Un mercado por explorar

Un grupo de turistas musulmanes. / D. S.
Diego J. Geniz

SEVILLA, 27 de febrero 2017 - 09:06

"El legado andalusí de Sevilla, formado por el Alcázar, la Giralda o la Torre del Oro, junto a la cercanía geográfica de países del Magreb y norte de África, la dotan de una gran capacidad de atracción del turismo halal, pese a que aún no está explotado ni en la capital andaluza ni en España". Éste es el resumen que el Consorcio de Turismo recoge en el Plan de Acción Turístico -presentado el pasado martes- sobre uno de los nuevos mercados hacia donde se quiere enfocar esta actividad los próximos años.

El análisis es totalmente certero. El patrimonio hispalense es un aliciente de considerable importancia para atraer al turismo musulmán, sin embargo, la falta de vuelos directos con países del Golfo Pérsico y Oriente Medio, así como de negocios con el certificado halal impiden que Sevilla se convierta en destino preferente de estos visitantes, caracterizados por su alto poder adquisitivo.

Samuel Sanz Barrera es un sevillano de 33 años que puso a finales de 2013 en marcha un negocio dirigido al turismo musulmán. Lo hizo junto a su socio Yusuf Sánchez Rodríguez, que conoce bastante bien dicho mercado pues ha pasado buena parte de su vida en los Emiratos Árabes y Marruecos. La empresa se denomina Bab Al-Andalus Luxury Travel, y se encarga de prestar servicios (guías, hoteles y entradas a monumentos, entre otros) a las agencias de los países musulmanes. Hasta ese momento no había ninguna compañía especializada en este segmento de visitantes. "Queríamos diferenciarnos bastante de las empresas turísticas generalistas, de ahí que nos inclináramos por Oriente Medio", explica Sanz, quien añade que, en contra de lo que se cree, "los Emiratos Árabes no son el mejor emisor de visitantes. Arabia Saudí es mucho mejor como mercado".

El turismo halal se caracteriza por una serie de rasgos que lo hacen un mercado muy "apetecible" para cualquier país donde el turismo sea una fuente principal de ingresos, como ocurre en España. "La mayoría de estos visitantes tienen más de 50 años y solicitan servicios privados, no en grupo", explica el empresario. Suelen pasar, como mínimo, una semana en los lugares de destinos y el nivel de gasto al día rara vez es inferior a los 300 euros por persona. "Algunas parejas llegan a desembolsar 15.000 euros en una semana", detalla Sanz.

"No se trata de un turismo de gran volumen, pero sí que generan grandes beneficios", añade este emprendedor sevillano. Su empresa atendió en 2016 a 160 visitantes musulmanes que se alojaron en España, pero sólo un 10% vino a Sevilla. En este sentido, Madrid, Barcelona y la Costa del Sol se llevan la palma. En las dos primeras ciudades existen políticas para atraer a este mercado, además de numerosos hoteles y restaurantes que cuentan con el certificado halal, que garantiza una atención especial a la gastronomía y ritos musulmanes. La tradición de los jeques árabes por pasar largas temporadas en la Costa del Sol ha provocado que muchos ciudadanos de estos países acudan a este litoral andaluz.

En la capital hispalense, sin embargo, dicho desarrollo es nulo, situación que reconocen los actuales responsables municipales. Actualmente no existe ningún establecimiento que cuente con el certificado que acredite el cumplimento de los requisitos para recibir a un musulmán, distintivo que otorga el Instituto Halal. El director de la oficina madrileña de esta entidad, Tomás Guerrero, reconoce que Sevilla -junto a Córdoba y Granada- posee un patrimonio "envidiable" para acoger a estos visitantes; sin embargo, está a años luz de posicionarse como destino preferente.

Los últimos datos oficiales que posee el Instituto Halal sobre la afluencia de musulmanes a España se remontan a 2014. Aquel ejercicio se recibieron a dos millones, un 18% más que en 2013. La mayoría procedían de Argelia, Turquía y Marruecos, aunque también era considerable el porcentaje de los que llegaron desde Arabia Saudí, Emiratos Árabes e Indonesia. "Los números seguramente sean más altos, ya que para este cálculo sólo se consideran musulmanes aquellos viajeros que vienen de países donde dicha religión es mayoritaria", apunta Guerrero. Durante 2015 y 2016 dicho volumen habrá crecido considerablemente, una subida a la que ha contribuido la incertidumbre política y social que se vive en estados como Turquía, Egipto o Túnez, lo que ha llevado a muchos musulmanes a desistir de pasar sus vacaciones en estos países.

