LA VENTANA
Luis Carlos Peris
Y aparecerá el invierno
Con ADN sevillano
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En el despacho de la doctora Rosa Romero, las historias de vida se mezclan con las de los pequeños pacientes que llegan al Hospital Infantil del Virgen del Rocío con patologías urológicas complejas. Ella los llama "nuestros niños", aunque detrás de ese "nuestros" hay mucho más que una palabra. Hay un equipo multidisciplinar que lidera, coordina y cohesiona, y que ha convertido a este hospital sevillano en centro de referencia nacional para extrofia vesical y epispadias y para trasplante renal pediátrico. Es el único centro en Andalucía acreditado para ambas áreas, lo que da una medida del nivel de excelencia que han alcanzado.
Hablar y ver a Rosa Romero moverse en su entorno es encontrarse con una profesional de enorme rigor y, al mismo tiempo, de profunda empatía. Se mueve con naturalidad entre la alta complejidad técnica y la delicadeza humana que requiere acompañar a niños y familias en momentos difíciles. La conversación con ella deja una serenidad que se contagia. "Yo soy sólo la cara visible de un equipo amplio y diverso. Lo nuestro no es sólo cirugía. Es construir esperanza, paso a paso", insiste con modestia. Sin embargo, en el panorama de la sanidad española, su nombre ya se asocia con la renovación de la cirugía urológica pediátrica.
La doctora Romero es la primera médica de su familia. No heredó la vocación, la descubrió. "Siempre quise ser médica o cantante", confiesa sonriendo. "Cantante se veía que no era mi destino", aclara. Se formó en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, donde descubrió la cirugía pediátrica, "una especialidad con una enorme variabilidad técnica y una riqueza humana que me atrapó".
Tras su residencia, se especializó en urología pediátrica y dio un paso clave en su carrera: cinco años en Reino Unido, donde realizó un fellowship en cirugía urológica pediátrica. Aquella experiencia internacional la marcó profundamente. "En el Reino Unido aprendí no sólo técnicas quirúrgicas avanzadas, sino una forma de trabajo muy centrada en el paciente, en la integración de disciplinas y en la comunicación constante entre equipos", explica.
En 2017, volvió a España para ponerse al frente de la sección de Cirugía Pediátrica Urológica del Virgen del Rocío. "Me atrajo el potencial del hospital, el nivel de equipo que existía y la posibilidad de desarrollar aún más el trasplante renal pediátrico y relanzar la unidad de extrofia", sostiene.
La extrofia vesical y de cloaca es una malformación congénita grave. El niño nace con la pelvis abierta y la vejiga expuesta. Es una patología rara, pero de enorme complejidad técnica y emocional. "Afecta a la vejiga, la uretra, los genitales, la pelvis… y tiene implicaciones físicas, quirúrgicas, pero también psicosociales", aclara Romero.
El abordaje de la unidad sevillana es hoy un modelo nacional. "Realizamos un cierre primario diferido, una técnica que nos permite planificar la cirugía con todos los especialistas implicados y garantizar que el recién nacido pueda irse a casa con sus padres y operarse más adelante, en mejores condiciones", explica.
El hospital mantiene una estrecha colaboración con la unidad de extrofia de Manchester, referente europeo en esta patología. En la unidad que lidera, 51 niños con esta patología reciben seguimiento integral, la mayoría procedentes de Andalucía, aunque también llegan de Canarias y otras comunidades.
Romero insiste en la palabra "equipo". "Aquí intervienen cirujanos ortopédicos pediátricos, pediatras, nefrólogos, profesionales de salud mental infanto-juvenil, trabajo social… No se trata sólo de operar, sino de acompañar a cada paciente desde el diagnóstico prenatal hasta su transición a la edad adulta", relata. "Lo nuestro no es sólo cirugía. Es construir esperanza, paso a paso", remarca.
Más allá de las técnicas quirúrgicas, Rosa Romero ha impulsado un cambio profundo en la forma de entender la medicina dentro del hospital. "Mi contribución principal no ha sido tanto lo que hacemos, sino cómo lo hacemos. He intentado que los profesionales trabajen conjuntamente, sin barreras entre especialidades, centrados en el valor que aportamos al paciente", manifiesta.
Ese enfoque colaborativo se ha extendido también a otras áreas. La consulta Urimar, pionera en Andalucía, es un ejemplo. Atiende a niños con malformaciones anorrectales, que en muchos casos presentan también anomalías urológicas y neurológicas. "En esta consulta trabajan cirujanos pediátricos, nefrólogos, enfermeras especializadas, y los padres son parte activa del proceso. Es un espacio donde se aprende y se enseña constantemente", explica.
La sección que dirige está formada por tres cirujanos pediátricos, dos enfermeras especializadas en urología funcional, una TCAE y una administrativa, además de residentes y colaboradores de otras áreas del hospital. "Somos un grupo muy trabajador, muy estudioso. Aquí todos tenemos claro que tratamos con niños, y eso lo cambia todo", dice Romero. Destaca el papel de la enfermería especializada en urología funcional pediátrica, que lidera el seguimiento ambulatorio y la transición al ámbito adulto de los pacientes con uropatías crónicas complejas. “Sin ellas, la continuidad asistencial no sería posible”.
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