calle rioja
Donde acaba la tierra y empieza el mar
Cádiz-Sevilla FC | Nombres propios
Meritorio triunfo del Sevilla en Cádiz más allá de las polémicas originadas por el VAR, que cuando te da se obvia y cuando teóricamente te quita se pregona a los cuatro vientos, incluido el de Levante. La remontada sevillista estuvo protagonizada por la mayor parte de los cinco hombres que entraron de refresco desde el banquillo y, sobre todo, por un Munir estelar en la recta final del choque.
Cuenta un buen amigo a veces de manera obsesiva incluso que existe una tremenda diferencia entre los futbolistas formados en la cantera del Sevilla y los procedentes del Barcelona, por ejemplo, en lo que tiene que ver con los golpeos al borde del área, en la mala leche en definitiva, para buscar siempre el gol y no disparos inocuos y carentes de esa maldad. Munir es un producto de la factoría azulgrana y su definición busca siempre hacerle daño al meta rival. Fue perfecta, espera el momento justo y pone la pelota imposible con toda la serenidad del mundo.
El argentino es un futbolista temperamental y eso le ha dado mucho más de lo que le ha quitado al Sevilla durante su estancia en las filas nervionenses, pero hay una cosa por encima de todas y es el respeto al compañero. Todos los futbolistas son egoístas y no quieren que los sustituyan, pero eso no les permite que muevan la cabeza compulsivamente en señal de rechazo al cambio. Entre otras cosas porque sin él en el campo el Sevilla anotó dos goles, algo que no había hecho con él ahí.
Al suizo jamás se le podrá negar el máximo esfuerzo, no cesa de correr, de ayudar a sus compañeros en todo lo que puede, tanto para delante como para atrás, pero no se le está viendo nada fino en este arranque de su segunda etapa en el Sevilla. Parece que juega a un ritmo más lento que el resto en la circulación de la pelota, aunque cuando mete pases lo hace de forma espectacular como el que le dio a Suso en el gol anulado. El 1-3 que le regaló Munir lo puede ayudar a elevar la autoestima.
Después de mucho tiempo sin conectar apenas testarazos como los que lo llevaron a ser uno de los principales goleadores, si no el que más, de la Eredivisie holandesa, ha cogido la racha con sus remates. Volvió a entender un fenomenal centro de Jesús Navas para elevarse y ponerle la pelota imposible al meta. Picada y al poste, gol fijo.
No estaba jugando al catalán al mismo nivel que lo ha hecho en las dos finales y en el resto de la Liga Europa tras salir desde el banquillo. Había fallado algunos pases, pero Joan Jordán comenzó a crecer en las superioridades en el costado derecho hasta que se sacó ese pase a Munir que fue decisivo para el triunfo sevillista.
El lateral palaciego volvió a realizar un partido soberbio de fuerza y de calidad en el estadio Ramón de Carranza. Como decía un entrenador de hace una década, es capaz de empezar un partido después de terminar otro y lo curioso es que sigue haciéndolo diez años después. Parecía que no había jugado 120 minutos el jueves contra el Bayern. Su centro a De Jong fue impresionante.
Lopetegui debió pensar que la mejor manera de recuperar a un futbolista con la moral tan frágil era sacarlo en Cádiz para que se recuperase del mazazo sufrido con su gol errado en Budapest. El más consciente del fallo fue él mismo, y no los críticos, porque no hay más que recordar las imágenes del final del partido con el futbolista hundido y animado por sus compañeros. Pero no, siguió con la cabeza en la capital húngara y su comparecencia en el Ramón de Carranza fue testimonial. Errático, fallando controles fáciles, sin intuición en los desmarques...
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