En dicho informe también se incluye el nivel de gastos en compra de estos visitantes, ya que el shopping de lujo es uno de las predilecciones a la hora de viajar. Los emiratíes se dejaron una media de 600 euros por persona en las tiendas, cantidad que llegó a los 486 euros en el caso de los kasajos (habitantes de Kazajistán) y a los 440 en el de los quataríes.

Llama la atención que, pese al pasado de la cultura musulmana en el legado patrimonial de Sevilla, no exista ningún negocio que cuente, a día de hoy, con el certificado halal. Esta acreditación la poseen, sobre todo, hoteles y restaurantes, aunque también en España la han conseguido diversos parques temáticos. En el caso de los hoteles, los encargados de expedirla se centran en dos aspectos. Por un lado, la alimentación, que ha de cumplir las condiciones de la gastronomía musulmana. En ella queda prohibido el alcohol, el cerdo y todo animal que no haya sido sacrificado correctamente. Estos requisitos no suponen que tenga que construirse una cocina independiente, pero sí que dichos alimentos queden separados del resto. Tampoco se podrán emplear los mismos utensilios, se requiere de unos de uso específico para la comida halal. "Se ha de garantizar que no se produzca ninguna contaminación en el proceso de elaboración", añade Guerrero, quien detalla que "no se puede freír un filete de ternera para un musulmán en la misma sartén donde se ha cocinado un secreto ibérico".

El segundo aspecto que se valora se refiere a las habitaciones y las dependencias comunes de los hoteles. Para lograr el certificado conviene retirar del minibar las bebidas alcohólicas y aquellos productos que no sean halal. También se recomienda proveer de un Corán la habitación, que ésta cuente con alfombras, una indicación sobre la dirección a la que ha de orientarse el huésped para rezar hacia la Meca y que los aseos estén preparados para las abluciones. Además, también se aconseja ofrecer al cliente musulmán información sobre las horas en las que deben realizarse las oraciones según el huso horario del país y que el establecimiento cuente con una dependencia que se pueda habilitar como sala de oración.

El director del Instituto Halal incide en que ofrecer estos servicios "no supone un coste importante para los negocios turísticos, pero sí una debida formación a quienes trabajan en el sector". El empresario sevillano Samuel Sanz aclara, en este punto, que dentro de los musulmanes hay quienes son más "estrictos" y otros que "no llevan tan a rajatabla el cumplimiento. Se trata, en todo caso, de que perciban que existe un trato especializado hacia ellos y de que se han preocupado por hacer lo más cómoda posible su estancia", añade este emprendedor.

A la falta de certificados halal se une un problema de mayor envergadura que obstruye la llegada de más turistas musulmanes. Por un lado, la escasez de promoción. Sanz asegura que su empresa le envió hace unos meses una propuesta para relanzar Sevilla como destino de estos visitantes, "un proyecto que quedó en el aire. Los certificados halal son importantes, pero hasta cierto punto. Lo trascendental es la promoción. Nosotros hacemos muchas acciones comerciales dirigidas a estos países y a ellas el Ayuntamiento nunca asiste", afirma este sevillano.

Guerrero, por su parte, centra la responsabilidad en el sector privado. "Los empresarios turísticos sevillanos aún no son conscientes de las oportunidades que el sector halal representa para sus negocios", asevera. "Una ciudad con bastantes certificados halal supone un incentivo para que un musulmán la visite. De lo contrario, se tendrán que conformar con comerse un kebab, algo que la aleja de sus destinos de preferencia", destaca este especialista.

Preguntado sobre si la existencia de una mezquita -como la que reclama la Comunidad Islámica Mezquita Ishbilia en Sevilla Este- supondría un incentivo para atraer a estos turistas, el director de la oficina madrileña del Instituto Halal se muestra escéptico: "Podría ser un atractivo más, pero los musulmanes vienen a Sevilla para disfrutar de su pasado patrimonial ligado con la cultura andalusí, de su fútbol, tiendas y servicios exclusivos, pero no tendrán entre sus preferencias admirar un templo de reciente construcción que pueden contemplar en Londres o Múnich".

El segundo hándicap que impide que este tipo de turismo se desarrolle es la escasez de vuelos directos con los países del Golfo Pérsico y Oriente Medio. Unas conexiones en las que llevan bastante ventaja los aeropuertos de Madrid, Barcelona y Málaga. Dicho déficit provoca que la llegada principal de turistas musulmanes a Sevilla sea a través del AVE.

Un grupo de

turistas

musulmanes.

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