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Cuando el principal enemigo es el rumor

  • El protocolo de intervención activado impidió que la ola de nervios e histeria se expandiera como en el año 2000

Una serie de hechos que coinciden en el espacio y en el tiempo, que provocan los nervios en decenas personas y que derivan en múltiples situaciones de histeria. Una secuencia de sucesos que no merecen más calificativo global que el de "accidente". Quienes velan por la seguridad tienen muy clara la explicación de lo ocurrido la pasada Madrugada. "No hay más". Claro, que es la segunda vez que ocurre en la misma década. La Madrugada ha vuelto a estar en jaque, aunque esta vez la ola de histeria no se expandió por diferentes zonas. ¿Por qué? En primer lugar, por la puesta en marcha de un operativo especial que en aquel fatídico 2000 no existía. Una vez que se recibió el primer aviso (4:00) se movilizaron en el eje conformado por Reyes Católicos, San Pablo y Plaza de la Magdalena agentes de las policías Nacional y Local, personal de Protección Civil y del 061. Este eje se dividió en tres zonas. La zona número 1, conformada por el Puente de Triana y alrededores, donde un supuesto apuñalamiento sembró los nervios; la zona número 2, por los alrededores del Burger King, donde llegó el eco de una pelea con vasos rotos de un bar de copas de la calle Julio César, y la zona número 3, por la Plaza de la Magdalena, Rioja y entorno, donde a un episodio de violencia de género le siguieron carreras y la caída de una motocicleta en la calle José de Velilla con desprendimiento de combustible.

Los policías actuaron en ese eje tanto de uniforme, para disuadir a cualquier gamberro y dar sensación de calma y control entre los espectadores de la Esperanza de Triana y del Calvario, como de paisano, para obtener información directa sobre posibles alborotadores. En diez minutos ya se daba oficialmente por controlada la situación.

El protocolo especial dictaba que sólo se hiciera uso del número imprescindible de ambulancias y que cualquier coche de emergencia debía recorrer la zona con las sirenas desactivadas. Hubo agentes que calmaron a muchos ciudadanos, reduciendo los cuadros de ansiedad, para evitar la llegada de ambulancias. La instrucción era precisa y rotunda: había que reducir las señales de alarma, pues se trabajaba con la certeza de que, una vez más, se luchaba contra el rumor. Y el alumbrado público se mantuvo en las entradas de las cofradías para garantizar la seguridad. ¿El origen de todo? La difusión por radio de una información que hacía alusión a un apuñalamiento en el Puente de Triana, un suceso del que nunca se llegó a saber en los servicios sanitarios del 061 y del que no consta denuncia en ninguna comisaría. Con este operativo especial se logró que el pánico no se expandiera y quedara limitado a ese eje de tres calles. Simultáneamente se hicieron llamamientos a la calma por medio emisoras de radio y televisiones locales.

En segundo lugar, resultó clave que los propios componentes de la cofradía de la Esperanza de Triana (costaleros, nazarenos y músicos) ayudaran al público a recuperar la calma. Se convirtieron en los principales aliados de los cuerpos de seguridad, lo que no ocurrió en 2000.

Los responsables de seguridad formulan una norma de conducta para los próximos años: "Los sevillanos tienen que aprender a reaccionar ante determinados fenómenos que resultan nuevos, pues está claro que el rumor es ya el principal enemigo de la Semana Santa". ¿Es esta celebración más vulnerable que nunca? "No más que un Sevilla-Betis o que un concierto de Madonna".

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