Manchester United-Sevilla FC | Informe técnico

El Sevilla, de bufón a rey en un teatro enmudecido

El balón se cuela en la portería de De Gea tras el testarazo de En-Nesyri y el rebote en Maguire.

El balón se cuela en la portería de De Gea tras el testarazo de En-Nesyri y el rebote en Maguire. / Adam Vaughan (Efe)

José Luis Mendilibar sorprendió al reservar a Jesús Navas, Badé, En-Nesyri. Compareció sobre el prado inglés un equipo demasiado remendado, al que les costuras le estallaron a poco que los diablos empezaron a hacer lo que hacen los diablos, diabluras. Las líneas estaban separadísimas y fue demasiado fácil para Bruno Fernandes, Casemiro, Martial, Antony. Jugadores de primerísimo nivel.

Tras el descanso, las líneas salieron más juntas y el Manchester, todo hay que decirlo, demasiado confiado en su evidente superioridad. Y tras el bufón de la primera parte acabó irrumpiendo el rey.

Defensa

Se podía justificar la ausencia de Badé en el eje de la zaga por la acumulación de esfuerzos y la importantísima cita del domingo en Valencia; y se podía justificar que Gudelj retornara a su demarcación natural, en la zona ancha, para dotar de más respuesta física al centro del campo ante Casemiro y Bruno Fernandes. Pero ni hubo contención en la medular, ni la defensa, tan circunstancial y novedosa, tan remendada a prisa y corriendo, dio la mínima respuesta ante una empresa de tal envergadura.

Fue por momentos cómico ver los repliegues del Sevilla ante un equipo frenético, en el que Martial se descolgó hacia la zona de tres cuartos, al estilo de Griezmann en el Atlético de Madrid, para lanzar a los que se incorporaban desde la segunda línea: Sancho (avisó en el primer minuto tras un balón envenenado de Bono a Rakitic que éste empeoró al cederlo atrás) y sobre todo Sabitzer se colaron desde atrás con todo el espacio y el tiempo para ejecutar a Bono. Sabitzer resolvió dos veces con frialdad y en ambas habilitado por Acuña, escalonado en esa tortuosa línea que trataba de dibujar el Sevilla.

Había que empezar a trabar el juego del United desde arriba, presionando con decisión y piernas, y si no, hacerse fuerte en las disputas en el centro del campo, yendo abajo con decisión en los balones divididos, pero ni Gudelj, ni Óliver, ni Lamela ni Rakitic ofrecieron prestancia alguna en el plano físico para ir a la batalla. Y claro, los Diablos se desataron: cada vez que atacaban lo hacían con mucha gente, lanzada y en una sincronización perfecta. Los de blanco veían sombras. Sólo Lucas Ocampos, un jugador vigoroso y fornido, se mantuvo en pie y ganó balones en la derecha.

Ataque

La debilidad en el ritmo, en el físico, en las piernas, complicó muchísimo que el Sevilla se ilusionara con hacerle daño al Manchester. Y eso que tras el 2-0, los anfitriones bajaron el pistón y Rakitic y Fernando encontraron balón y ciertas líneas de pase.

La entrada de Jesús Navas por Óliver dio más anchura al juego, pues Ocampos siguió haciendo un buen trabajo en la izquierda. Suso supo sacarse centros y En-Nesyri el remate que jamás iba a dar Lamela.

Virtudes

Jamás claudicó, con lo mal que lo llegó a tener, y con los cambios encontró su momento.

Talón de Aquiles

La puesta en escena, con un equipo débil en lo físico y tan largo en el campo, fue terrorífica.

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