Teoría de la perfección interrumpida
sevilla -málaga · El otro partido
El Sevilla de Sampaoli muestra lo que puede dar de sí en una primera parte mágica
A escena el fútbol coral y la permuta de posiciones
Desde el inicial 6-4 ante el Espanyol y hasta el 0-3 de Balaídos, el Sevilla de Jorge Sampaoli había ganado todos los partidos por la mínima. La evolución de un equipo construido de la nada, por el cambio de entrenador, la novel filosofía de juego y la reeditada revolución de la plantilla, tres en uno, había producido una lenta maduración de cada partido. La posesión del esférico como santo y seña provocaba, salvo contadas excepciones (Barcelona y Juventus), un apabullante dominio que a veces no generaba tanta llegada como prometía. Pero el tiempo y el goteo de victorias han sedimentado ya en un equipo maduro que cree a ciegas en lo que juega. El regreso de Nasri y la reivindicación de Iborra han completado la pirámide perfecta sobre N'Zonzi, con Vitolo de capataz de obras.
Esa lenta maduración ha ido cuajando sobre partidos ganados en la segunda parte o en los estertores de cada encuentro. La zona Cesarini se hizo ley en el Sevilla de Sampaoli: Las Palmas, Leganés, Alavés, Riazor... Incluso en Balaídos tuvo que esperar el Sevilla a que cayera la fruta madura en la segunda parte. Pero ante el Málaga la resistencia del equipo de Juande Ramos se derrumbó como un castillo de naipes en la primera jugada en la que construyó una obra maestra. N'Zonzi, Iborra, Sarabia, Vietto, Nasri, N'Zonzi (pase de crack) y de nuevo Vietto fabricaron un gol para ser mostrado en las escuelas de fútbol.
La espita abierta de par en par con el reencuentro goleador del argentino deparó un aluvión que fue como un acto de amor al fútbol. En 10 minutos y 27 segundos (desde el 24.28 al 34.55) el Sevilla expuso su muestrario. El 2-0 tuvo mucho de lo que siempre ha tenido este Sevilla: el demarraje interminable de Vitolo hasta encontrar el resquicio en el que ya nadie cree y de nuevo Vietto en la boca de gol. En el 3-0, Nasri hizo de lanzador en la posición de Pareja, Mercado emuló a Jesús Navas y Ben Yedder ejecutó a la primera con la zurda, una de sus especialidades. Y el 4-0 fue otra gran obra coral: aparición de Ben Yedder en el puesto de extremo izquierdo, excelsa visión de Nasri y generosidad de Vietto para darle el gol a Vitolo, que, como Iborra en el 1-0, estuvo en el origen de la jugada en campo propio...
Permutas de posiciones, triangulaciones, conducciones de ruptura, desmarques... La exposición duró poco, pero se retendrá durante mucho tiempo. Luego llegó la segunda parte, el error de Clos Gómez, el cabreo infantil de Rami y otra versión de ese otro Sevilla pétreo. Con diez y una defensa de los que menos cuentan (Kranevitter, Diego González y Kolodziejczak), el equipo de Sampaoli se remangó, como en Turín, como en Lyon..., como en un ensayo para aventuras peligrosas. Pero qué primera parte, qué disertación.
Dicotomía de los extremos: ataque total-defensa total
Posiblemente, el once por el que optó Sampaoli ante el Málaga haya sido el más ofensivo desde el debut ante el Espanyol, también por las bajas. Sin Mariano, Escudero ni Franco Vázquez, el técnico optó por una defensa de cuatro con sólo tres defensas específicos: Mercado, Pareja y Rami, más Sarabia. Primera licencia táctica. Los problemas físicos de los dos argentinos de la defensa deparó la segunda vuelta de tuerca: Kranevitter por Mercado y Kolodziejczak por Pareja. Y la expulsión de Rami dio la tercera y definitiva vuelta: una zaga de tres ya con Diego González y cerrojazo con gran reivindicación de Kolodziejczak.
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