La poesía de Antonio García Barbeito, lírica réplica al cierre del estadio propuesto por Antiviolencia
El sevillismo recibió al equipo con cuatro versos del romance que abrió el Pregón del Centenario que recitó el periodista en 2005
Un año ya del último partido de Jesús Navas en el Ramón Sánchez-Pizjuán
Corren malos tiempos para la lírica... O no. Queda muy lejos aquella mítica canción que Golpes bajos publicó en 1983. Otros tiempos, otras cuitas. En este fútbol convertido en mercancía televisiva para mayor gloria de las grandes compañías explotadoras de los derechos de retransmisión y de los fondos de inversión extranjeros que acuden cual buitres a la carroña a hacer negocio de lo que fue ocio en origen aún queda espacio para la poesía. Aún queda algo de alma. Los cuatro versos del periodista y escritor Antonio García Barbeito proclamando el amor al Sevilla en la pancarta del Sevilla-Oviedo fue como un sútil golpe bajo a Antiviolencia.
"Yo te sueño y te persigo / con la única intención / de dejar mi corazón / cumpliendo siglos contigo". Esos cuatro versos octosílabos pertenecen al romance con que abrió García Barbeito el Pregón del Centenario en el Teatro Lope de Vega, la mañana del domingo 9 de octubre de 2005, cinco días antes de que se cumplieran cien años del que por entonces era considerado el día de la fundación del Sevilla: el 14 de octubre de 1905.
Y una paráfrasis de esos versos fue la réplica poética del sevillismo, de la sección artística de los Biris concretamente, con un leve matiz en el cuarto verso: "Yo te sueño y te persigo / con la única intención / de dejar mi corazón / latiendo siempre contigo". ¡Que los denuncien ante la Sociedad General de Autores!
Con esos cuatro octosílabos en blanco sobre una gran pancarta carmesí que ocupó los frisos entre las gradas alta y baja de Gol Norte, Fondo y Gol Sur recibió el sevillismo a su equipo al inicio del Sevilla-Oviedo, el partido que cerró 2025 en Nervión con la que sería a la postre la cuarta victoria de este malhadado año.
Fue una especie de solidaria proclama de "los Biris somos todos" como réplica a la desproporcionada propuesta de sanción de Antiviolencia para el cierre del estadio por una pancarta que celebraba, sin nombarlo, el 50º aniversario de lo que nació como una peña y ahora es un grupo ultra registrado como tal en el Ministerio del Interior.
Porque lo que pretende castigar la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte -tal es su nombre- es esa exaltación que hubo en el derbi de un grupo radical que conserva un aura de cierto romanticismo en la cosmovisión sevillista por mucho que algunos, o muchos, de sus integrantes hayan protagonizado lamentables y execrables peleas y actos violentos con otros grupos ultras y ese tipo de desmanes que tan difíciles son erradicar del fútbol. ¡Detengan a los delincuentes y que no paguen justos por pecadores!
En su pliego de denuncia nada se decía del lanzamiento de varias botellas de agua y algún mechero en el derbi. Esto corrió por cuenta del Comité de Disciplina de la REFE, suspendido por Apelación tras el recurso del club. Ellos, los de Antiviolencia (CSD) se cuidan de que no haya "incitación al odio" ni dañinas e intolerantes pancartas. Como queriendo ir al fondo de la cuestión pero sin coger el toro por los cuernos. Mejor chafar una tarta de cumpleaños soplada por un anciano.
El asunto es que ante la desproporción de castigar a toda una afición por una pancarta inocua la respuesta tuvo una muy televisiva lectura poética de exaltación del sevillismo... hecha por los Biris. ¿Habrá nueva multa o propuesta de sanción? A ver por qué hoja cogen el rábano esta vez, porque lo cierto es que en esta ocasión rellenaron toda la llamada u televisiva, esa que Javier Tebas quiere que siempre luzca lustrosa en pro de su marca de LaLiga. Curiosamente, mientras el expediente de Antiviolencia sigue su curso, recurso del club mediante, DAZN se entretenía en mostrar al mundo -o eso quisiera Tebas- las proclamas, cánticos y pancartas... de los Biris.
El romance completo de García Barbeito
Después de verles aquí
no tengo cambio a la vista:
sevillista yo nací
y moriré sevillista.
Porque...
Si dibujo la Giralda
y un cielo azul por arriba,
la rocío de azahar
y de vieja sangre artista,
le pongo un río a sus pies
y pongo versos de orillas,
la pongo frente a la luz
y hasta la luz siente envidia,
y echo a rodar un balón
por un Nervión futbolista,
el fútbol se hace pasión
que no golpea, acaricia.
Blanquirrojea en el sur
la pasión definitiva.
Y por más que otros se empeñen
en volcar ortografías
y escriban siempre con be
lo que es con uve inequívoca,
esta ciudad, esta mujer,
esta gloria fugitiva
solamente tiene un nombre
con siete letras: Sevilla.
Cien años cumples, mi amor,
mas tienes la gran virtud
de vivir en juventud
como eternizada flor.
Blanquirrojo tu color,
vives del tiempo testigo.
Yo te sueño y te persigo
con la única intención
de dejar mi corazón
cumpliendo siglos contigo.
¿Qué hago, enciendo cien velas
y te pido: sopla, sopla,
¿o encargo al cielo una copla
cantada por cien abuelas?
Vístete de lentejuelas,
y óyeme lo que te digo:
hazle un sitio por tu abrigo
a mi amor desmesurado:
quiero quedarme a tu lado
cumpliendo siglos contigo.
Cientos de silencios tuyos
se han venido hasta el octubre
a ver si tu amor los cubre
con su delicado arrullo.
¿Oyes, mi amor, el murmullo
que está hoy aquí conmigo?
¿Oyes la emoción? Te obligo,
lo merece esta afición,
a que dejes su pasión
cumpliendo siglos contigo.
¿Qué cielo quieres que baje
a rodear tu cintura?
¿Qué jardín, de qué locura,
para rizarte de encaje?
Mira la pasión que traje
en el nombre más amigo.
Aquí siguen, aquí sigo,
aquí estamos, a la vista,
una pasión sevillista
que quiere morir contigo.
¿Regalos de qué tamaños
para celebrarte a ti,
en qué alfombra andalusí
paseamos tus cien años?
¿Con qué telas, con qué paños
tu nombre no desabrigo,
para que pueda tu trigo
seguir dándonos espigas
hasta donde tú nos digas,
siglos tras siglos contigo?
Déjame que hoy yo me vista,
por lo de tu centenario,
con mi traje de diario,
mi condición sevillista.
No se presta, se conquista
tan preciada maravilla.
Y es tan alta y tan sencilla,
que para sentirme hombre
a mí me basta tu nombre
sonándome aquí: Sevilla.
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