Sevilla FC

El amateurismo frente a las orejas tiesas

Jorge Sampaoli, de espaldas, se explica ante José María del Nido Carrasco y Monchi.

Jorge Sampaoli, de espaldas, se explica ante José María del Nido Carrasco y Monchi. / Juan Carlos Muñoz

Demasiadas concomitancias hay entre el Sevilla 22-23 y el Sevilla 96-97. Ya es imposible deslindar la guerra accionarial abierta, con mensajes públicos cruzados para una deseable y complicada entente cordial y ese ruido se traslada a lo deportivo, con la afición pidiendo a gritos soluciones ante la deriva de una nave que parece no tener capitán. Las promesas de los tres, porque fueron los tres, que mandan en este Sevilla actual, José Castro, José María del Nido Carrasco y Monchi, de enmendar la plana y adoptar soluciones drásticas quedan muy atrás, antes del Mundial, hace ya casi dos meses, que se dice pronto ante el actual estado de cosas. Y entretanto, Jorge Sampaoli se pierde entre clamores en el desierto por la falta de efectivos y mensajes peligrosos como el de la salida desde atrás del balón o la obcecación de poner a un delantero centro de extremo teniendo a otro en el banquillo.

A diferencia de aquel aciago curso 96-97 que dio con el Sevilla millonario de José María González de Caldas y José Antonio Camacho en Segunda División y propició la vuelta al poder de las familias sevillistas –Rafael Carrión como antecedente de Roberto Alés y José María del Nido–, este Sevilla viene de saborear la gloria y además es consciente de lo que acaeció a finales del siglo XX, con dos descensos consecutivos antes de que Roberto Alés asiera el toro de la grave crisis económica por los cuernos y levantase las orejas de todo el sevillismo.

Porque ahora si hay algo cierto es que el sevillismo está más alerta que nunca, aunque no sabe cómo ayudar o cómo reclamar soluciones, más allá de los que piden que vuelva ya José María del Nido o que dimita José Castro o que haya un consenso como el que hubo con Sevillistas de Nervión en aquel final de la centuria para hacerse con el paquete maldito, que ahora no es de Antena 3 sino de los llamados Americanos, con el rimbombante y paradójico nombre de Sevillistas Unidos 2020, que es la sociedad pantalla en Nervión de 777 Partners.

Pero este trasfondo institucional, esos árboles accionariales, no deben ocultar el bosque deportivo, que es más que preocupante porque este Sevilla ya tiene números claramente indiciarios de que se puede repetir la gran tragedia del descenso, y con un presupuesto de casi 243 millones de euros para sostener unas estructuras que reventarían, sin que nadie las haga reventar, si se produjera la caída a Segunda.

Y el bosque deportivo también mete miedo porque Sampaoli, mientras clama en el desierto de la parquedad de efectivos, insiste en mensajes perniciosos con los que deja entrever que no puede renunciar a su amateurismo. ¿O qué otra cosa se puede pensar después de ver que el Sevilla murió en Montilivi por su contumacia en manosear el balón en la zona defensiva, para que Nianzou, justo lo contrario que un paradigma de seguridad, diese la puntilla al equipo?

"Hubo un montón de acciones en que encontramos salidas muy claras. Es el partido que salimos mejor y con más claridad de atrás adelante. Que se pierda por un error hace que se piense que perdemos por la idea, pero no es así", dijo el técnico argentino en las mismas entrañas del estadio donde su equipo había desperdiciado una oportunidad única.

Pudo ser un error puntual, pero quedarse con eso en el análisis no indica otra cosa que obcecación por la idea en lugar de pragmatismo y adaptación a las circunstancias. ¿Seguro que la mejor solución para el Sevilla es que Fernando sea central o que saliese Suso, sin fuerza ninguna, como falso 9 para que Rafa Mir actuase de extremo, con En-Nesyri en el banquillo? "Nosotros estamos para mejorar el desenvolvimiento del equipo, para que logre salir de esta incomodidad y lo seguiremos haciendo con la mayor de nuestro convencimiento", dijo incómodo el técnico al serle insistido por los mensajes que habría que mandar a una afición que no sabe a quién acudir mientras Monchi sigue sin cumplir las promesas que hizo antes del Mundial, hace dos meses.

De momento, el Sevilla afronta una semana durísima, puede que con alguna novedad en la parcela de los fichajes, aunque la dirección deportiva ya está como el cuento de Pedro y el lobo: cuando venga algún fichaje ya habrá perdido la credibilidad de los aldeanos y, desde luego, puede que sea tarde. El equipo viaja hoy con poquísimas ganas de Copa... Y lo más probable es que vele armas en Vitoria como decimonoveno, viéndole ya incluso la matrícula al Cádiz, su próximo rival en Nervión... La cosa está que arde como para andar con amateurismos...

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