Desde el Ejército y la Iglesia, a todos agentes sociales y económicos y la sociedad civil. Antonio Muñoz reunió, pese a las limitaciones por la pandemia, a invitados de toda Sevilla y también de fuera. Un respaldo que el nuevo alcalde reclama para la ciudad porque “solos no podemos”, apuntó en relación a la falta de recursos para hacer frente a las carencias, algunas endémicas.

Tiene claro que su obligación es sumar. ¿Cómo hacerlo después de años de agravios y falta de inversiones?  La clave está en la creación de un gran reto que una y cohesione a todas las Administraciones y las comprometa. Un proyecto común, en definitiva que ahora presenta Muñoz, aunque lleva un tiempo fraguándose. La idea pasa por aprovechar el centenario de la Exposición de 1929, que supuso la entrada de Sevilla en la modernidad, para dar un nuevo salto hacia la vanguardia y, a falta de una Expo como la del 92, que aclaró que nadie está reivindicando, elaborar un listado de proyectos concretos y estrategias de rehabilitación y recuperación del patrimonio y, de paso, del orgullo de ciudad. Un consorcio, una cumbre, un museo... inversiones centralizadas en Sevilla con el argumento del 29 que permitan que la ciudad crezca hacia el sur, que se levante su distrito portuario o se transforme Altadis y, entre otros aspectos, que se concrete en avances reales en la red de Metro o infraestructuras como la SE-40.

Es un plan trazado para ocho años, los que se plantea Muñoz en la Alcaldía después de aceptar el reto de relevar a Juan Espadas. En menos tiempo es imposible y, por ello, los planes estratégicos diseñados por su equipo tienen su horizonte en 2030.

Muñoz asegura que sin alianzas, con lo público y privado, no es posible alcanzar grandes logros

La reivindicación es la principal prueba que deberá superar el nuevo alcalde si quiere aprobar el examen de revalidar en 2023 para el PSOE su principal Alcaldía en España, la de la cuarta ciudad del país y la capital de Andalucía. De momento, cuenta con apoyo institucional y orgánico, pero  ahora toca pasar a la acción. Ayer esbozó cualidades que corresponden a un buen político: vocación de servicio público; una mezcla de   espíritu de justicia y sentido estratégico que define el talento político, la margen de los fanatismos; inteligencia para rodearse de un buen equipo y buscar la opinión fuera más imparcial; prudencia para reconocer riesgos y evitar comprometerse con proyectos para los que no tiene recurso;   innovación y valentía y disposición para dar la cara y explicarse bien y también sagacidad necesaria para no engañar ni ser engañado.

Éstos son días de aduladores, su logro será no caer en la autocomplacencia como pregona y no dejar correr el poco tiempo que tiene para demostrarlo.