Sevilla-Mallorca | Informe técnico

Un Sevilla desatado, sin mirar atrás y con refuerzos pujantes

Bryan, que partió de carrilero izquierdo y terminó de extremo derecho, se zafa de Morlanes.

Bryan, que partió de carrilero izquierdo y terminó de extremo derecho, se zafa de Morlanes. / Antonio Pizarro

Primer partido en el Ramón Sánchez-Pizjuán de los dos últimos fichajes de invierno y participación clave de ambos en el juego y en la consecución de un triunfo que cierra la herida abierta en el Camp Nou. El Sevilla no miró para atrás, ni en lo anímico ni en en el césped ante el Mallorca, y tuvo el premio del valiente.

Jorge Sampaoli ya hizo debutar a Pape Gueye y no dudó en repetir en Nervión, donde el francés, en un partido completamente distinto, se erigió en referencia como centrocampista y hasta de interior izquierdo. Y también apostó con fuerza por Bryan, en el lugar que parecía sagrado para Acuña, y el canterano respondió con frescura, con un esfuerzo ímprobo como extremo, ofreciendo vías y combinaciones, carreras, desbordes y centros, y también, ya en la segunda parte, como defensa.

Con un novedoso once, sin ningún argentino, había que ver la distribución de roles en el campo. Si en bloque alto ofensivo se sitúa en 3-2-5, según el propio Sampaoli, hubo fases en las que derivó a un temerario 1-3-6, con Badé de último hombre y Gudelj y Nianzou escoltando a Fernando. Pape Gueye, que partía en paralelo a Fernando por la izquierda, se descolgó muy arriba, a la altura de Óliver Torres y Suso, para conectar con un Bryan Gil que fue extremo casi siempre. El mediocampista francés inició el 1-0 con un soberbio pase con su zurda desde campo propio a En-Nesyri, y participó en muchos ataques, pisando el área y hasta cabeceando. Y Gudelj, que partía como central por la izquierda, se situó como pivote en el lugar natural de Gueye.

Defensa

La forma de atraer al Mallorca y el agresivo escalonamiento de líneas, con Badé de último hombre, tenía sus riesgos, como la jugada en la que el central agarró a Muriqi tras una cesión corta a Bono (49’) y se jugó la tarjeta roja. Pero el Sevilla supo aguantar bien tanto el juego directo a Muriqi como el regate de Kang-In Lee.

En la segunda parte, sí dio un pasito atrás el equipo, también porque el Mallorca se adelantó. El cansancio de algunas piezas –Fernando, el recién salido de lesión Navas, el improvisado carrilero Bryan– provocó alguna descoordinación, pero sin consecuencias.

Ataque

El Sevilla, en el desatado zafarrancho de la primera parte, adelantó su posicionamiento para que hubiese muchas piezas en el abierto frente de ataque, con Jesús Navas siendo otro filón de centros, como el del 2-0 en el rápido ataque que partió de Bono en uno de sus balones por dentro buscando a En-Nesyri, clave y fundamental en la presión, en el desahogo y en los desmarques.

El volumen de ataques fue constante durante la primera mitad. Muchas veces de fuera adentro, gracias a las percusiones de los dos carrileros desdoblando a los móviles Óliver Torres y Suso. Pero el partido se rompió por dentro, lo que es más difícil de defender: el 1-0 en el pase a la espalda de Gueye a En-Nesyri y el 2-0 en el pase de Bono a En-Nesyri, otra vez y arriesgando, después de atraer la presión hacia los centrales sevillistas del mediocampo del Mallorca. El Sevilla no sólo tuvo ideas, también piezas para ejecutarlas y piernas.

Virtudes

Fuerte apuesta ofensiva sobre el oxígeno y desborde de los nuevos.

Talón de Aquiles

Las dos amarillas que acarrean sanción a Gudelj y Joan Jordán.

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