Lens-Sevilla | La crónica

Lens - Sevilla | El triste epílogo de un muy mal equipo (2-1)

  • El Sevilla se despide de las competiciones europeas en este curso tras completar ante el Lens una paupérrima fase de grupos en la Champions League

  • El cuadro del perdedor Diego Alonso trató de pelear por remontar el gol francés, pero sumó su cuarta derrota en seis partidos

  • Así le hemos contado el Lens-Sevilla

En-Nesyri se lamenta cabizbajo en una de las últimas jugadas del partido.

En-Nesyri se lamenta cabizbajo en una de las últimas jugadas del partido. / Mohammed Badra | Efe

Dos puntos, dos escuálidos empates contra el Lens y ante el PSV Eindhoven, cuatro derrotas, los números no mienten esta vez y resumen a la perfección el balance de un mal equipo que responde por Sevilla Fútbol Club, mucho peor por cierto desde que sus dirigentes adoptaron la fácil decisión de sustituir a José Luis Mendilibar por Diego Alonso en su banquillo. Siguiendo con la apelación a los datos, ese botín lo sumaron los nervionenses en la época del técnico vasco en su banquillo e incluso rozaron un triunfo en su visita a los Países Bajos. Pero, a día de hoy, la mejoría no se ha visto con el entrenador que eligió Víctor Orta a raíz de un asado tiempo ha en la casa de Gerardo Rabajda, aquel guardameta uruguayo que estuvo un año en la plantilla de un Sevilla aún más pobre que éste.

Los sevillistas, pues, le dicen adiós a las competiciones europeas en la presente temporada cuando aún no se ha llegado ni al ecuador de diciembre, algo que no sucedía tal vez desde los tiempos en los que Marcelino García Toral fue incapaz de superar una fase previa de la Liga Europa contra el Hannover. Aquello fue en 2011 y después hubo una temporada, la siguiente, en la que ni siquiera se clasificó para las competiciones continentales. Desde entonces volvió a ganar cosas muy importantes, hasta cinco títulos en la Liga Europa, pero aquello, definitivamente, fueron tiempos mejores por las pésimas decisiones de quienes han dirigido y todavía hacen como dirigen a la entidad tanto en la gestión como en la parcela deportiva.

En el análisis de la noche de Lens conviene apuntar que el Sevilla trató de rebelarse contra el sino que lo está maltratando últimamente, pero ni siquiera la suerte se convierte en buena para un perro tan raquítico y lleno de pulgas. En otras circunstancias tal vez el disparo de Pedrosa (57'), cinco minutos antes del primer penalti sancionado por Felix Zwayer, se hubiera ido dentro en lugar de estrellarse en el larguero. O el tiro que se le quedó a bocajarro a Sergio Ramos en el tiempo de prolongación (94') hubiera acabado dentro de las redes, pero no, ahora mismo la ruina llama a la ruina.

Pérdida de Pedrosa

Lo que sí aconteció, en cambio, fue que Pedrosa perdió un balón en el centro del campo con casi todos sus compañeros volcados al ataque. Lo recuperó Sotoca y el pase de éste dejó absolutamente solo a Fulgini para que el Sevilla perdiera incluso el botín menor de los millones que perciben todos los equipos que suman un punto en la Champions League. Los sevillistas, pese a su esfuerzo, se iban rumiando una nueva derrota en un grupo en el que sólo el Arsenal parecía un rival inasequible.

Todo también era la consecuencia de ese fútbol inútil, de tocar el balón, de pisarlo constantemente y no de no meterle jamás una velocidad más para tratar de pillar en inferioridad al rival. El Sevilla, en apariencia, iba a jugar un buen primer tiempo, aunque habría que aclarar con prontitud que se limitaba a eso, al oropel, nada a la verdad del fútbol, a emplearse con colmillo, con intención de hacerle daño al adversario. Por ello, ese inútil dominio se iba a limitar en lo práctico a un remate de Rakitic desde fuera del área que, hasta eso, fue más belleza que realidad. A Samba le dio tiempo a pedirle al fotógrafo local para que preparara la cámara y disparara para captar una de las imágenes más bellas de su carrera (29'). Se había lucido, cierto es, pero todo lo que no fuera detener el balón habría sido un error flagrante. El capitán sevillista, mientras, lo aplaudía por su intervención.

Ése puede ser uno de los primeros puntos del análisis de ese fútbol de bisutería con el que se manejaban los sevillistas en el siempre caliente, por la animación, Felix Bollaert. La siguiente reflexión versa sobre las jugadas a balón parado. Rakitic botó un mínimo de siete córners en la primera parte, además de unas pocas de faltas laterales en posiciones magníficas para herir al adversario, pero todo se resolvía con balones picaditos del lanzador suizo que convertían en una verdadera proeza cualquier remate peligroso. Sólo hubo un saque de esquina que sí pudo hacerle algo de año al Lens, pero Medina (12') agarró con impunidad a Sergio Ramos para impedir el salto de éste y fue otro más de los balones quietos que se fueron por el sumidero.

Más de lo mismo

En la segunda mitad, incluida la recta final ya con el 1-1, iba a suceder más de lo mismo, o centros picados o balones bajos que no superan la primera barrera defensiva. Así se movía un Sevilla que esta vez sí cambió su sistema de juego para tratar de adaptarse a las circunstancias de ir a uno de los partidos decisivos de la Champions con sólo 13 jugadores de la primera plantilla disponibles, y entre ellos se incluyen Juanlu y Kike Salas. Pero éstas es la realidad con la que se maneja la entidad entre lesiones, no inscripciones y también quienes se quitan del cartel, algunos tal vez porque un mosquito no los ha dejado dormir del tirón en la noche anterior.

Diego Alonso colocaba a tres centrales desde el principio para que Sergio Ramos hiciera de libre en el trío de atrás y tratara de comandar a los suyos. Lo flanqueban Gudelj y Kike Salas, los apoyaba por delante para desahogar Soumaré, Juanlu y Pedrosa ocupaban todas las bandas, mientras que Sow, Rakitic y Óliver Torres debían encargarse en la teoría de apoyar a En-Nesyri en el ataque. Pero ese deseo se quedó en eso, en la pizarra, pues la realidad era bien diferente. Ninguno de los tres era capaz de meterle siquiera algo de temor a un Lens que se encontraba cómodo en sus tareas defensivas.

En la segunda mitad sí se iban a contabilizar tres acciones de peligro, al menos. La primera fue antes del penalti que significó el 1-0 y la tuvo Pedrosa con su remate al larguero. La segunda fue la que originó el empate sevillista, con el penalti lanzado a lo Panenka por Sergio Ramos después de que el VAR ordenara repetir el que le paró Samba ante el evidente adelantamiento del guardameta. Y la tercera fue un balón llovido, pero no en un centro o en una falta sino en un saque de banda sacado por Kike Salas. No podía ser de otra forma, Rafa Mir lo tocó de cabeza y la pelota le cayó botando en la zurda a Sergio Ramos, era la gloria para el camero, pero su disparo se fue muy desviado (94').

Ahí murió un Sevilla que ha realizado una fase previa de la Champions calamitosa tanto en juego como en resultados, de la que son responsables futbolistas, entrenadores y, sobre todo, las decisiones que manan de José María del Nido Carrasco, José Castro y Víctor Orta. ¡Hasta la próxima, Europa!

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