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robos en perfumería sevilla

El verano negro de Aromas

El vídeo del robo de la perfumería Aromas

Las perfumerías Aromas han sufrido ocho robos en poco más de un mes y medio, en lo que ha sido uno de los inicios de verano más negros para la firma, que es una de las más afectadas por los alunizajes en los últimos años en Sevilla. De hecho, suma ya alrededor de 70 asaltos desde septiembre de 2016 hasta la fecha actual. Los ladrones buscan siempre perfumes caros, fáciles de revender en mercadillos o incluso puerta a puerta en determinados barrios de la ciudad. Para ello roban mediante dos métodos: el alunizaje clásico, que consiste en empotrar un vehículo dando marcha atrás hasta hacer saltar las lunas del escaparate o la persiana de seguridad; o uno más rústico, la fractura del cristal a mazazos hasta conseguir abrir un hueco lo suficientemente grande para que quepa una persona.

Una vez que consiguen fracturar las lunas o derribar las persianas de seguridad, entran en los establecimientos y se dirigen directamente a las estanterías donde están los artículos de alta perfumería. Suelen llevar algún saco que van cargando con los frascos. Los robos duran uno o dos minutos. Los ladrones son conscientes de que tienen muy poco tiempo para poder robar, el margen que les da el tiempo de respuesta de la Policía Nacional, que recibe el aviso de la centralita de la empresa de seguridad una vez que salta la alarma de la tienda. Esto se traduce en cinco o seis minutos, tiempo más que suficiente para desvalijar el negocio y salir a toda velocidad.

Los robos los cometen bandas de tres o cuatro personas. Uno se suele quedar fuera vigilando para avisar en caso de que vea la llegada de la Policía, mientras que otros dos o tres acceden al interior y sustraen los artículos. Aveces ni siquiera miran las cajas registradoras ni los ordenadores. A los delincuentes le da igual que haya cámaras de videovigilancia. De hecho, la mayoría de los robos han sido grabados por los equipos de filmación de las tiendas. Una sucesión de estas imágenes puede verse en la página web de Diario de Sevilla. En ellas se aprecia bien cómo actúan estos delincuentes. Para evitar ser identificados, llevan cascos de motoristas o capuchas, y protegen sus manos con guantes para no dejar huellas digitales ni restos biológicos que puedan ayudar a la Policía a identificarlos por su ADN.

Boquete por el que entraron los autores de uno de los robos. Boquete por el que entraron los autores de uno de los robos.

Boquete por el que entraron los autores de uno de los robos.

A la hora de huir, pueden hacerlo bien en el coche que antes han empotrado contra el cristal o bien en un segundo vehículo. A veces han dejado abandonado el coche empleado para el alunizaje en mitad de la calle, o incluso empotrado en la tienda. Los ladrones utilizan siempre vehículos robados para cometer este tipo de robos. Así se aseguran de que no pueden relacionarlos con el coche, ya que la matrícula está a nombre una persona que nada tiene que ver con la banda. Muchos de estos alunizajes se cometen en la misma noche en la que se ha robado el coche, para que así no haya dado tiempo siquiera de que el propietario haya presentado una denuncia por la sustracción del vehículo. De esta forma, la Policía no sabe todavía que el coche que utilizan los ladrones figura como sustraído, y por tanto no despiertan sospechas.

Las bandas de aluniceros prefieren principalmente los BMW y los Seat León. Son vehículos de los que han perfeccionado las técnicas para el robo, que hacen con llaves clonadas y que han llegado a sustraer del interior de garajes. Son también coches muy potentes para poderlos empotrar contra las tiendas con garantías de que no sufrirán daños importantes y para, en caso de que sean sorprendidos por la Policía, mantener una persecución a toda velocidad con ciertas posibilidades de escapar. No siempre lo consiguen, claro. El último alunicero que fue detenido el pasado domingo, José C. M., Cheíto, iba a bordo de un Seat León robado y terminó siendo arrestado en las Tres Mil Viviendas después de que sufriera el reventón de una rueda y se subiera a la mediana de la calle Padre José Sebastián Bandarán.

Allí terminó una persecución que había comenzado 35 minutos antes en Dos Hermanas, y que continuó por Montequinto hasta el Polígono Sur, donde Cheíto buscaba refugio sin éxito. La Policía ahora investiga si este conocido delincuente, que tiene 132 detenciones en su historial y es un experto alunicero, participó en algunos de los ocho robos que Aromas ha sufrido entre junio y julio.

Cristales rotos y destrozos en otra de las tiendas. Cristales rotos y destrozos en otra de las tiendas.

Cristales rotos y destrozos en otra de las tiendas. / M. G.

El primero de estos asaltos se produjo el 1 de junio en la tienda de Menéndez y Pelayo. El segundo fue el 16 de junio en la Ronda de Triana. Pero la oleada de robos llegó en julio, con seis casos en menos de dos semanas. El primero de ellos fue el 6 de julio en la tienda de Pino Montano. El 9 de julio, una banda de aluniceros reventó el local de Montequinto. El 15 de julio se registraron dos robos, el primero fue una tentativa en Pino Montano y el segundo uno consumado en Alcalá de Guadaíra. Probablemente, al no poder acceder a la primera de las tiendas, optaron por desplazarse a otra. El 19 de julio se repitió el esquema, con un primer robo en la tienda de Pino Montano y un segundo asalto en la de la avenida de las Ciencias, en Sevilla Este.

Fuentes de la cadena de perfumerías explicaron a este periódico que ha sido el peor inicio de verano de los últimos años. Aromas es uno de los negocios más afectados por la actividad de los aluniceros. En lo que va de año ha sufrido 21 robos en sus tiendas de la provincia de Sevilla. Desde septiembre de 2016, que fue cuando empezaron a sufrir asaltos con asiduidad, son alrededor de 70 los casos. Las mismas fuentes agradecieron el trabajo de la Policía Nacional, que en muchas ocasiones detiene a los ladrones, pero que quedan enseguida en libertad y vuelven a robar a los pocos días. Los delincuentes que se dedican a los robos con fuerza han hecho de este delito su medio de vida y funcionan como una banda criminal organizada, puesto que necesitan de un receptador que se encargue de comprarles los perfumes para luego venderlos en el mercado negro.

La tienda de Menéndez y Pelayo, una de las asaltadas. La tienda de Menéndez y Pelayo, una de las asaltadas.

La tienda de Menéndez y Pelayo, una de las asaltadas. / Belén Vargas

Sin embargo, no siempre es fácil probar estos vínculos con el crimen organizado, así como la participación es varios delitos. De esta forma, cuando son detenidos se les imputan uno o dos robos con fuerza, con lo que, al no ser delitos violentos ni especialmente graves, terminan quedando en libertad provisional hasta que empiecen a cumplir condenas. Mientras tanto, siguen robando. Para los comerciantes, sin embargo, supone un verdadero quebradero de cabeza. En noviembre de 2018, después de haber sufrido más de cuarenta robos en dos años, Aromas calculó que había perdido casi 400.000 euros por este asunto.

A la merma de ingresos por el robo de los perfumes más caros hay que añadir el gasto en lunas y otros elementos de la tienda que terminan siendo destrozados, así como el de las pólizas de seguros. En algunos de los locales, los responsables de la compañía han instalado barreras antialunizajes, que impiden que el vehículo pueda llegar hasta el escaparate o la persiana de seguridad. En esos caso, los delincuentes rompen los cristales a mazazos. Desde el 19 de julio, Aromas no ha sufrido ningún robo más, lo que supone un mes de respiro en uno de los veranos más funestos que la empresa recuerda.

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