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¿Por qué la muerte tras la detención de Mairena no es comparable a los casos de EEUU?

Investigan la muerte de un hombre tras ser reducido por la Guardia Civil en Sevilla

El caso de Carlos B. G., el hombre de 37 años muerto en Mairena del Aljarafe días después de ser reducido y detenido por la Guardia Civil, ha sido comparado ya con algunos de los ocurridos en EEUU. El propio abogado del padre del difunto, Luis Romero, aseguró que el vídeo de la intervención le recordó a la muerte de Eric Garner, en 2014 en Nueva York. Aquel episodio dio origen al movimiento Black Lives Matter, que se reactivó después con la muerte de George Floyd en Mineápolis en 2020.

Expertos policiales consultados por este periódico aseguran que la muerte de Carlos se asemeja poco o nada a estos sucesos. En primer lugar, apuntan, porque se produjo una intervención "proporcionada y muy profesional" ante una persona que se encontraba completamente fuera de sí y muy agresiva, y que se siguió el protocolo establecido para estos casos. Fue el padre el que había llamado a la Guardia Civil pidiendo asistencia urgente porque acababa de mantener una pelea muy violenta en el interior de la casa. El hombre tenía dos martillos, uno de los cuales lanzó a los guardias civiles nada más llegar.

Carlos había consumido cocaína y así lo dice el padre tanto en su denuncia como en los vídeos que grabó de la intervención y la posterior reanimación. Varios policías y guardias civiles con dilatada experiencia en las calles aseguran que inmovilizar a una persona bajo los efectos de esta sustancia es una tarea muy compleja, para la que a veces se requieren varios agentes. La persona a la que se pretende reducir suele no atender a las indicaciones y prestar escasa colaboración, y en la mayoría de las ocasiones intenta agredir a los agentes.

En el caso de Mairena del Aljarafe, ocurrido la tarde del 12 de septiembre, los guardias civiles se encontraron con un hombre que iba armado con un objeto contundente. Los agentes lo redujeron con las defensas policiales reglamentarias. No había barras "metálicas plegables" (expresión utilizada por los padres en su denuncia) distintas a las de dotación. La intención de los guardias fue en todo momento la de inmovilizar a una persona que oponía una "resistencia activa y contundente", para que no agrediera a los agentes ni tampoco se autolesionara.

Fue después de la reducción, ya con los grilletes puestos y no antes, cuando entró en parada cardiaca. Por ello, las mismas fuentes consideran que no hay relación directa entre la intervención policial y las lesiones que le provocan la muerte, sino que ésta llegó por el consumo masivo de estupefacientes. Tendrá que ser la autopsia la que determine las causas exactas del fallecimiento. 

Una vez que Carlos había perdido la consciencia, los agentes intentaron reanimarlo durante media hora. Esa operación también fue grabada en vídeo por el padre del difunto, al que se oye en varias ocasiones en el vídeo. Una de las frases que dice es "todo es culpa de la droga". La madre asegura que su hijo "sufre apnea". Después, el hombre fue trasladado al Hospital de San Juan de Dios de Bormujos, donde permaneció una semana ingresado sin despertarse y donde murió finalmente el 19 de septiembre, una semana después de los hechos.

Lo cierto es que para reducir a una persona que se comporta de forma alterada y agresiva y está bajo los efectos de las drogas hace falta emplear una fuerza mínima, pues difícilmente obedece las indicaciones. Este episodio vuelve a reabrir el debate sobre la necesidad de que los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad puedan llevar de dotación armas intermedias entre la defensa y la pistola. Una solución por la que ya han optado numerosas policías locales de la provincia de Sevilla es el uso de dispositivos electrónicos de control, llamados comúnmente pistolas eléctricas o tasers, por la marca más conocida.

En la capital andaluza hubo hace unos años, en 2014, un caso parecido al de Mairena del Aljarafe, que le ocurrió a la Policía Local de Sevilla en la Macarena, donde un hombre, también de 37 años, murió tras ser reducido cuando se encontraba bajo los efectos de los estupefacientes. El abogado Luis Romero, que ejercerá la acusación en el caso de Mairena y que ve similitudes con los casos de EEUU, fue precisamente quien defendió a Casimiro Villegas, un policía local que tiroteó a los ladrones que entraron en su casa en el año 2011. El agente fue condenado a dos años y medio de prisión.

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