copa del rey de juveniles

Fútbol y hormonas del crecimiento (3-1)

  • Vicente, el genio que siempre tiró de inteligencia para equilibrar un físico inferior, decide ante un Obama empequeñecido. Como todos los equipos de Agustín, el Sevilla compite y huele la final.

Un jugador del Sevilla juvenil despeja una pelota.

Un jugador del Sevilla juvenil despeja una pelota. / José Ángel García

La naturaleza es sabia; el fútbol, también. A Vicente Lucas le sacaban hasta dos cabezas los centrales que lo marcaban la temporada que firmó más de 40 goles con el Altair siendo de primer año y jugando contra cadetes de segundo a las órdenes de un mago de esas edades como es Salvador Ocaña. Mientras, Salomón Obama era junto a su hermano Federico la atracción de los torneos de exhibición de fútbol 7 que se hicieron famosos en vacaciones de Navidad (Brunete, Arona...) por la circense parafernalia que siempre acompaña a los torneos televisados. Se hacían chistes sobre la verdadera edad de estos fornidos y atléticos niños de raza africana con cuerpos de adultos que se paseaban con y sin balón por su espectacular físico y un manejo aseado del cuero.

Pero siempre queda el fútbol, ése que pone a cada uno en su sitio con el paso del tiempo, mucho más cuando se trata de etapas evolutivas incrustadas en un proceso formativo. La naturaleza hace su trabajo y en el último escalón antes del profesionalismo la edad juvenil iguala tanto el factor físico que el que sale ganando es el fútbol.

Mientras Salomón aparece ya como un negrito semienclenque al lado de Amo -uno de los centrales de aquel Altair-, Vicente se agranda con el balón en los pies aunque su estatura siga siendo inferior a la media y algunos sigan pensando que con su físico no llegará. Aprendió con ese hándicap y la inteligencia futbolística que esconde en ese fútbol butragueñístico de parada en seco en el área y arranque eléctrico y, entre otras cosas, tiene al Sevilla con medio billete en la final de Copa. Salvó los muebles en la ida ante el Deportivo en cuartos con un control de cine saliendo desde el banquillo y, ayer de titular, lanzó a los de Agustín López con dos goles de lo que es, un delantero astuto y con un don especial. La pregunta que este tiempo sobrevoló por los corrillos de la ciudad deportiva es dónde estuvo en su etapa juvenil un delantero que había explotado de tal forma y que llegó a estar a un paso de La Masía. Funcionó algo en el Liga Nacional de Antonio Leiva, pero todo muy lejos de lo esperado, llegando a ser relegado en alguna fase al purgatorio del filial de Tercera División, un paso por otra parte equivocadamente mal visto incluso desde dentro.

Con Vicente o sin él, haya materia prima o no, lo que es palmario es que los equipos de Agustín compiten. Intensos y siempre con el aliento en el cogote del receptor, los sevillistas se comieron a un Atlético con mucho menos nivel que el equipo que fue campeón la pasada campaña, como demostró este mismo Sevilla en la Youth League, cuando le faltó el canto de un duro para remontarle dos goles con nueve hombres. Con Lara cuchilleando la izquierda y la pillería de Vicente arriba sometió a su rival bajo un sol de justicia en el reestreno del campo central de la ciudad deportiva.

Queda la vuelta, pero viajan los blancos con una renta alentadora y decididos hacia la final. Ahí el Real Madrid de dos ex sevillistas (Martín y Javi Hernández) y dos ex béticos (Alex Martín y Toni) será palabras mayores.

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