"Cuando un mandato dura más de ocho años llegan las malas prácticas"

Luis Uruñuela, ex alcalde de Sevilla

Miles de sevillanos 'tomaron' la Plaza Nueva el 21 de abril de 1979 para saludar al primer alcalde de la nueva etapa, un andalucista que no se identifica con sus sucesores y rechaza el urbanismo y el Metro de hoy. Su consejo: mayor respeto y nivel político.

"Cuando un mandato dura más de ocho años llegan las malas prácticas"
"Cuando un mandato dura más de ocho años llegan las malas prácticas"
María José Guzmán

17 de octubre 2010 - 05:03

Luis Uruñuela (Sevilla, 1937) accede gustoso al ofrecimiento para repasar algunos episodios de su mandato en el Ayuntamiento de Sevilla, el más corto de la democracia. También a radiografiar las tres décadas posteriores a las que ha asistido como ciudadano comprometido con su ciudad. Sólo establece un criterio: no entrar en opiniones personales sobre el resto de alcaldes. Este abogado, líder histórico del andalucismo, tiene un hijo y cuatro hijas y sólo una ha ejercido la política, de la que él se retiró hace ahora más de 20 años. Tiene una calle y también medalla de la ciudad. A siete meses de la cita con las urnas, reflexiona sobre las nuevas formas y herramientas electorales: "Figúrese, yo en Facebook en mi época aún servían los mítines y los carteles pegados en las farolas, mi hija Raquel los contaba: un papá, otro papá, otro papá… Es lo que había".

-Todavía le recuerdan y le saludan por la calle con afecto.

-Incluso los que no me votaron ni votan a mi partido.

-Y su mandato ha sido por ahora el más corto de la democracia.

-No me volví a presentar, quizás fue un error mío… El último año fue una pesadilla: era alcalde, presidente del grupo en el Parlamento andaluz y me tuve que hacer cargo del partido porque dimitió el secretario general, Alejandro Rojas Marcos. También fui candidato a la presidencia de la Junta.

-¿Cuál es la justa medida de un mandato?

-Yo creo que ocho años; menos es poco, a mí no me dio tiempo a inaugurar nada. Y más es excesivo, empiezan las malas prácticas.

-Monteseirín va camino de doce. No repetirá. ¿Es acertado?

-El cambio es favorable, sin duda. Los mandatos largos desgastan.

-¿Y el que más tiempo lleva es siempre el más criticado?

-Es lo lógico.

-¿Cree que se ha ido devaluando la figura del alcalde?

-Creo que tuve un plus favorable, el de la situación colectiva de las primeras elecciones democráticas. La gente estaba muy ilusionada y me sentía como su alcalde, los que me votaron y también los que no.

-La situación ahora es otra.

-Hay muchas diferencias entre mi mandato y los que han venido después. Lo primero era el enorme interés del pueblo; luego, el debate entre los candidatos se centraba en la presentación y defensa de las ofertas y ahora se producen demasiadas descalificaciones. Y después los escasos recursos que teníamos.

-Salvando las distancias, ahora la situación también es de crisis.

-Cuando yo llegué tenía 3.690 millones de presupuesto, unas 60 veces menos proporcionalmente que ahora, y me fui dejando un presupuesto de 11.500 millones, a todas luces también insuficiente. Fue muy complicado. Las entidades financieras no querían prestar dinero a los ayuntamientos, porque sabían que no iban a cobrar. Pero logré pactar con 11 entidades un préstamo de 1.000 millones de pesetas con los que hicimos un plan de inversiones. Y todo con funcionarios municipales, sin asesores…

-¿Cree que hay demasiados?

-Sin duda, sobre todo en esta situación de crisis.

-Necesitó pactar para ser alcalde.

-Sí, pero hay un tópico que plantearon desde el PSOE. Se dijo que los andalucistas habíamos cambiado Huelva y Granada por Sevilla. Es falso e imposible, nadie tenía nada. A nivel nacional había un pacto socialcomunista, del PSOE y el PCE, que acordó que la lista más votada se llevaría la Alcaldía. El PSA tenía la llave de seis capitales andaluzas. Arrancamos la negociación pidiendo tres, donde teníamos más votos: Sevilla, Granada y Huelva y cuando la negociación se puso dura decidimos atrincherarnos en Sevilla, donde teníamos la organización .

-También hubo que pactar luego.

-Tuvimos que gobernar con la legislación franquista. En mi gobierno, yo incluso tenía que tener a la oposición, es absurdo, pero el órgano de gobierno era la comisión permanente y allí estaba UCD, aunque el acuerdo para gobernar se alcanzó entre el PSA, el PSOE y el PCE.

-Exceptuando el mandato del socialista Manuel del Valle, que le sucedió, los pactos se han ido reeditando. ¿La convivencia siempre ha sido difícil?

