Sevilla FC | Champions

Una final en lo deportivo... y en lo económico

"Caer en la Champions sería un palo muy duro, en lo deportivo y en la pérdida de ingresos, que sería importante". La frase la pronunció Monchi en su entrevista más reciente, a la nueva PTV Sevilla, y responde a una realidad palpable. La derrota ante el Lille en su última comparecencia en la Liga de Campeones dejó al equipo de Julen Lopetegui en la dura tesitura de no poder permitirse ningún comodín más. Ante el Wolfsburgo no le queda más remedio que ganar este martes en lo que desde el propio club ya se califica como "toda una final".

Hay muchísimo en juego, y no sólo el prestigio deportivo al que apuntaba el director general deportivo. Lo económico es incluso más perentorio en el actual contexto y después de un ejercicio, el de la 20-21, con 41 millones de déficit asumido.

En la última Junta de Accionistas, el pasado 26 de octubre, José María Cruz explicó cuál eran los presupuestos para el presente ejercicio. Para un resultado de cero, es decir, sin beneficios, el director general del Sevilla apuntó a unos ingresos por competiciones de 83 millones de euros. Era lo que estaba previsto en el plan económico proyectado por el actual comité ejecutivo mucho antes de los sucesivos tropiezos en la Champions y días antes de aquel duro palo ante el Lille, el 2 de noviembre.

Deportivamente, aún tendría opciones matemáticas de seguir en Europa si empata ante el Wolfsburgo este martes en el Ramón Sánchez-Pizjuán, pero ya entraría en la ruleta de las carambolas y en la dependencia de los otros resultados: aplazaría la final a Salzburgo, el 8 de diciembre, con la esperanza de que no ganasen el último partido ni Lille ni Wolfsburgo.

La victoria, así pues, este martes ante su gente es lo único que puede evitar un terremoto económico. Porque si no pasa a los octavos de final del máximo torneo continental, y aunque quedase tercero y pudiera tener en su mano la opción de ganar la séptima Europa League, la diferencia económica de ingresos sería abismal. Y para constatar esto sólo hay que ir de nuevo a los números: en la temporada 19-20, cuando ganó la sexta UEFA Europa League en Colonia, el Sevilla ingresó por competiciones 36,6 millones de euros. Al año siguiente, pese a caer en octavos de final ante el Borussia Dortmund, los ingresos fueron casi el doble: 70,7 millones.

Todavía faltarían 13 millones para esa optimista previsión que hizo José María Cruz de 83 millones de ingresos previstos por competiciones, en los que el mayor montante siempre corresponde a los de la Champions. Ni siquiera la subida de ingresos por TV, de 82,6 a 92 millones de euros; ni los de marketing, de 17 a 20; ni los de abonos, de 155.000 euros, en la temporada completa sin público, a los 13 millones de la presente, con la vuelta del abonado al estadio, paliarían ese desajuste gravísimo en el apartado de ingresos por competiciones.

Para ajustar el balance y que no se aleje mucho de la previsión de balance cero –ni beneficios ni déficit– no le queda otra al equipo que responder a la alta exigencia que se autoimpuso el club con esa previsión tan optimista de ingresos por competiciones, es decir, que como mínimo debe pasar a los octavos de final, si no a los cuartos...

Y eso pasa lógicamente por ganar al Wolfsburgo e intentar luego en Salzburgo dar otro paso e incluso terminar siendo líder del sorprendente Grupo G, para lo que aún tiene posibilidades matemáticas. El Salzburgo es líder con 7 puntos, con 5 puntos están Lille y Wolfsburgo y el Sevilla es colista con 3.

Porque los gastos de la plantilla serán los mismos pase lo que pase este martes y están cifrados en 179,7 millones de euros en total, dentro de un presupuestos de ingresos y gastos de 242,7 millones de euros, la cifra más alta con diferencia en la historia del Sevilla.

No se trata de echarle la responsabilidad a la plantilla ni al cuerpo técnico por esos costes y esos presupuestos. Pero ambos dejaron los deberes para más adelante y este martes toca la hora de hacerlos. Porque todo lo que no sea ganar será abrir la caja de pandora de la frustración, "un palo tremendo", en palabras de Monchi.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios