Sevilla - Cádiz | La crónica

Imposible competir con ese tono físico (1-1)

En-Nesyri remata el córner que puso por delante muy pronto al Sevilla.

En-Nesyri remata el córner que puso por delante muy pronto al Sevilla. / Antonio Pizarro

Triste empate para un Sevilla con las baterías por debajo del mínimo exigible para un equipo de la élite del fútbol. Los sevillistas ni siquiera fueron capaces de aprovechar el tempranero gol de En-Nesyri para dominar la situación y golpear a un Cádiz que se hizo acreedor, de sobra, al empate y que después no fue valiente para dar el paso adelante para seguir por el mismo camino hasta el triunfo. Resultado final, un punto para la escuadra de Julen Lopetegui, que, al menos, sumó, lo que ya es mucho a la vista del nivel mostrado durante los 95 minutos que se litigaron en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán.

Sí, porque adicionar un punto a la tabla clasificatoria a la vista del estado físico con el que ha llegado el Sevilla a esta recta final del curso es ya todo un mérito. Los anfitriones se han partido en dos desde que Fernando cayera lesionado en su tobillo y su cuerpo técnico, bastante numeroso, por cierto, es incapaz de hallar las soluciones adecuadas a la baja de un solo futbolista.

Que Fernando es un extraordinario medio centro lo sabe cualquier aficionado al fútbol, incluso los que no tengan el más mínimo interés por las circunstancias de este Sevilla, pero de ahí a que no se atisbe ni un solo remiendo con cierto sentido ya es un problema estructural que afecta a todos, desde el primero hasta el último, los que tengan algo que ver con la parcela deportiva en esta organización llamada Sevilla Fútbol Club Sociedad Anónima Deportiva.

Porque ¿tan mal vuelve a estar Gudelj después de lo mostrado en una fase de esta segunda vuelta en la que Diego Carlos también era baja?; ¿es imposible que Koundé pudiera adelantar algunos metros su posición para ejercer de medio centro defensivo con el serbio por detrás o su físico no le da para ello?; ¿Delaney qué era cuando se produjo su fichaje, no puede jugar de medio centro anclado ni en estas circunstancias o también está en un nivel físico paupérrimo, como el resto?

Lo cierto es que la vía elegida, Rakitic y Joan Jordán, es un verdadero calvario para quienes sienten en sevillista fuera de los límites del rectángulo de juego y también, por qué no decirlo, para el resto de los futbolistas que defienden el escudo sevillista. Ni siquiera con la tranquilidad que debiera darles un gol como local a los siete minutos de juego, fueron capaces de dominar la situación ni en defensa ni tampoco en lo referente a la salida hacia arriba, muchas veces con clara ventaja que no era aprovechada.

Por partes. Rakitic perdió tres balones nada más ponerse en ventaja el Sevilla en la misma zona que no se convirtieron en jugadas de gol porque el fútbol es así de caprichoso. Acuña se la daba al suizo por el medio, siempre en la misma zona y como está estudiado en las pizarras de Lopetegui y éste se la entregaba al rival para que pillara todo el entramado descolado. Encima el capitán sevillista, con su trote cansino, es incapaz de robarle ninguna pelota al rival en esas zonas en las que son necesarias las piernas para interrumpir los ataques.

Joan Jordán tampoco estaba mucho mejor, la verdad, pero al menos no tuvo pérdidas demasiado claras en esa fase. Sí protagonizó la suya en una salida sumamente fácil, cuando ya Rakitic estaba en el banquillo sustituido por Delaney. El catalán, más preocupado por erigirse en el entrenador dentro del campo que por jugar, su actual obligación, le dio la pelota a Rubén Sobrino cuando no estaba ni presionado siquiera y después cometió una falta que se convertiría en letal. Lucas Pérez tuvo que marcar un verdadero golazo, pero el fallo había marcado a un Joan Jordán que poco después se iba al banquillo exhausto. Otro más sin fuerzas.

Lucas Pérez, tapado por Sánchez Martínez, lanza la falta que le dio el empate al Cádiz. Lucas Pérez, tapado por Sánchez Martínez, lanza la falta que le dio el empate al Cádiz.

Lucas Pérez, tapado por Sánchez Martínez, lanza la falta que le dio el empate al Cádiz. / Antonio Pizarro

Rakitic y Joan Jordán, Joan Jordán y Rakitic, ni siquiera pueden hacer de un Fernando y el equipo se resiente por esa zona, entre otras cosas porque se ve indefenso y eso provoca constantes pasos atrás. Tantos que ya fue un milagro que el Cádiz se fuera por debajo en el marcador. Pudo empatar en un par de saques de esquina, pero sus remates, solos y cuando el central visitante estaba emparejado con Jesús Navas en la defensa zonal, se fueron fuera. También en un gol que le salvó Koundé a José Mari después de un saque de banda de Hernández. Y particularmente increíble fue la parada de Bono a Lucas Pérez a bocajarro en el minuto 28.

El Sevilla se había salvado y ni siquiera había sido capaz de aprovechar su ventaja en el marcador para haber inquietado de verdad a Ledesma. Todo lo más, un intento de rosca inocente de Lamela y una precipitación absurda de Ocampos después de un robo que debió convertirse en algo más productivo. Sólo Papu Gómez fue capaz de inquietar a su compatriota para obligarlo a hacer una buena parada en el minuto 38.

La impotencia del Sevilla había sido tremenda y siguió de la misma manera tras el descanso, incapaz de salir de las cercanías de Bono y dejando que el Cádiz tuviera la iniciativa de manera casi vergonzante para los locales. Hasta que llegó el golazo de Lucas Pérez y desde entonces varió algo la situación. Los sevillistas volvieron a atacar y entonces cabe preguntarse de si eran capaces con 1-0 por qué fue tan descarado el paso atrás.

También el Cádiz se dio por satisfecho con el botín de un punto y, al menos, el Sevilla dejó de sufrir cerca de Bono. Incluso, tuvo una ocasión clara para deshacer la igualada, pero En-Nesyri, peleado con el balón, fue incapaz de rematar un balón fácil que le cayó en el minuto 88. No hubiera sido demasiado justo, pero como el fútbol sólo entiende de goles… Lo cierto es que el Sevilla fue incapaz de anotar uno más que este Cádiz que pelea por evitar el descenso y lo peor de todo es la sensación que deja de tener las baterías a menos cero. Así es imposible manejarse en estos nivel de élite, está claro.

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