-En mi época creo que menos. Había más voluntad de hacer las cosas lo mejor posible, aunque alguna zancadilla había… es lógico. El PSOE quería apuntarse tantos e incluso llegó a plantearme en más de una ocasión que gobernara sólo con ellos. Pero el estilo humano y personal era muy distinto. Todos los integrantes de la corporación llegamos a ser amigos. Luego ha habido de todo.

-Pactos difíciles y necesarios.

-Los números son los números. Hay quien dice que el alcalde debe salir del partido más votado. Me parece bien, cambiemos la ley.

-De haberse cambiado, en el mandato actual el alcalde sería Juan Ignacio Zoido.

-Y en mi época López Palanco, de UCD. Una historia desconocida.

-Cuéntela. Incluso el PSOE obtuvo más votos que su partido, ¿no?

-Sí. Los andalucistas dimos el voto a Adolfo Suárez en Madrid para su investidura y el PSOE y el PCE hicieron una campaña feroz contra nosotros en Sevilla. Eso fue tres días antes de las municipales de 1979. Las encuestas daban un empate entre UCD y PSA, ambos tenían entre 9 y 10 concejales. Al final, UCD consiguió 9, nosotros 8, como el PSOE, y quien ganó fue el PCE, que pasó de 3 a 6.

-De ser alcalde ahora, pactaría con IU, el actual socio de gobierno.

-El problema no son los pactos, sino el reparto posterior, el que se hace después de pactar.

-En el actual escenario municipal, ¿cree que es difícil conseguir mayoría absoluta?

-Sí y mucho más difícil que en unas autonómicas y generales.

-¿Qué nivel tienen los políticos de ahora?

-El nivel ha bajado en todos los ámbitos. Hay mucha diferencia con los políticos, verdaderos hombres de Estado, de la Transición.

-Eran políticos de vocación, ¿no? Ahora hay otros de profesión.

-Hay más de uno y más de dos. Entonces prácticamente todos eran personas que ya tenían su vida profesional, de éxito, y se entregaban también a la causa democrática, de manera sincera.

-¿Falta honestidad?

-Se ha perdido el respeto. Los andalucistas también hemos sido víctimas de campañas sucias, como la que organizó Alfonso Guerra a cuenta del famoso artículo 151 y la autonomía… Entonces la voz de Felipe y Guerra era la voz de dios, pero eso es otra historia.

-Uno de los papeles de la oposición es ser críticos con el gobierno, ¿no?

-En mi época también era crítica, pero, salvo excepciones, las diferencias se centraban en el debate, no en lo personal como ahora.

-¿Y eso perjudica a la ciudad?

-Sin duda. En general, veo que Sevilla tiene menor protagonismo y peso en España y en el mundo, a pesar de la proyección que adquirió con la Expo del 92.

-Y de la que usted tuvo gran parte de la culpa.

-Yo puse en marcha la idea del V Centenario con la autorización del Rey, que fue quien primero habló del protagonismo natural de Sevilla en esta efeméride. Mi moción se aprobó por unanimidad en el Pleno y luego vino la Expo 92.

-Pero usted y su mandato no fue referente en esos actos, ¿no?

-El propio Rey, en la inauguración, cuando le saludé me dijo: "¿Te acuerdas, alcalde, cuando nadie creía en esto y todos nos tiramos a la piscina?". En todos los discursos que hubo ese día nadie se acordó de ello y el propio Rey, algo propio de él, me dijo también: "Tu amigo (Rojas Marcos) no te ha citado en el discurso".

-¿Y a nivel municipal? ¿Qué le falta o le sobra a Sevilla?

-Hay cosas con las que no estoy nada de acuerdo, como el Metro que se está construyendo.

-Usted inició los primeros kilómetros y pozos.

-En la Plaza Nueva, la Alameda y la Puerta de Jerez. No concibo un Metro que no llegue al centro. Y eso se paró por razones que no comparto: Felipe González le dijo a Manolo del Valle que o Metro o Expo. Y luego llegaron otras explicaciones: que si es un túnel sin salida, que si es una amenaza para la Catedral… como si no hubieran soluciones técnicas. Y lo peor, llegó a decirse que los sevillanos no estábamos acostumbrados a bajar a profundidades tan grandes. Tan catetos no seremos, ¿no?

-Luego el Metro lo continuó otro andalucista, Alejandro Rojas Marcos, pero también es otro Metro.

-Continuar la obra fue una condición fundamental que puso él, pero tuvo que pasar por el proyecto que estaba dispuesto a construir el PSOE. Incluso Monteseirín, después de todo lo que había montado el PSOE, llegó a pedir un ramal hasta la Plaza Nueva. Y ése fue el origen del Metrocentro.

-También usted fue el primero en hablar de peatonalización.

-Sí, la estudiamos, pero no teníamos dinero para hacer nada.

