Almeyda-Cordón: aminorando el escenario catastrófico del Sevilla
El argentino, de la mano del pacense, ha logrado en dos meses que el sevillismo cambie la crispación por la ilusión pese a que sigue latente el cisma con el consejo: contra el Mallorca, partido para la confirmación
La doctrina Almeyda ante el peliagudo caso de Joan Jordán
Todavía queda mucha Liga. Todavía habrá frustraciones. Y aún se producirán fuertes algaradas en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, pero parece que en apenas dos meses de Liga, desde el esperanzador debut en San Mamés con aquella derrota por 3-2, Matías Almeyda ha logrado cambiar la crispación del sevillismo por ilusión. De la mano de la gestión de Antonio Cordón, que una semana antes del cierre del mercado estaba siendo objeto indirecto de las críticas de una afición hastiada del hartazgo, el argentino va aminorando el “escenario catastrófico” que auguró Quique Sánchez-Flores.
Ese escenario fue el que posiblemente echó para atrás, al ser llamado por el Sevilla, a Jagoba Arrasate, próximo rival de Almeyda en los banquillos de un Sánchez-Pizjuán que vuelve a vibrar con los suyos. Será el del Mallorca de este sábado a las 14:00, de nuevo por encima de los 30 grados gracias a la gran gestión de LaLiga, como una especie de confirmación tras la alternativa a lo grande que tomó el argentino frente al Barcelona, usando la terminología taurina. Y es Almeyda el primero que huye de las euforias porque sabe que el camino es larguísimo.
Sin embargo, eso no menoscaba lo logrado hasta ahora, que es muchísimo y no sólo en cuanto a resultados estrictamente deportivos. Su gestión de la plantilla está siendo inmaculada hasta ahora, y ahí están los reciclajes de futbolistas que parecían fuera del proyecto como Marcao, el propio Nianzou, que podría reaparecer, Januzaj, Peque... o los canteranos a los que muchos sevillistas querían fuera en junio.
El cisma con la directiva que preside José María del Nido Carrasco, no obstante, sigue latente, ahí solapado por la ilusión de un sevillismo que cuando suma puntos los hace restándolos de la cifra que evita el descenso aún. El susto de los últimos tres años fue demasiado grande como para olvidarlo por ocho partidos, que son los que lleva disputados el Sevilla de Almeyda. Un equipo de autor, una escuadra en términos navales casi con un capitán que ha logrado subir al buque insignia a toda su marinería, que responde al unísono con fe de iluminado en pos de cada balón, de cada rival.
Pero no es etéreo lo que percibe un sevillismo que mantiene los pies en el suelo mientras soporta como el que sufre un juanete o una hemorroides su enfado interior con la gestión del actual consejo. Y a las primeras de cambio, en cuanto haya un traspié o dos, puede surgir de nuevo la contestación fuerte contra la directiva.
Esto lo sabe también Almeyda, quien desde el principio ha manejado perfectamente los contextos recordando cuánto tiempo llevaba sin ganar el Sevilla en casa o cuántos años no ganaba al Barcelona, losas emocionales que pesaban muchísimo en el imaginario colectivo del sevillismo y cuyo peso caía a plomo sobre los jugadores en Nervión.
Porque el camino todavía es muy largo pese a que la gestión de Cordón logró recortar sustancialmente el coste de la plantilla actual hasta dejarlo en unos 85 millones de euros, pese al lastre que arrastra aún de varios contratos antiguos, de la época Champions, que son como un peso muerto para el límite salarial. La revisión de éste en septiembre quitó al Sevilla el feísimo baldón de ser el equipo de los 42 equipos que conforman LaLiga con el tope más bajo. Pero continúa siendo en esa faceta el farolillo rojo de Primera División.
En esa pelea todavía tendrá que hilar muy fino Cordón en los próximos mercados. Desde el club estiman que al menos mediarán dos para que el Sevilla vuelva a la ratio de 1:1 en su límite salarial, más acorde a su realidad histórica, sin llegar a los hitos de cuatro o cinco años atrás cuando era de los que tenía más elevado el tope económico y su solvencia estaba a prueba de crisis deportivas. Para ello, el gestor pacense cuenta con la regularidad a la que aspira Almeyda.
El argentino no mira esos horizontes tan lejanos. Lo suyo es el próximo partido, el Mallorca de Arrasate, que desechó la oferta del Sevilla aduciendo que ya había dado su palabra al club bermellón y que quería tres años mínimo y que ahora llega a Nervión con el agua al cuello. Y el argentino sabe que cuanto más se hinche el globo más puede sonar el estallido...
Temas relacionados
No hay comentarios