Y de pronto, un gran fajador
villarreal - sevilla | el otro partido
El Sevilla, en un oportuno símil, vuelve a tener aguante después de haber sido golpeado hasta casi ser noqueado por un Villarreal al que marca el terreno
Franco Vázquez también anota ya
No está de moda el boxeo. Tanta sangre molesta en el hipersensibilizado mundo del siglo XXI. Pero ese deporte que tanta literatura y cine del bueno dejó en el siglo XX aún sirve para que su léxico ofrezca una fuente de verbos ilustrativos para otras disciplinas, como el fútbol. El Sevilla, ese equipo incapaz de levantarse de la lona al primer gancho en la barbilla, ese equipo que mostró su impotencia en el Metropolitano y en San Mamés y que fue apabullado en Moscú y Mestalla, el mismo equipo que dejó en una derrota digna su atisbo de reacción en el Camp Nou, de pronto ha aprendido a encajar golpes y a devolverlos más fuertes.
En el antiguo estadio de El Madrigal el Sevilla ha estado más veces ante las cuerdas que ante este Villarreal al que sólo le bastó aprovechar un par de desajustes muy graves de su endeble sistema defensivo para ponerse con 2-0. Tampoco es que hiciera mucho más el equipo de Javi Calleja, que no supo terminar de noquear a un rival grogui. Podrá hablar de cansancio si quiere. La realidad es que el Sevilla de Berizzo hizo de Rocky Balboa en la primera parte y en la segunda, de Mohamed Alí. Al son de Franco Vázquez y Banega, horrible en el 2-0, este equipo que no puede presumir de haber sufrido como Rocky Graziano en su infancia, este equipo al que le sigue faltando fútbol callejero y le sobra fútbol de salón, supo bailar a su rival hasta borrarlo del partido. Fue como un milagro que ni se creían los propios jugadores del Sevilla.
La cara de Lenglet era de incredulidad cuando hizo el 2-1. Ni él mismo creía que entrando así, con esa fe, podía hacer daño en la feble zaga del Villarreal, que sólo había encajado un gol en su feudo hasta ahora. Otro dato increíble. En cinco partidos un gol en contra, el 3-1 del Betis, y en medio partido tres: Lenglet, Mudo y Banega.
Tampoco es que le pegara con mucha fe Franco Vázquez para hacer el 2-2 tras una jugada de esas tontas que, si no se defienden bien por el rival, pueden ser provechosas. Un balón colgado al área de Muriel, un rechace, Carole que caracolea por la frontal y el Mudo que mete su rosquita para sorprender a Barbosa, un boxeador de manos blandas. Gol y primera remontada a domicilio a tiro.
Como ante el Liverpool, Berizzo sorprendió con un cambio. Cuando el que estaba grogui era el rival, quitó al hombre que hizo el 2-2, al que mejora el cauce vertical del juego, y entró Krohn-Dehli para redondear el milagro. Pero esta vez el danés sí ejerce de refuerzo: Toca, desahoga y da el balón que Mercado, con su fe, convirtió en penalti. Banega la puso en el techo de la red con calidad. Ahí la fe es total. Y el Sevilla movió los pies como hacía Cassius Clay antes y después de renovar su fe. Lo dicho, de pronto, un fajador. El Sevilla, que había regalado dos goles, aunque en uno medió la extraordinaria potencia de Bacca, se levantó de la lona y tumbó al Villarreal, al que de paso le marca el terreno en la Liga. ¿Será cuestión de fe?
PS: Este Sevilla tiene aguante, pero ese tramo final de mentira supo a combate de boxeo amañado.
El Villarreal, así como el Barça, se une al lema 'Aguante, Toto'
El Villarreal y el Sevilla salieron con sendas camisetas de apoyo sobre sus respectivas equipaciones. En la del equipo local se podía leer el lema que se ha generalizado en las redes sociales para darle ánimo a Eduardo Berizzo en su lucha contra el cáncer. #AguanteToto, se podía leer en el pecho de los futbolistas del Villarreal. Asimismo, el equipo sevillista, como es lógico, también lució un lema relativo a la enfermedad de su entrenador. El mensaje era más directo: Fuerza, míster, se podía leer en la tipografía roja sobre fondo blanco. Y en Mestalla, el Barcelona también lució una camiseta con el lema Aguante, Toto.
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