-Ahora se está blindando el centro al tráfico privado.

-A mí lo que no me parece bien es la peatonalización sin sentido y sin resolver problemas de tráfico, una ciudad no puede comerse los coches de la noche a la mañana. Yo estoy en contra de la política urbanística que, bajo epígrafes de piel sensible y todo este montaje, ha cometido un verdadero crimen en la Alameda, la Alfalfa o la Plaza del Pan, por no hablar de las setas.

-¿Un crimen estético?

-Sí. Hay que respetar el paisaje urbano que nos lega la historia. Las farolas feas son feas en cualquier sitio, no me gusta el mobiliario Ikea, se pueden hacer cosas innovadoras en el Polígono Aeropuerto, por ejemplo.

-Por cierto, fue una de sus grandes operaciones urbanísticas.

-La mejor y mayor de toda la democracia en Sevilla. Y la hice sin el apoyo de mis socios de gobierno. Llegué a un pacto con la junta de compensación por el que se cedía al Ayuntamiento solares por valor de 13.000 millones de pesetas. Y lo llevé al Pleno. No tuvieron otra que pasar por el aro, pero podría haberlo aprobado con los votos de UCD.

-¿Qué gran operación urbanística echa usted en falta?

-Hay que resolver Tablada.

-¿Cuál sería su apuesta?

-Aquello es grande, manteniendo una zona verde importante, caben otros usos limitados y acordes con los intereses de la ciudad.

-¿Alguna otra?

-Hay que terminar Fibes. Y, a estas alturas no se puede, pero habría que hacer algo con la Encarnación. Me gusta la buena arquitectura moderna, pero no en el casco histórico. El turista no viene a ver las farolas de la Plaza del Pan, viene a ver la Sevilla antigua, la clásica, la romántica, lo que queda de la árabe… El turismo es importantísimo para la economía de la ciudad, debería tenerse en cuenta. Pero ya qué se puede hacer… con todo lo que ha costado.

-El urbanismo va por un lado, el empleo por otro… cada socio gobierna un área.

-Pero el alcalde tiene sus competencias propias. Es una autoridad en sí. Por eso yo pude negociar temas por mi cuenta y después llevarlos al Pleno.

-¿Falta en estos tiempos que se escuche más la voz del alcalde?

-Bueno, hay temas que no son muy agradables… es mejor no levantar la voz.

-Temas que han acabado en los tribunales.

-Eso es algo impensable en mi época. No nos pasaba por la mente. En la operación del Polígono Aeropuerto se movió mucho dinero y hubiera sido fácil meter la mano ahí, porque a la Junta lo que le interesaba es que el proyecto se aprobara y a nadie se le ocurrió nunca sugerir ni siquiera un trato de favor.

-Usted destituyó a un concejal por enterarse de un asunto en la prensa. Hoy también eso es impensable, ¿no?

-No me tembló la mano. Lo cesé por deslealtad.

-Hoy se enteran de que delegados municipales participan en piquetes informativos, como ocurrió en la pasada huelga general. ¿Comprende usted que se guarde silencio y no se actúe en este tema?

-El piquete… ya. Hoy hay muchos contrastes con mi época.

-¿Echa en falta al andalucismo en el panorama municipal?

-Su ausencia es muy perjudicial para Sevilla. El PA ha prestado grandes servicios a Andalucía y a Sevilla, que ha tenido dos alcaldes.

-Muy diferentes, por cierto.

-Todos somos diferentes. Pero quitando a Alejandro Rojas Marcos y a mí, hemos presentado a políticos de primera línea, como Pepe Núñez. Hay quien me dice en la calle: "Qué pena que no haya un Partido Andalucista fuerte, don Luis". Y yo les pregunto que a quién han votado en las últimas elecciones, por supuesto que al PA ninguno.

-¿Y cuál es el problema entonces?

-Unos hablan de las divisiones en el partido... En todos las ha habido. Que se lo pregunten a Pepe Caballos o Luis Carlos Rejón. ¿Qué pecado capital ha cometido el PA con Sevilla y Andalucía? Me lo tendrían que explicar. Sólo mediante el apoyo de los electores podría salvarse el partido.

-¿Tiene usted esperanzas en Pilar González, la candidata a la Alcaldía de Sevilla?

-Es una mujer joven pero madura, preparada, sensata, agradable…

-Hay quien opina que se equivocó de partido.

-Pero el andalucismo debe resurgir de nuevo en Sevilla, eso es muy necesario.

-La candidata cuenta con una oposición difícil.

-A Juan Espadas lo conozco, me parece una persona seria y trabajadora, pero un poco desconocido, claro que su partido tiene herramientas de sobra para darle a conocer, sin duda.

-Y éste se enfrenta a Zoido, que lleva ya años dándose a conocer.

-Zoido ha arrancado la jugada desde la portería, tiene ventaja.

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