Qarabaq-Sevilla FC

Lopetegui tiene muy buenas cartas

Óliver Torres marca el tercer gol sevillista con una semichilena.

Óliver Torres marca el tercer gol sevillista con una semichilena. / Sevilla FC

Exhibición de la segunda unidad del Sevilla en el estreno europeo de la entidad nervionense. Cierto que el Qarabag es un rival menor, para qué negarlo, pero qué más da, se trataba de comprobar el nivel futbolístico de los menos habituales en los esquemas de Julen Lopetegui y, sobre todas las cosas, quedó patente que existen mimbres para garantizar la continuidad del proyecto. Más allá del cero a tres final, con goles espectaculares dicho sea de paso, ésa es la principal reflexión, que el técnico vasco tiene piezas para barajarlas con garantía para que el entramado no se resienta en ningún momento.

Porque el grupo de futbolistas que ha puesto Monchi a disposición de su entrenador permitió a éste introducir hasta siete novedades respecto a la alineación titular que se impusiera el pasado domingo en Vitoria al Alavés. Sólo repetían en el once Vaclik, Diego Carlos, Óliver Torres y Joan Jordán para que ingresaran como novedades Pozo, en el lateral derecho, Koundé, Escudero, Gudelj, Franco Vázquez, Munir y Chicharito Hernández.

Nada más y nada menos que siete futbolistas que no estaban, por tanto, en las primeras preferencias de su técnico. ¿Y se resintió el edificio ante tanto cambio? Lo normal es que suela sucederle a muchos equipos, pero este Sevilla tiene un fondo de armario considerable y desde el principio se iba a adueñar de la pelota en su visita a Bakú. Es más, en algunas posiciones concretas hasta parecía mejorar sus prestaciones respecto a los que gozan de la titularidad en este primer tramo del curso.

Un ejemplo para estas primeras apreciaciones. Sin desmerecer en ningún sentido a Carriço, que está rindiendo a un excelente nivel, la presencia de Koundé en el centro de la zaga sirvió para que la circulación del balón fuera aún más limpia y rápida. El francés es uno de esos zagueros a los que da gusto verlos jugar, un Antonio Álvarez, un Escudé o un Lenglet. La diferencia con los tres anteriores está en que es derecho en lugar de ser zurdo, pero el toque de balón a la primera que ofrece es sencillamente exquisito y eficaz al mismo tiempo.

Es un pequeño paréntesis en el relato de los hechos, pero es que, personalmente, es lógico dedicarle un trozo de este análisis al menudo central francés. A partir de ahí, siempre con Diego Carlos imponiendo respeto, todo el edificio tenía unos cimientos firmes. Y el Sevilla se apoderó de la situación desde el principio a través del fútbol de Óliver Torres, Gudelj y Joan Jordán, la línea que menos había sido tocada por Lopetegui.

Ese trío tenía el apoyo por delante de Franco Vázquez, que ejercía como falso extremo derecho, en el tradicional esquema de 1-4-3-3 del cuerpo técnico que guía los destinos del Sevilla. Sí existía un pero considerable en esa presentación de los hechos. Contra un Qarabag tremendamente replegado, que renunciaba siquiera a presionar arriba a la vista de su incapacidad para recuperar el esférico, el juego de los blancos era demasiado parsimonioso, buscaba en exceso los pases de seguridad y no batir líneas con balones interiores.

El dominio del primer periodo no se correspondía con ocasiones claras de gol por el excesivo toque

Eso provocaba que las ocasiones de gol durante el primer periodo escasearan por mucho que la pelota merodeara casi siempre cera del área de los azeríes. Para atestiguar que fue así, valga la triple llegada en el minuto 24 de Franco Vázquez, Óliver Torres y Pozo, siempre saldadas con disparos inocentes y sin apenas maldad. El Sevilla tocaba y tocaba para mandar, pero hasta llegó a sufrir un susto en una falta lateral sacada por Jaime Romero que se estrelló en el larguero por arriba.

Así siguió transcurriendo el fútbol en la segunda mitad hasta que la hora de juego, momento en el que ya con Rony Lopes por Joan Jordán sobre el campo, el árbitro ucraniano se decidió por cobrar una falta, algo que no había hecho en las diferentes posibilidades que se le presentaron antes en las cercanías del área del Qarabag. Munir fue derribado y Chicharito cogió el balón con confianza. El mexicano, ese futbolista que parece no tener nombre propio a pesar de llamarse Javier, se perfiló como hacía Luis Aragonés en sus mejores tiempos de futbolista. Muy en línea con el balón en horizontal y su rosca fue fortísima y colocada superando a la barrera y a Begovic, que tenía el honor de ser el espectador más cercano a la pelota.

Golazo de Chicharito en su estreno como titular con el Sevilla y el camino se allanaba definitivamente para que desde ese momento los forasteros llegaran a gustarse incluso. Salió Banega al campo para controlar cualquier intento de rebelión por parte del Qarabag y la exhibición fue total desde ahí, con golazos que justificaban cualquier entrada a un campo de fútbol.

Primero, Munir le metía una cuchara de calidad a un excelente pase profundo del argentino; después, Óliver Torres realizaba un escorzo parecido a una semichilena para aprovechar un cabezazo atrás de Franco Vázquez tras la enésima buena internada de Pozo por la derecha. El Sevilla de Monchi y de Lopetegui se iba de Bakú con la certeza de que tiene piezas de sobra para barajarlas y eso, con tanto camino por delante, es lo mejor de todo.

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