Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
mes de la salud masculina
Cada noviembre, el movimiento Movember recuerda a los hombres algo que culturalmente han intentado olvidar: que también enferman, que también temen y que también deben cuidarse. Bajo el símbolo del bigote, la campaña internacional pone el foco en el cáncer de próstata, el cáncer testicular y la salud mental masculina. Pero la brecha sigue ahí. Los hombres continúan consultando tarde y en silencio. En la Urología, ese silencio pesa tanto como un diagnóstico.
A la dimensión física se suma una vertiente que Movember lleva años subrayando: la salud mental masculina. Los hombres tienen mayor dificultad para verbalizar el malestar psicológico, pedir ayuda o reconocer ansiedad y miedo, lo que se traduce en un mayor riesgo de aislamiento. Problemas íntimos como la disfunción eréctil, un PSA alterado o un bulto inesperado no sólo afectan al cuerpo, sino que despiertan temores vinculados a la identidad, la pareja y la autoestima. Por eso los especialistas piden abordar la salud del hombre como un todo, no como piezas desconectadas.
"Lo que más le cuesta a un hombre no es contar un síntoma, sino aceptar que algo le obliga a dejar de ser quien cree que es", explica Jaime Bachiller, jefe de Urología del Hospital San Juan de Dios del Aljarafe y Hospital San Juan de Dios de Sevilla y secretario de la Asociación Andaluza de Urología. Lo ve a diario en su consulta. "Miradas que bajan, respuestas que tardan, dudas que no tienen que ver con el cuerpo sino con la identidad", matiza.
Hay una frase que para él es un termómetro perfecto del miedo: “Doctor, ¿de verdad que esto no será nada?”. No buscan una descripción clínica. Buscan una tregua emocional, una confirmación de que su vida no está a punto de cambiar. Tras ese nada se esconde el temor al cáncer, a la pérdida de control y a la posibilidad de dejar de ser el hombre que su entorno espera. “Muchos vienen obligados por su mujer. Es el síntoma cultural más claro”, apunta.
La raíz del miedo no suele ser la sexualidad ni la edad, sino la pérdida de invulnerabilidad. "El varón educado en aguantar, resistir y no pedir ayuda se desmorona cuando la realidad lo contradice", afirma el doctor. "La gran rotura es descubrir que no somos indestructibles", afirma. Lo ve a diario, literalmente. "En estos últimos días, mismamente, tuve que dar dos diagnósiticos de cáncer de prostara a dos pacientes, uno lo esperaba, pero el otro se desplomó emocionalmente. Curamos el cuerpo, pero el alma queda tocada porque sienten amenazada su existencia", aclara el facultativo.
Sin embargo, algo está cambiando. Movember no sólo promueve revisiones; también promueve conversación. Y las nuevas generaciones hablan. "Hace 15 años el hombre venía, decía lo mínimo y esperaba una solución técnica. Hoy cuenta cómo le afecta a su autoestima, a su relación o a su trabajo. Son más honestos, más abiertos y menos defensivos", asegura Bachiller. En su opinión, la pandemia aceleró este giro. "La fragilidad dejó de ser abstracta", sostiene.
El terreno de la sexualidad sigue siendo donde más se arrastran mitos. Durante décadas, la masculinidad se midió por la capacidad de tener una erección perfecta, siempre y en cualquier circunstancia. "Era una trampa psicológica. Cuando fallaba, destrozaba la autoestima", señala el urólogo. A esa presión se suman ahora las redes y la pornografía, que proyectan estándares irreales de rendimiento y deseo. Pero el especialista recalca que la sexualidad actual se basa "comunicación, intimidad y cuidado mutuo, no sólo rendimiento".
En consulta, la diferencia entre géneros sigue siendo evidente. "La mujer afronta mejor. Racionaliza mientras el hombre se bloquea", indica el urólogo. El miedo no es sólo a lo que se tiene, sino a lo que se puede dejar de ser: compañero, padre, referente. Y también pesa la falta de control ante un camino que no dominan.
Con todo, el especialista deja una lista clara de señales de alerta. "Problemas persistentes de erección, sangre en la orina, PSA alterado, bultos o dolor testicular y cambios bruscos al orinar son todos motivos que requieren consulta", indica.
Con campañas como Movember se insiste cada año en las cifras y es que el cáncer de próstata es el más frecuente en hombres, el testicular es el más común en jóvenes y el suicidio continúa siendo una de las principales causas de muerte masculina. Las campañas buscan algo tan simple como decisivo: que acudan antes, que hablen antes.
Bachiller lo resume con una metáfora sencilla. "A los coches los llevamos al taller antes de que se rompan. Con nuestro cuerpo deberíamos hacer lo mismo", afirma rotundo. Romper la barrera cultural es, en última instancia, el objetivo. "No tenemos que ser fuertes siempre. Somos padres, hermanos, hijos y maridos. La vida es para compartirla. Ante cualquier duda hay hablar y pedir ayuda", sentencia.
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