Después de declararse "feliz y orgulloso", Caparrós habló de su ausencia de títulos en el Sevilla. "Algunos me preguntan si no me quedó la espina de no haber ganado ningún título con mi Sevilla Fútbol Club. Me hubiera encantado hacerlo, pero que nadie se confunda, mi mejor título me lo dio Antonio Caparrós Infante. Mi mejor título es sevilista. Esta sangre, mi sangre, sigue siendo y seguirá siendo por siempre y esto seguirá le pese a quien le pese seguirá siendo el Sevilla. Y en Sevilla, ya lo saben, hay que mamar. Muchas gracias, y ¡viva el Sevilla!", remató.

El utrerano recordó cómo José Castro le abrió "de nuevo la puerta de mi casa" en la primavera de 2018. "Pepe, mi trayectoria en el Sevilla Fútbol Club habría sido imposible sin ti. Gracias de corazón, gracias con la cabeza". "Otra vez dije presente, volviendo a clasificar al Sevilla para Europa y volviendo a hacer lo que me gusta más como entrenador, ganar un derbi, una gozada". Y también recordó a Antonio Álvarez, a Paco Gallardo, a Carlos Marchena, a Pablo Blanco... "¿Se podría estar mejor acompañado?".  

Caparrós fue terminado recordando sus partidos en Sevilla con otros equipos, como con el Deportivo. "Ganando 0-2 mi gente me seguía aclamando, eso no se olvida, eso se lleva dentro". O cuando eliminó con el Athletic en la Copa "al gran Sevilla de Luis Fabiano y Kanouté". "Siempre me sentí visitante con otros equipos y por supuesto me sentí visitante en el campo del eterno rival, cómo disfrutaba como visitante, una gozada". 

"El hombre de todos los récords, otro campeón del mundo", dijo de Jesús Navas Caparrós. "Hoy Jesús cumple 38 años. Y sigues corriendo la banda como cuando te saqué por Gallardo en Montjuïc hace 20 años. Jesús es una pila humana de batería ilimitada, que continúa levantando títulos con el Sevilla y con la selección. Eres el orgullo de todos los sevillistas y que yo haya contribuido con un mínimo a lo que has logrado me enorgullece como sevillista".

"No me quiero olvidar tampoco de la figura de Monchi", continuó Caparrós. "Trabajábamos mano a mano para forjar ese Sevilla campeón que se ha consolidado entre los más grandes del siglo XXI", dijo.

También reparó Caparrós "en la figura de José María del Nido Benavente". "Una vez que asumió el mando, fue quien me sostuvo en situaciones adversas. José María y su consejo propiciaron ese salto de calidad para de la permanencia nos asentásemos en Europa, para luego convertirnos en los reyes de la Europa League".

Continuó Caparrós recordando a aquellos mercenarios de aquel Sevilla que representó "tal vez como ningún otro la casta y el coraje": "Los David, los Aitor Ocio, Pepe Prieto, Pep Martí, Javi Casquero, Nico Olivera, Gallardo, Antonio Notario, Julio Baptista, Daniel Alves, Adriano, Renato, Mariano, Moisés, Toedtli, Redondo, Gallardo, Antoñito, Carlitos, Darío Silva...". Y habló de trabajadores como Jaime el utillero, Pichón, Carvajal, los Leal Graciani y Domingo Pérez, "que en paz descanse". "Éramos una familia".     

El técnico utrerano habló de su equipo entre 2000 y 2005. "A mí me hierve la sangre roja y como entrenador siempre quise que todos los jugadores que vistieran esta camiseta sintieran este veneno, esa misma sensación, ese mismo compromiso. Os veo ahí sentados y me siento orgulloso por lo que lograsteis en una época más que complicada del Sevilla, pasamos de Segunda a Europa en un lustro maravilloso. Qué pedazo de equipo. ¡Éramos una banda! Una banda dentro y fuera del campo. Tranquilos, chavales, que todo ha prescrito. Éramos un equipo guerrero que no se arrugaba jamás, que iba siempre al frente y por derecho. Con permiso de mi primer capitán, Pepe Prieto, grande Pepe, quiero hacer mención especial a mis capitanes Pablo y Javi, esa pareja de centrales que marcó una época y que dio sus primeras lecciones al mejor central de la historia del fútbol español, el más ganador, un líder irrepetible, Sergio Ramos, don Sergio Ramos. ¡Qué orgulloso me siento de verte en casa de nuevo, nuestro canterano de oro, nuestro campeón del mundo!", dijo.

