Con AND sevillano
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Sevilla/Se puede decir que en Sevilla hay Semana Santa los 365 días del año.
En apenas dos meses se celebrará uno de los hitos cofrades de mayor calado de la década en Sevilla con la procesión Magna, con motivo de la clausura del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular.
Al mismo tiempo, los cultos ordinarios de las hermandades requieren trabajo, al igual que los encargos que deben estar a punto cuando llega una de las semanas más importantes para la ciudad.
Para satisfacer esta demanda, pocos negocios pueden presumir de ser centenarios, como es el caso de La cordonería Alba, Casa Rodríguez y la Antigua cerería del Salvador.
Ya son son historia viva de Sevilla y que venden y confeccionan a diario artesanalmente todo tipo de artículos.
Jesús Spínola Cantero, propietario de la Cordonería Alba, regenta uno de los baluartes de la calle Francos.
En la cordonería más famosa de Sevilla hasta la máquina tiene 120 años, así como el resto de artilugios con los que se elaboran los cordones, como la urdidera, una máquina que transporta los carretes de hilo; y la tejedora para confeccionar los flecos.
Con el devenir de los años, los tiempos han cambiado y la tienda ha ido evolucionando, pero su sello de identidad sigue siendo la elaboración de los cordones a mano para las imágenes de Cristo; así como los flecos y borlas.
Un proceso que Jesús hace a mano, y a plena vista, en la calle.
El laborioso trabajo requiere horas de dedicación manual, por lo que un cíngulo puede tener un importe de 300 euros para un nazareno; mientras que otros como los cíngulos de bellota de la Hermandad de la Macarena tienen un precio de hasta 800 euros, y se regalan como un complemento necesario para realizar la estación de penitencia que durará toda la vida.
La Cordonería Alba es la artífice de varios cíngulos que porta el Señor del Gran Poder, Nuestro Padre Jesús de la Setencia (Hermandad de la Macarena de Sevilla), e incluso el cíngulo de la imagen del Gran Poder de Madrid, del Cristo de los Gitanos también de la capital de España; y hasta a la Virgen de Begoña, patrona de Bilbao.
Por el mostrador incluso ha pasado la Infanta Elena, Simoneta, Arturo Pérez-Reverte.
Jesús reconoce que los nervios llegan cuando se alejan los Reyes Magos, dado que el volumen de negocio se insentifica cuando los cofraden empiezan a hacer la cuenta atrás hacia la Cuaresma.
Los turistas comparan este centenario negocio con un museo.
No obstante, la cordonería tiene su principal ingreso en el cliente sevillano, dado que el turista se para adquirir detalles como pendientes de coral, abrazaderas, o elementos de decoración para cortinas.
Tras su mostrador, Javier Gotor, propietario de Casa Rodríguez, un negocio de artículos religiosos y pasamanería que suma 111 años.
Con Javier, son cuatro generaciones dedicadas a la confección de los flecos de palio, una laboriosa tarea artesanal cuyos plazos requieren de un tiempo más que considerable para que estén a punto; incluso trabajan para el año 2028.
De este modo, durante el año, y sin la presión de la Semana Santa, Casa Rodríguez se dedica a la pasamanería decorativa y a los tejidos.
Gotor detalla que una de sus nuevas fuentes de ingresos son las ropas y vestiduras para las imágenes de aquellas personas tienen en su casa en propiedad, realizadas por escultores de reconocido prestigio.
El turista, del mismo modo, entra asombrado por el llamativo escaparate, y adquiere abrazaderas de cortinas y borlas para armarios.
Manuel López Soriano abre las las puertas del emblemático negocio La Antigua Cerería el Salvador, fundada en el 1845 por su tatarabuelo, en la Puebla del Río en el campo de la familia, donde se empezó en el S.XIX a recolectar la cera.
Por aquel entonces nadie imaginó que en 2024 el negocio seguiría fabricando cera en Sevilla (antes en la calle Teodosio, y ahora por volumen de negocio, en el Polígono de la Carretera Amarilla).
Aunque el gran porcentaje del negocio continúa siendo la cera, y suministran a buena parte de Andalucía y sus hermandades, con la Navidad llegan otros encargos y regalos.
Los suministros de cualquier iglesia también requieren de su tabajo, como las velas del Santísimo, el carbón e incluso el incienso.
El sevillano compra, generalmente, el incienso; e incluso los pasitos en miniatura que algún niño encarga como regalo para su Primera Comunión.
El turista puede llevarse de recuerdo un rosario, un llavero con alguna imagen que hayan reconocido por la ciudad, un cruficifo, o cerámica.
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