En años recientes, y gracias al éxito de las plataformas de contenidos audiovisuales en streaming, estamos viviendo un nuevo auge de la crónica negra a raíz de los documentales y docuseries emitidos en dichas plataformas.

Este tipo de pieza de información criminalística trata de recorrer en detalle la investigación de ciertos casos de especial relevancia por sus características. Algunos por ser especialmente cruentos, otros por sus consecuencias y repercusión, y otros por no haberse solucionado años o incluso décadas después.

Dentro de la amplísima lista de casos que han vuelto a los focos mediáticos en nuestro país como consecuencia del boom de este tipo de contenidos, podríamos destacar la desaparición de Marta del Castillo a raíz de la docuserie realizada por Netflix y el caso Alcàsser, sobre el cual también se realizaron varios episodios en la misma plataforma, y en los que se realizó un análisis exhaustivo de todos los detalles conocidos sobre las circunstancias en las que fallecieron tres menores de edad en una localidad valenciana.

Ahora bien, existe otro caso que comparte una serie de paralelismos con los eventos de Alcàsser, pero que no gozó de la misma cobertura mediática en su época por la situación de vulnerabilidad social de las víctimas, quienes eran consumidores asiduos de sustancias estupefacientes: el conocido como caso Macastre.

Este suceso no solo trascurrió en una localidad valenciana, al igual que el caso Alcàsser, sino que también se cobró la vida de tres menores de edad, e incluso se trataron de establecer ciertas conexiones entre ambos crímenes a causa de que el pie mutilado de una de las víctimas del caso de Macastre (en este caso el de Pilar Ruiz Barriga) apareció en la calle Alcàsser de Valencia exactamente cuatro años antes de que se descubrieran los cadáveres de las víctimas del caso con el mismo nombre de esta calle.

Por ello, se llegó a interrogar a Miguel Ricart, uno de los dos responsables del triple asesinato de Alcàsser, siendo el otro Antonio Anglés, quien permanece en paradero desconocido, sobre su posible implicación en los sucesos de Macastre. No obstante, Ricart negó en rotundo cualquier relación con dichos sucesos, a pesar de haber frecuentado en varias ocasiones el bar El Parador para comprar bocadillos junto a al propio Anglés, establecimiento se encuentra en las inmediaciones de las ubicaciones de las tres víctimas del caso Macastre.

¿Qué sucedió con Rosario Gayete, Francisco Valeriano y Pilar Ruiz en 1989?

Las tres víctimas del caso Macastre, de entre 14 y 15 años de edad cuando se encontraron sus cadáveres, eran toxicómanos que se reunían en ciertos puntos, como el parque de Camales en el municipio de Burjassot, para consumir sustancias varias, entre las cuales destacaba el benzol.

El 14 de enero de 1989, partieron a la localidad de Catadau en autobús para una acampada, y alrededor de 5 días más tarde se encontró el primer cadáver de los tres, cuando un agricultor descubrió en la caseta de su terreno el cuerpo sin vida de Rosario Gayete sobre una cama.

El próximo cadáver en encontrarse fue el de Francisco Valeriano, el 8 de abril de ese mismo año, y a apenas 400 metros del punto en el que se encontraron los restos de Rosario, en unos arbustos y junto a una vela partida en dos como las que se vieron en la primera ubicación.

Por último, Pilar Ruiz fue encontrada sin vida el 26 de mayo, con su cuerpo ya en estado de descomposición, en un canal de riego cerca de Turís, zona de muy complicado acceso. En los restos, faltaban su mano izquierda y su pie derecho. Este pie (el encontrado tiempo después en la calle valenciana de Alcàsser), de acuerdo con la autopsia, fue seccionado con una motosierra, y en la cara se observaron signos varios de mutilación.

En la actualidad, y a pesar de algunas teorías y posibles sospechosos a lo largo de las años, se han ido descartando dichas resoluciones. 33 años después, el caso Macastre sigue sin resolver, y nunca se consiguió dilucidar quiénes fueron los responsables del asesinato a sangre fría de estos jóvenes valencianos.