Sevilla FC | El reportaje

¿Es ya Bono mejor portero que Palop en el Sevilla?

Bono, en una de sus paradas en Old Trafford ante el Manchester United.

Bono, en una de sus paradas en Old Trafford ante el Manchester United. / Adam Vaughan (Efe)

Desde que Yassine Bounou detuvo los dos penaltis a Mancini e Ibañez en Budapest, no pocos sevillistas se han atrevido a lo que parecía, hasta entonces, poco menos que un sacrilegio: ubicar al portero internacional por Marruecos por delante del mismísimo Andrés Palop en el santoral. El debate está ahí: ¿es ya Bono más que Palop como sevillista? Lo que parecía un imposible cuando el valenciano se marchó al acabar la campaña 2012-13, es hoy una interrogante para una encuesta con mucha miga. La miga que contiene las carreras de ambos en Nervión.

Los dos llegaron de puntillas. Uno acababa contrato en el Valencia en el verano de 2005, y con 31 años (en octubre de ese año cumplía los 32), recalaba en el Sevilla dispuesto a relanzar una carrera estancada durante años a la sombra de Cañizares; el otro no tuvo su ocasión en el Atlético de Madrid, pero aprovechó su oportunidad en el Girona. Llamó la atención de Monchi, que lo pescó cedido cuando se gestaba su última revolución victoriosa, la de 2019.

Quizás sea más justo ponderar la aportación de uno y otro cuando Bono pase a ser historia. Pero tan alto ha llegado el marroquí en sus cuatro temporadas como sevillista (justo la mitad que Palop), que el debate no es baladí.

Palop tardó poco en hacerse con la titularidad. Juande Ramos lo vio claro. La Liga para él y la Copa (los dos partidos contra el Cádiz) y la Copa de la UEFA para Notario... hasta que éste se tragó aquel saque de esquina en Lille que tan comprometido puso el pase a los cuartos (1-0). El valenciano fue titular en la vuelta con el Lille (2-0) y ya no dejó de serlo ante el Zenit, el Schalke (memorable su partido de ida en Alemania) y en la final ante el Middlesbrough, donde también fue clave (Viduka lo sabe) antes de que Maresca sentenciara.

Su aportación en esta primera UEFA fue un aperitivo para el atracón del torneo siguiente, con sus actuaciones ante el Tottenham, su célebre gol en Donetsk (también Bono marcó, en Liga ante el Valladolid) y su perfecta final de Glasgow ante el Espanyol, con varios paradones, un pase de gol a Adriano y los tres penaltis detenidos en la tanda.

Palop le detiene el primer penalti de la tanda de Glasgow a Luis García. Palop le detiene el primer penalti de la tanda de Glasgow a Luis García.

Palop le detiene el primer penalti de la tanda de Glasgow a Luis García. / Efe

También fue primordial Palop en la segunda de las dos Copas del Rey que ganó con el Sevilla, cuando sostuvo al equipo en aquella vuelta de semifinales en Getafe y luego selló su puerta ante el Atlético antes de levantar el trofeo con la camiseta de Puerta.

Además de esos cuatro títulos, conquistó una Supercopa de Europa y otra de España. Son seis sus trofeos, pero no tiene el Zamora de Bono ni ha sido reconocido entre los tres mejores guardametas del mundo, como el marroquí sí ha sido distinguido por la FIFA.

Palop, portero de reflejos portentosos, enorme potencia de piernas y gran lectura del juego para anticiparse y cerrar ángulos, siempre será asociado al Sevilla porque fue en el equipo donde rayó a una mayor altura, sobre todo en los primeros cinco de sus ocho años. El sevillista de buena memoria recordará de vez en cuando su partido de Glasgow, el de Getafe o aquella noche en Nervión, octavos de la Copa de 2010, en que Guardiola sacó todo su arsenal para intentar corregir su error de la ida en el Camp Nou y el guardameta se lo impidió con media docena de intervenciones.

Bono, por su parte, también ha desempeñado un papel principalísimo en las dos Europa Leagues que lucen en su palmarés. En los cuartos de final de la primera, ante el Wolverhampton, le detuvo un penalti a Giménez con 0-0 y en las semifinales terminó de convencer a la escéptica afición sevillista (estuvo a punto de mandar a casa al equipo con su cantada ante el Cluj en Nervión) con su portentosa noche ante el Manchester United y su paradón a Lukaku ya en la final.

Mucho más frescas en la memoria están las paradas de Bono en la Séptima: ante el Manchester en Old Trafford, la Juventus en Turín y en Nervión y, sobre todo, su broche en la final: cómo le desvió el balón a Belotti (el delantero italiano se ha hecho eco de ella estos días en las redes sociales) o Abraham a pesar de la escasa distancia entre él y los rematadores. Y sus dos paradas desde los once metros para confirmar, como comprobamos los españoles en Qatar, que acaso sea el mejor especialista del momento en el mundo.

Ante el lanzador, Bono rara vez cae en el engaño (y si lo hace, rectifica con las piernas, como ante Mancini), suele tirarse hacia el lado adecuado y con su envergadura e impulso, llega adonde pocos lo hacen: en directo pareció que el romanista Ibañez envió la pelota al poste, pero no. Su tiro iba ajustadísimo pero hacia dentro. Sólo las yemas milagrosas del guardameta sevillista, que suelen rozar balones casi imposibles, evitaron el gol y sirvieron en bandeja el título para que Montiel volviera a entrar en la historia, como en el Mundial.

Palop encajó 328 goles en 294 partidos oficiales de sevillista, apenas 1,12 por encuentro; Bono lleva 138 en 140 (0,99). Pero el aura y la calidad de ambos flota, incluso, por encima de sus cifras. También flota la pregunta: ¿es ya Bono mejor que Palop?

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