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Del honor y otros premios sustanciales

Lopetegui salta al césped del Jesús Navas ante Rakitic, Gudelj y En-Nesyri.

Lopetegui salta al césped del Jesús Navas ante Rakitic, Gudelj y En-Nesyri. / Juan Carlos Vázquez

Es el pasito que le falta por dar, un golpetazo de verdad en uno de los grandes estadios de la Liga. Julen Lopetegui, en una temporada marcada por la apretura del calendario –algo que se empeña en recordar para los desmemoriados hasta el punto de contabilizar el de Valdebebas como el partido 66 del año–, sigue haciendo historia: después de 13 años, el Sevilla volvió a rascar algo de su visita al Real Madrid. E incluso pudo ser juez de la Liga. Pero se le quedó el resquemor de que tampoco pudo salir victorioso. Empató en el Camp Nou, perdió en el Wanda Metropolitano y volvió a empatar, esta vez de forma dolorosa, en su visita al Alfredo di Stéfano. Desperdició una ocasión única para ganar en el feudo merengue y, de paso, de reengancharse a la lucha por el título. Pero agua pasada no mueve molino y debe mirar a los tres partidos que quedan con ilusión.

Porque el Sevilla, este equipo que se clasificó con cinco jornadas de antelación para la próxima Champions, aún tiene cosas que decir, pese a que se ha autodescartado de la lucha por la Liga con su derrota ante el Athletic, sobre todo, y su empate en Madrid. Tras ya no tener nada que decir respecto al título, le quedan dos cuestiones importantes: el honor de terminar lo más alto posible, ganando todo lo que pueda en busca además del récord de puntos –tiene 71 y está en 76, a falta de 9–; e intentar adelantar al Barcelona o al Madrid, mejor a éste, porque significaría que sería uno de los cuatro equipos que tendrán el privilegio de jugar la Supercopa de España, es decir, la posibilidad de ganar otro título y de llevarse algún pellizquito crematístico. Quedando tercero por detrás del Barcelona, el Sevilla jugará la Supercopa.

Apostar por el Atlético

Aun desperdiciando esa ocasión de oro de ganar en Madrid, con ese gol de rebote de Hazard en el minuto 94, el Sevilla sigue a cuatro puntos de sus dos antecesores en la tabla. Y lo cierto es que el Real Madrid y el Barcelona han dado muestras de muchísima fatiga. Los empates de la decisiva jornada, además, pueden desinflarlos en la lucha por el título, que queda ahora en manos de lo que haga el Atlético de Madrid, que juega dos partidos en casa, ante Real Sociedad y Osasuna, y el último a domicilio, quizá el más difícil si sigue abierta la lucha por la permanencia, en Valladolid. El Madrid tiene que jugar, en cambio, dos partidos a domicilio, en Granada y en Bilbao, antes de recibir al Villarreal, que estará pensando en la final de la Europa League que disputará contra el Manchester United tres días después el 26 de mayo.

Las espadas, con la distancia de dos puntos entre el líder y sus dos perseguidores, se mantendrán en todo lo alto hasta la última jornada si ninguno de los tres va fallando. Pero el Sevilla también está obligado a ganarlo todo por si Barcelona y, sobre todo, Madrid, pinchan en la jornada antepenúltima o penúltima y se desinflan definitivamente en la lucha por el título, lo que dejaría expedito la posibilidad de asaltar el tercer puesto...

Está difícil y los primeros que lo saben son los futbolistas, quienes también tienen ese otro premio menor al alcance de lograr el récord histórico de puntos. En Madrid ya consiguieron ponerse a uno de los 72 que logró el Sevilla de Sampaoli en la temporada 16-17, un registro que figura como el segundo más alto en la historia del club. Ante el Valencia pueden superarlo para colocarse ya a dos de los 76 que logró el Sevilla de Emery en la temporada 14-15.

Sin '9' en un partido clave

Madrid ya es pasado, por tanto, aunque también deja varios frentes abiertos para la reflexión, como la gestión de Lopetegui y sus delanteros en un partido decisivo. Es difícil imaginar que el Atlético, el Barcelona o el Madrid afrontasen un partido tan decisivo por el título liguero sin Luis Suárez, Messi o Benzema. Y es exactamente lo que hizo Lopetegui, salvando las enormes distancias, sentando a En-Nesyri y De Jong y decantándose por el Papu Gómez.

La opción de jugar sin 9 fue una forma de demostrar una concepción del juego. Pero es difícil no colegir también que esta plantilla, que no tiene un 9 capacitado para ofrecer el juego fuera del área que exigía en ese momento puntual y clave su entrenador, tiene su techo. Quizá por eso era pedirle demasiado que luchase de verdad por el título de Liga, aunque fue muy bonito.

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