madera, restaurar la azulejería o sustituir la carpinterías en mal estado. Los trabajos se ejecutan en 2009. En 2010, la Junta informa al arquitecto de que la casa se destinaría finalmente a acoger oficinas. Se le da así la puntilla a un proyecto que en su momento se consideró de gran interés para la ciudad. El Consejero de Cultura que entierra el proyecto es Paulino Plata.

Rosa Aguilar, el catedrático Enrique Valdivieso y Juan Espadas durante la presentación de la cesión de la casa por el Año Murillo. Rosa Aguilar, el catedrático Enrique Valdivieso y Juan Espadas durante la presentación de la cesión de la casa por el Año Murillo.

Rosa Aguilar, el catedrático Enrique Valdivieso y Juan Espadas durante la presentación de la cesión de la casa por el Año Murillo. / José Ángel García

Una nueva oportunidad surge en el año 2016 cuando se preparan los fastos por el IV centenario de Murillo. El Ayuntamiento propone que sea recuperada con este motivo. En marzo de 2017, la parlamentaria popular Alicia Martínez solicita que se pongan los medios necesarios para que esto se haga. La reconversión de nuevo en casa de autor no sería muy complicada, puesto que muchos de los muebles y enseres se conservan en el Museo de Artes y Costumbres Populares o en el Bellas Artes.

La Junta, siendo consejera de Cultura Rosa Aguilar, atiende la petición y cede la casa para desarrollar diversas actividades durante el Año Murillo, aunque sólo se desaloja la planta baja, quedando esa entrega a medias. En febrero de 2019, el Ayuntamiento vuelve a solicitar a la Junta la cesión para hacer una casa-museo. Y hasta ahora.

La casa durante la celebración del Año Murillo. La casa durante la celebración del Año Murillo.

La casa durante la celebración del Año Murillo. / Juan Carlos Vázquez

"Esta casa debería ser el gran centro dedicado al fantástico momento cultural y artístico que fue el barroco sevillano, pero parece que no tenemos suerte. No sería muy complicado de llevarlo a cabo puesto que en el testamento de Murillo se detalla lo que había en cada habitación. Las piezas que se reunieron para su primera apertura están localizadas. Las oficinas del flamenco podrían estar en otro lugar perfectamente", lamenta Joaquín Egea presidente de Adepa.

Sevilla debería contar cuanto antes con esta casa de autor, como Toledo tiene la suya con el Greco, Madrid con Lope de Vega o la pequeña ciudad inglesa de Stratford-upon-Avon con Shakespeare. Más es así cuando en la ciudad están en marcha otros dos proyectos de casa vinculados a personajes sevillanos. Uno de ellos es privado, el de la Casa Natal de Velázquez; el otro, municipal: la Casa de Cernuda. Junto a la Casa de Murillo, Sevilla daría un enorme salto cultural.

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