Sevilla FC

Mendilibar: renovación rima con comunión

Mendilibar, como ajeno al festejo de su equipo, se entrega al éxtasis de Nervión.

Mendilibar, como ajeno al festejo de su equipo, se entrega al éxtasis de Nervión. / Juan Carlos Vázquez

Pocas veces, por no decir nunca, se ha visto a Jesús Navas más determinado, más suelto, más relajado en su franqueza al expresar sus sentimientos. Y el capitán del Sevilla, con la voz quebrada, ya lo había reclamado en Budapest, recién conquistado el séptimo título de la UEFA Europa League: "Lo que ha hecho es muy grande y ha levantado un título. Él también lo ha pasado mal y ahora tiene que disfrutarlo".

Lo gritaron en el Salón Colón Monchi y José María del Nido Carrasco, como si hubieran transmutado en hinchas que reclaman a sus propios cargos, director general deportivo y vicepresidente primero, lo que todo el sevillismo pidió por las calles de Sevilla: "¡Mendilibar, renovación!". Hasta José María del Nido se entregó al conjuro en Budapest y volvió "ronco de tanto chillar y cantar" en pos del equipo del vizcaíno. Es el milagro de Mendilibar, el taumaturgo que transformó a un grupo errabundo y taciturno en un equipazo capaz de ir tumbando a rivales de relumbrón para asombrar de nuevo al mundo.

Pepe Castro fue más aséptico en su discurso durante en la protocolaria visita al Ayuntamiento, donde fue recibido por dos sevillistas eufóricos aun salientes del concejo: Antonio Muñoz y Juan Carlos Cabrera: "El Sevilla no sólo gana títulos para sus aficionados, para sus abonados, para su propia plantilla, también los gana para Sevilla, para Andalucía y para España. Tengan en cuenta que somos el único equipo español que este año ha ganado un título europeo. ¡Viva el Sevilla, viva el Sevilla Fútbol Club!".

La negociación para renovar

Estaba el presidente esperando a la eclosión del estadio, a la intimidad de los socios, los únicos a los que se permitió la entrada en el festejo de la séptima. "No queríamos dar la noticia antes, porque esta noticia era para ustedes, para los que nos habéis llevado en volandas: le hemos ofrecido la renovación a Mendilibar", dijo ante otra ovación que aplacó los iniciales silbidos. En medio de los festejos, sitio para la negociación... y también para la crítica.

Justo antes, después de ser aclamado durante todos los actos de la celebración, el vizcaíno ya lo dejó caer: "Estoy muy a gusto aquí y espero poder seguir muchos tiempo con ustedes". Y tan a gusto que estaba: incluso hizo la voltereta sobre el escenario dispuesto en el césped de un estadio que volvió a hacer rugir como no se recordaba ante Manchester United y Juventus. Es la comunión del taumaturgo Mendilibar.

El discurso del alcalde saliente

Antonio Muñoz, todavía alcalde de la ciudad, sacó todo su orgullo blanquirrojo, con ese matiz divulgador de la marca Sevilla. "Sabéis lo que se ha escrito hoy en la prensa de España y de medio mundo, "Los Reyes de Europa", "Los emperadores de Europa", "El séptimo cielo", "De aquí a la gloria"... Fijaos lo que nos han dedicado. Somos de los pocos equipos que tiene siete copas continentales, y el siete es un número mágico, porque ¿en cuántos días hizo Dios el mundo, cuántas vidas tiene un gato, cuántos pecados capitales hay, cuántos libros tiene Harry Potter... y cuántas copas tiene el Sevilla? Hay siete pero queremos más para los próximos años. Yo como alcalde quiero agradecerles al Sevilla, presidentes, jugadores, cuerpo técnico..., el ejemplo de este año, el esfuerzo de no haber dado por perdido nunca nada y fijaos dónde estáis ahora, con una copa y en la Champions, gracias al esfuerzo. Es un ejemplo para el resto de la vida y muchas gracias por inundar Sevilla de alegría, enhorabuena".

¿Y quién es el responsable de esa alegría?, le faltó preguntar. Todos los dedos, todos los pensamientos, apuntaban a Mendilibar, el hombre que puso en evidencia e hizo patalear como un niño chico al que se le quita su juguete a José Mourinho. Ante el mundo entero, por la repercusión que siempre tiene el luso.

La entrega de la plantilla y Monchi

En la alta madrugada de Budapest, en la intimidad desvelada de una discoteca, la plantilla, con Monchi y Rakitic a la cabeza, lo situaron en el centro de todo: lo hicieron tomar el trofeo en sus manos y le cantaron al unísono, en una danza de comunión impensable hace apenas dos meses, el segundo himno apócrifo de la séptima: "Mendilibar me lleva a Budapest, me lleva a Budapest, me lleva a Budapest...".

El préstamo del Yellow submarine de los Beatles compitió con el otro cántico arraigado en esta resurreción del Sevilla: "Aquí está la mejor banda...". ¿Recuerdan lo que se decía de estos mismos jugadores antes del desembarco de Mendilibar el 21 de marzo? Era una auténtica banda. Fernando y Rakitic estaban viejos. A Suso le pesaba el culo, En-Nesyri daba carreras sin sentido, Óliver Torres no salía de su indefinición exasperante, no había centrales –y casi sigue sin haberlos...–. Y fue Mendilibar el que puso en orden y criterio para sacar la calidad de aquella banda... "No he vivido las seis copas anteriores, pero viviendo esta no me extraña que queráis más y más y más. Es un club que aunque esté mal no piensa en perder sino en ganar y ganar", dijo. A ello se aprestará una vez sus agentes acuerden las condiciones, un año más otro según los resultados, un partido tras otro. Puro estilo Mendilibar.

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