Sevilla - Mallorca | La crónica

El Sevilla recupera sus constantes vitales (2-0)

  • El cuadro de Sampaoli se impone con solvencia al Mallorca gracias a su buen fútbol de la primera mitad y da un nuevo paso para alejarse de los puestos bajos de la tabla clasificatoria

  • En-Nesyri y Bryan Gil firmaron los dos goles sevillistas

  • El Sevilla-Mallorca, minuto a minuto

Bryan Gil ha empujado el segundo gol sobre la raya y lo celebra eufórico.

Bryan Gil ha empujado el segundo gol sobre la raya y lo celebra eufórico. / Antonio Pizarro

Paso adelante de indudable trascendencia para el Sevilla de Jorge Sampaoli. El cuadro nervionense sacó adelante una cita complicada contra un rival que se mueve por la misma zona de la tabla y lo hizo con bastante solvencia gracias a su juego de tocar y avanzar durante una primera mitad en la que se fue con una ventaja de dos goles en el marcador gracias a los tantos de En-Nesyri y Bryan Gil. El colchón fue lo suficientemente mullido para que la segunda mitad transcurriera sin sobresaltos y para que el respiro fuera total cuando Iglesias Villanueva, tan deficiente como su hermano, hizo sonar su silbato por última vez.

Era una cita indispensable para adicionar tres puntos al casillero clasificatorio y comenzar, al menos, a atisbar la posibilidad de despegarse de los avernos de esa tabla que aún sigue provocando inquietud, aunque ya algo menos. ¿La razón? Fácil, que el Sevilla ha sumado justo la mitad de los puntos que presenta, doce de veinticuatro, en las últimas seis jornadas del torneo liguero. Triunfos contra Cádiz, Getafe, Elche y Mallorca, todos en el Ramón Sánchez-Pizjuán, derrotas contra el Girona y el Barcelona fuera de casa, doce de dieciocho. Ni más ni menos que la misma cosecha en seis jornadas que en las quince anteriores.

Está claro que el Sevilla de Sampaoli no se acerca todavía a los grandes equipos que han disfrutado los seguidores nervioneneses a lo largo de este siglo XXI, entre otras cosas porque eso es imposible por la diferencia de mimbres que están a disposición del argentino, pero sí puede llegar a ser un conjunto de futbolistas agradables de ver sobre el césped. La primera mitad de esta cita contra el Mallorca iba a ser un claro ejemplo de ello.

El balón iba de un lado a otro a través de los hombres que estaban vestidos de blanco, con la colaboración especial también de otro totalmente de amarillo, Bono, que era el elemento que generaba las superioridades al estar siempre en solitario, como es lógico en todos los guardametas. La pelota iba rápida y era tocada con precisión, casi siempre tratando de avanzar hacia arriba y ésa es la principal diferencia con el último año y medio con la plantilla a cargo de Lopetegui.

El cuadro sevillista busca casi siempre plantarse en las cercanías del área rival con celeridad y a partir de ahí lo más normal es que el esférico llegue a una de las bandas para que se produzcan centros cómodos hacia En-Nesyri y ahí surge otra cuestión diferencial. Suele haber más elementos para el remate en el interior del área y unas veces le llega la pelota a Bryan Gil, que es el teórico carrilero izquierdo, y otras el cabezazo en plancha puede correr a cargo de Pape Gueye, que tampoco es un delantero.

En-Nesyri dispara su pierna izquierda tras el gran pase de Gueye y anota el primer gol. En-Nesyri dispara su pierna izquierda tras el gran pase de Gueye y anota el primer gol.

En-Nesyri dispara su pierna izquierda tras el gran pase de Gueye y anota el primer gol. / Antonio Pizarro

Por ahí el cuadro de Sampaoli pudo hacerle daño más de una vez a un Mallorca con su tradicional patrón de acumular muchos futbolistas en las zonas más cercanas a Rajkovic. Fue el guardameta serbio quien lo impidió con dos paradas espectaculares a En-Nesyri, en un cabezazo picado (23’), y a Suso, en un disparo con rosca (34’) ya con el uno a cero en el marcador. También Ruiz de Galarreta iba a retrasar ese 1-0 cuando salvó entre los tres palos un cabezazo de Suso (24’). ¡Sí, un cabezazo de Suso dentro del área mallorquinista, no es ciencia ficción, es la realidad!

Pero el gol tenía que acabar llegando si el fútbol no decaía y se iba a producir en una acción de muchísima calidad individual tanto por parte del pasador, Gueye, como del ejecutor, En-Nesyri, que realizó un control perfecto después de haber tirado el desmarque a la espalda de los defensas. También fue funcionamiento colectivo, por supuesto que sí, pues tanto el balón colgado como la carrera del marroquí son necesarias para que todo se produzca.

El Sevilla, ese equipo heterodoxo que había puesto Sampaoli en escena con Bryan Gil de teórico carrilero izquierdo y sin Joan Jordán ni Rakitic, había conseguido lo más complicado, que es hacerle un gol al Mallorca de Javier Aguirre. Pero los anfitriones no pararon ahí, siguieron con las mismas intenciones de mover el balón y de invitar a los baleares a salir ya con el marcador en contra. En una jugada fabricada de esta manera, con toques y apoyo final en Bono surgió el dos a cero. Excelente desahogo en la salida de En-Nesyri, que ya llevaba tres exactamente iguales, Óliver Torres le devuelve la pared, apertura del propio delantero centro a Jesús Navas y Bryan Gil llegaba a la boca de gol para marcar sobre la misma raya.

Los sevillistas agradecían en el descanso que todo estuviera cerca de quedar resuelto, aunque nadie se fiaba del todo. Se pudo estropear un poco en una acción dudosa de Badé, que agarra la camiseta de Muriqi cuando era el último hombre después de una pérdida absurda, pero el hecho de que fuera Mateu Lahoz quien estuviera en el VAR influyó para que todo se resolviera con un sigan sigan de los típicos en el fútbol europeo, no en el español.

La escuadra de Sampaoli siguió con sus once hombres y, pese a la escasa aportación de su banquillo, desde ahí la tranquilidad fue máxima. Las ocasiones de gol escasearon, los sevillistas hicieron de Mallorca a la perfección y supieron proteger a Bono para que éste se fuera con su portería a cero. Eso equivale a la mitad del trabajo y el Sevilla sigue recuperando sus constantes vitales. 12 puntos de 18, ahí está el dato objetivo para corroborarlo.

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