¿Por qué la visión del vestuario es tan distinta?
Cluj-Sevilla FC
Al sevilismo le sorprendieron las declaraciones de Lopetegui tras el empate en Rumanía, donde el vasco dijo estar "muy satisfecho" con el trabajo del equipo y los futbolistas lo secundaron
Muchos sevillistas que juraban en arameo mientras veían por televisión el encuentro que su equipo disputaba el jueves ante el Cluj en la ida de los dieciseisavos de final de la Europa League se sorprendían de las declaraciones posteriores de Julen Lopetegui en las que el entrenador vasco decía estar “muy satisfecho” con el trabajo de los suyos e incluso aseguraba que el Sevilla “mereció ganar el partido” después de noventa minutos en los que el equipo estuvo “muy serio y muy sólido”.
Ello puede que indignara más aún a los seguidores que no compartían la opinión de un técnico al que –para qué negarlo– le han cogido ojeriza. Pero no es una opinión exclusiva del entrenador. Los mensajes de los futbolistas también fueron en esa dirección, la de valorar el trabajo realizado en un campo difícil por su “deplorable” estado y por la complejidad del rival por su tipo de juego.
¿Y por qué esa visión tan diametralmente opuesta entre los profesionales y la afición en general, así como de los análisis de la prensa? Para empezar, hay que estar dentro de un vestuario para entender qué pasa por la cabeza de los que de verdad se baten el cobre en el campo. Una mezcla de sensaciones que se fueron acumulando con las críticas recibidas, los malos resultados y cómo se dieron las cosas en un partido –no lo neguemos– difícil de jugar.
Constantes disputas aéreas, ganar la caída, juego físico y pelotas al área que no son fáciles de defender para un equipo acostumbrado a otro tipo de juego. A ello se le unía el irregular estado del césped, que aconsejaba no conducir para evitar pérdidas letales por los botes sorpresivos del balón y que hubiesen sido fatales de verdad.
Además, el desarrollo del encuentro, especialmente en los primeros veinte minutos de la segunda parte con la jugada desafortunada de Koundé y el gol que adelantó a los rumanos, dio un comodín a los blancos en la recta final que éstos supieron jugar bien. El resto ya es conocido y hay que imaginar lo que ocurre dentro de un vestuario al ir llegando los futbolistas tras el esfuerzo de todo el encuentro. Hay una máxima en fútbol que dice que cuando un partido no se puede ganar, hay que empatarlo. Y el gol de En-Nesyri fue un subidón para un grupo que había trabajado bien (aunque el sevillsimo no vio el fútbol que espera) y que está tensionado por todo lo que se está generando alrededor.
Los profesionales hacen un dictamen paralelo de las cosas que muchas veces no se entiende desde fuera, se aíslan del runrún que genera el entorno y son conscientes de que su trabajo es seguir confiando en el grupo, en la unión del mismo y las ganas de salir de situaciones difíciles.
El partido no fue fácil porque no todos los partidos son iguales ni requieren las mismas armas. El vestuario estaba contento tras el empate porque vio un premio, aunque no completo, a su trabajo. Aunque sabe que debe seguir.
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