El derbi sevillano / la previa

Más que nunca, la cita es casi a ciegas

  • Sevilla y Betis se enfrentan en un duelo con las gradas vacías y, sobre todo, con la incógnita de no saber cómo llegan los equipos tras el parón

Aficionaos en la inmediaciones del Ramón Sánchez-Pizjuán.

Aficionaos en la inmediaciones del Ramón Sánchez-Pizjuán. / EFE

El autor de la frase que establecía que el fútbol es la cosa más importante de las menos importantes no podía tener más razón. Han pasado más de tres meses desde que se disputara el último partido oficial en la ciudad de Sevilla, concretamente un Betis-Real Madrid y, desgraciadamente, la situación lo justificaba de sobra en medio de una tragedia generalizada, pero parece que todo va remitiendo y una de las formas de alegrarle la existencia al personal es que 22 hombres vestidos en camiseta y calzonas, diez de ellos por bando con los mismos colores, corran detrás de una pelotita con el fin de derrotar al adversario. El fútbol, la Liga en este caso, retorna a esta urbe que lo vive con tanta pasión y lo hace, además, con el plato más suculento, con el enfrentamiento entre los dos rivales de siempre, entre el Sevilla Fútbol Club y el Real Betis Balompié.

Se trata de la edición número 132 del derbi sevillano, así de simple y así de clásico, jamás 'granderbi' ni nada que se pueda inventar para tratar de posicionarlo, como dicen ahora. En Sevilla no hace falta esto, los autóctonos ya se encargan de mantener esa llama viva y por eso este tipo de enfrentamientos encierra tanta pasión con independencia de la situación deportiva que pueda estar pasando cada entidad durante ese año, esa década o esa hégira. Da igual, el ambiente está garantizado.

La concentración mental de ambas escuadras en un hábitat nada natural puede ser la baza decisiva

Ni siquiera en esta situación tan extraña, en este derbi 132 que no se parece a ninguno de los que jamás se han disputado, ni siquiera a aquél que se interrumpió en la Copa del Rey y que después se reanudó en la soledad de Getafe, entre otras cosas porque ya campeaba en el marcador un cero a uno que, con el valor doble de los goles fuera de casa, se antojaba casi determinante para el desenlace de la eliminatoria.

En esta ocasión estamos ante una verdadera cita a ciegas. No lo es completamente porque tienen validez los resultados registrados en las 27 jornadas que ya se han litigado del Campeonato Nacional de Liga de Primera División. Eso quiere decir que el Sevilla llega con 47 puntos mientras que el Betis lo hace con 33 y basta con una sencilla resta para comprobar que los blanquirrojos les sacan 14 a los verdiblancos, es decir, que lo habían hecho infinitamente mejor que sus rivales más cercanos.

Es la única variable que le otorga al juego un carácter supuestamente empírico, todo lo demás será una equis gigante cargada de interrogantes que deberán empezar a resolverse no más se llegue a las diez de la noche y el inquietante Mateu Lahoz, tan dado a sobreactuar en todo momento, dé la orden de salida para que el balón eche a rodar en la Liga española. Debe ser un momento mágico, por cierto, por el simbolismo y siempre después de un sentido minuto de silencio en recuerdo de cada una de las víctimas que nos dejaron por el camino y también como aplauso a quienes se jugaron las suyas en pos de ayudarnos para volver a llegar a este punto de cierta normalidad.

Nadie sabe el nivel físico y futbolístico que tendrán unos y otros después de tanto tiempo parados

Cierta por llamarlo de alguna manera, claro, porque ya me dirán qué normalidad puede ser que se dispute un Sevilla-Betis con menos de cuatrocientas personas, todas ellas debidamente justificadas para ejercer su trabajo, en las gradas del Ramón Sánchez-Pizjuán. Esto, figuradamente, también entra en el apartado de lo que se puede denominar una cita a ciegas. Todos los torcedores deberán seguirlo, pues, por la televisión y desde los clubes se han afanado por intentar que los suyos se queden en sus casas.

Se trata de evitar las aglomeraciones y de no provocar precisamente ahora más contagios. Se da la circunstancia, además, de que el hecho de ser festivo en Sevilla por el Corpus seguro que ha propiciado un desplazamiento a las playas y ahí la tendencia es ir a bares a ver el fútbol, dado que en las segundas residencias es más complicado tener la televisión privada, aunque ya con internet y los 5G o 4G o los adelantos tecnológicos cualquiera sabe…

Lo que sí es seguro es que Sevilla y Betis saltarán con once futbolistas a tratar de sumar los tres puntos ante esas gradas vacías. Y ahí llega otro de los aspectos que inducen a pensar en una cita a ciegas. Ni Lopetegui ni Rubi, ni siquiera las dos personas que más datos manejan, pueden estar seguros de cómo llegan sus equipos a esta comparecencia de la máxima rivalidad. Sí, los preparadores físicos les habrán aportado todo lo que se puede medir, pero ni siquiera un partido amistoso han podido disputar las dos escuadras. No se puede comparar, por tanto, con el inicio de la Liga después de las tradicionales pretemporadas. En esas fechas tienen lugar bolos con más o menos interés y competitividad y eso conduce a que los entrenadores, al menos, puedan manejarse por las sensaciones que transmiten los suyos. A este Sevilla-Betis ninguno llegará con ese bagaje y todo es una incógnita mayúscula.

Como lo es también la respuesta que pueda tener cada futbolista a una circunstancia completamente anómala como es jugar sin público en las gradas. Claro que cualquiera podrá argumentar que eso es lo que hacen todos los días durante los entrenamientos. No es lo mismo. Hay futbolistas que tienen ese gen competitivo cuando sufren la presión de una grada, incluso rinden más si la hostilidad es mayor. Pero igualmente hay otros que es todo lo contrario, que se encogen como una esponja mojada y no sería extraño que se produjera más de una mutación, que pudiera haber hombres que demostraran algunas cualidades escondidas ante la posibilidad de desinhibirse y de intentar cosas que normalmente no se atreven a realizar por miedo al error. Ojo incluso a la posibilidad de que alguno muestre una faceta goleadora que jamás ha exhibido.

Mateu Lahoz es un gran juez en sus arbitrajes fuera de España, pero es tan protagonista...

Circunstancias posibles dentro de un sinfín de opciones que se pueden dar y que habrá que comprobar desde esta noche. Como también será curioso ver la trascendencia que tiene la posibilidad de realizar cinco cambios, lo que supone el 50 por ciento de los futbolistas de campo y otorga la posibilidad a los entrenadores de manejar el estado físico de los suyos para que casi se acabe con la misma fuerza con la que se empieza.

Nadie podrá negar, pues, que este derbi número 132 de los que se han disputado en Sevilla cuenta con atractivos sobrados para que sea interesante en el aspecto futbolístico, aunque la verdad es que todo lo demás será triste. Vivir un espectáculo así con la soledad de las gradas, con el frío de no tener el apoyo de los aficionados, convierte al balompié en un espectáculo diferente, que no tiene nada que ver con el fútbol profesional que todos disfrutamos. ¿Mejor así que no jugar? Por supuesto que sí, así que se trata de gozar al máximo la posibilidad de que se enfrenten los dos rivales sevillanos por mucho que sea una cita casi a ciegas.

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