Sevilla FC | Resumen primera vuelta

Un soplo de aire fresco

  • El Sevilla de Machín ofrece unas sensaciones muy positivas en una primera vuelta en la que incluso se postuló como alternativa a los grandes.

  • Tres lideratos, hitos del técnico soriano.

Pablo Machín ha llevado al Sevilla FC a una gran primera vuelta en la Liga.

Pablo Machín ha llevado al Sevilla FC a una gran primera vuelta en la Liga. / Pepo Herrera / Efe

El Sevilla de Machín ha acabado la primera vuelta como con la voz amortiguada. La derrota en Bilbao ha adormecido la fuerza con que llegó a expresarse este equipo, una grata sorpresa en una Liga en la que aportó frescura frente a la manida hegemonía de los grandes y en la que llega tercero al ecuador.

Pero ese 2-0 en San Mamés ante el Athletic que quizá no esperaba el sevillismo, acostumbrado en los últimos meses a ilusionarse, no debe enterrar las excelentes sensaciones que dejó el equipo de Nervión en el cómputo global de unas 19 jornadas en las que tres estuvo como líder, algo que no había sucedido mucho en la historia del club, si bien el primer liderato alcanzado en la fecha inaugural por su goleada en Vallecas podía calificarse de anecdótico, sin la categoría que sí tuvieron los primeros puestos que llegarían en los meses de octubre y noviembre.

Pero la trayectoria de este nuevo poyecto con dos nombres propios muy marcados, Joaquín Caparrós y Pablo Machín, ha estado presidida por un denominador común, una competitividad inesperada desde un punto de inflexión claro, la noche del Getafe en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

Un modelo novedoso

Antes de eso hasta se llegó a dudar del modelo que le había dado el éxito al técnico en el Girona. Machín por entonces incluso tenía que responder a preguntas de la prensa con respecto a si había pensado en cambiar su esquema de juego y alinear una defensa de cuatro hombres. El técnico castellano, que vivió su momento más bajo tras la derrota en el derbi y la sufrida ante el Getafe en casa a la jornada siguiente, se mantuvo fiel a su filosofía y logró que la plantilla creyera en su modelo, que fue sorteando obstáculos casi a diario y desde el primer momento. Lesiones, sobreesfuerzos, un lastre de minutos acumulados con nada menos que seis partidos europeos en las rondas previas de la Liga Europa, y la constatación cada vez más evidente de la existencia de una fractura nítida entre titulares y suplentes. Ello obligaba a Machín a dos cosas: una, recordar en cada comparecencia pública la necesidad de reforzar una plantilla que ya se había quedado coja en algunos puestos en verano; y dos, tener que obligar a determinados jugadores a repetir esfuerzos contiuamente para que el nivel del equipo no se resintiera.

Eso y dos grandes aciertos de la secretaría técnica en las áreas posibilitaron que el Sevilla adquiriera empaque de ganador. La planificación, con sus deficiencias en algunas cuestiones, dio en la diana tanto con el fichaje de Tomas Vaclik como con el de Andre Silva, pues Machín tuvo una respuesta inmediata y a nivel top en dos demarcaciones cruciales en el fútbol de alta competición. El guardameta checo aportó seguridad, acabó con años de debate en la portería (desde la marcha de Palop), y le permitió al Sevilla dar un salto para el que también tuvo que ver el delantero portugués, que llegó a situarse pichichi de la Liga en las primeras jornadas gracias a un hat-trick ante el Rayo y un doblete sobre el Real Madrid en una de las primeras noches mágicas del proyecto en el Sánchez-Pizjuán (3-0).

Una modificación clave

Ahí fue cuando de verdad el sevillismo comenzaba a entender que en una Liga extraña, con el Barça pinchando más de la cuenta y el Real Madrid en plena crisis, el equipo de Machín podía ilusionarse con pelear arriba hasta lo que la manta aguantara. Fue la confirmación de que un retoque trascendental podía convertir al Sevilla en algo cercano a lo indestructible. La modificación táctica que Machín incluyó una mañana en el Ciutat de Valencia ante el Levante supuso la cuadratura del círculo. Machín incluyó a Ben Yedder en el dibujo para aprovechar una racha goleadora que ya era incipiente pero rotunda y convertía a Sarabia y Franco Vázquez en interiores que arropaban a Banega como solución a la lesión de Gonalons. El resultado no pudo ser más espectacular. El Sevilla se hizo respetar, fue como un cohete hasta el liderato y convirtió Nervión en un fortín.

La única pega –por poner una– a la primera vuelta fue cierto bajón de rendimiento fuera. De cuatro derrotas sufridas, tres (Betis, Barcelona y Athletic) fueron a domicilio. También algunos empates.

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