Caparrós se dirigió a Manolo Cardo. "Sabes lo que te admiro y lo que te admiraré siempre, Manolo, para mí eres un referente". El utrerano agradece el galardón después de haber cumplido su "mucho más que un sueño", el de ser entrenador del Sevilla, con los logros de haber sido de haberlo clasificado cuatro veces para Europa y de haber sido reconocido con el Banquillo de Oro.

Caparrós recordó que su sueño no era "ser entrenador del Sevilla, sino ser jugador del Sevilla". Pasó de la cantera sevillista a la del Madrid y, cuando su padre, "quién si no", había procurado su vuelta a Nervión, se rompió la rodilla en Zamora. "Mi sueño desde que adquirí mis primeras botas en Deportes Arza se hizo añicos para siempre. Y entonces me metí a entrenador", recordó. 

Prosiguió su discurso Caparrós hablando de Puerta, y de Reyes y dirigiéndose al padre de éste, presente en el acto. "Sigo mirando al cielo y contemplo a esas dos zurdas que hice debutar en primera, que debutaron con la selección y que se coronaron campeones con el equipo de su vida, Antonio Puerta y José Antonio Reyes. Ambos son eternos para todos los sevillistas y por supuesto para este que os habla. Curro, amigo, nunca olvidaremos al mejor jugador que Utrera ha dado jamás, y nunca es nunca".

Tras recordar a sus familiares, turno para Roberto Alés y nuevo llanto de Caparrós. "Veo en el cielo a mucha gente más, por ejemplo a mi queridísimo Roberto Alés, el que me dio la oportunidad de dirigir al Sevilla. Roberto, fuiste mucho más que un presidente para mí", dice, dirigiéndose también a su viuda, presente en el antepalco. "Gracias, Mari Carmen, sabes lo mucho que te queremos mis familiares", dice Joaquín roto en llanto. "Roberto, no te olvido ni te olvidaré jamás, como tampoco puedo a los que estuvieron en aquella reunión en el restaurante Los Quinteros de Utrera, Pepe Castro, Augusto Lahore y Juan Maraver, los tres aquí presentes, ni a aquel primer consejo de administración que con tanto cariño me recibió en el año 2000".

Caparrós se detiene interrumpido por su llanto y la sala lo ovaciona. "¡Cómo me hubiera gustado, papá, que me hubieras visto sólo una vez en el Ramón Sánchez-Pizjuán entrenando a nuestro Sevilla!". "Nuestro Sevilla, el que seguimos siempre, aquí y en Madrid, adonde fuimos por tu trabajo...". También veo en el cielo a mi madre, Carmela, y a mi hermana Antonia, que me llevaba a entrenar con el Sevilla al campo del Marqués de Contadero".

Caparrós continúa su emocionado discurso. "Todo se lo debo a mi padre. Porque confieso que yo pude haber cometido adulterio, pero él me lo impidió. Siendo infantil, y admirando a mi amigo Pablo Blanco, me fui a Camas para hacer una prueba con el Betis, sí, sí, el Betis, y me cogieron. Y cuando llegué a su casa mi padre me dijo que si bajo su techo había algún futbolista tenía que ser del Sevilla Fútbol Club, por encima de su cadáver", recuerda el utrerano. "Y gracias a su gestión acabé en el Sevilla".

"Es duro", dice con un nudo en la garganta Caparrós. "Soy entrenador y como tal siempre intento prepararme lo mejor posible para los grandes momentos. He intentado prepararme para este acto. He intentado mentalizarme para todo lo que iba a vivir, pero para esto es imposible prepararse. Porque que mi club, el club al que amo, el club que me enseñó mi padre a amar, me otorgue el Banquillo de Oro Ramón Encinas es demasiado grande. Es un día de grandes emociones y es un día para mirar al cielo. Allí me imagino a mi padre en el tercer anillo de Gol Sur. Mi padre, que me hizo sevillista en me hizo sevillista cuando yo idolatraba a Paco Gallego y de ahí a Manolito Ruiz Sosa e Ignacio Achúcarro, del que todavía conservo una foto firmada...".