El hombre del saco: la terrorífica realidad detrás del mito
Casos reales como el crimen de Gádor o El Sacamantecas han alimentado durante décadas esta leyenda que todavía persiste en diferentes culturas y continúa asustando a los niños
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La aterradora figura del hombre del saco sigue vigente en 2025, más de un siglo después de los crímenes reales que inspiraron esta leyenda universal. Utilizada tradicionalmente por padres y educadores para evitar que los niños se acerquen a lugares peligrosos o hablen con desconocidos, esta figura folclórica esconde un trasfondo macabro basado en hechos históricos documentados. Hemos recopilado los sucesos verídicos que dieron origen a este mito, revelando cómo criminales como Francisco Leona o Juan Díaz de Garayo se convirtieron en la personificación del mal y contribuyeron a crear una de las historias más escalofriantes que ha perdurado durante generaciones.
El caso más impactante ocurrió en 1910 en Gádor, Almería, cuando Francisco Ortega, conocido como El Moruno, desesperado por encontrar una cura para su tuberculosis, siguió los consejos de una curandera local. Esta le recomendó los servicios de Francisco Leona Romero, quien le propuso un remedio macabro: beber sangre fresca de un niño y untarse con su grasa corporal caliente a cambio de 3.000 reales. Para ejecutar el plan, contrataron a Julio Hernández, apodado El Tonto, quien secuestró al pequeño Bernardo González Parra, de 7 años, introduciéndolo en un saco. El crimen culminó con el asesinato del niño, cuya sangre fue bebida por el enfermo y cuyos tejidos fueron utilizados como ungüento. El caso salió a la luz cuando El Tonto, enfadado por no recibir su pago, confesó a la Guardia Civil, lo que condujo a la condena a muerte de Leona, quien falleció antes de la ejecución.
El Sacamantecas: el asesino que aterrorizó Vitoria
Otro caso que alimentó la leyenda fue el de Juan Díaz de Garayo, conocido como El Sacamantecas, un vendedor ambulante del siglo XIX que operaba en la zona de Vitoria. Su movilidad laboral le permitió cometer hasta seis asesinatos sin levantar sospechas inicialmente, desapareciendo temporalmente tras cada crimen. Sin embargo, cuando en 1872 estranguló y violó a una niña de 13 años en un camino cercano a la capital alavesa, la población comenzó a alarmarse. Tras una exhaustiva investigación, las autoridades lograron detenerle, pero su figura ya había calado en el imaginario popular, contribuyendo significativamente a la mitología del hombre del saco que aún resuena en las historias que se cuentan en el País Vasco.
Variantes internacionales de la misma leyenda
La figura del hombre del saco no es exclusiva de España, sino que existe en diferentes culturas con distintas denominaciones y características. En países como Austria, Suiza y Hungría, especialmente durante la Navidad, se amenaza a los niños con Krampus, una criatura demoníaca con cuernos y patas de cabra que, en lugar de entregar regalos, secuestra a los pequeños que se han portado mal, llevándoselos en su saco para siempre. La mitología nórdica, por su parte, habla de un espíritu del bosque que captura a quienes se atreven a entrar en zonas prohibidas o desobedecen determinadas advertencias.
Quizás uno de los ejemplos más curiosos se encuentra en Holanda, donde la figura amenazante es el duque de Alba, personaje histórico español considerado oscuro y temible por los neerlandeses debido a las acciones que llevó a cabo durante las campañas militares españolas en los Países Bajos durante el siglo XVI. Esta adaptación demuestra cómo las leyendas folclóricas a menudo incorporan elementos históricos y culturales propios de cada región, manteniendo la esencia del miedo como herramienta educativa.
La pervivencia del mito en la sociedad actual
A pesar de que en 2025 podría pensarse que estas leyendas han quedado obsoletas, el investigador y experto en folklore Jesús Callejo señala que el mito sigue alimentándose con acontecimientos contemporáneos. "Los traficantes de órganos, estos secuestradores de niños que les sacan un órgano determinado que le sirva a un hombre rico o una mujer rica, aprovechándose de esa circunstancia. Con lo cual es otra vez reavivar una leyenda urbana que sigue teniendo sus referencias a día de hoy", afirma el especialista.
Un ejemplo actual son los llamados "sacaojos" en Sudamérica, personas que presuntamente secuestran niños para extraerles los ojos u otros órganos destinados a trasplantes en zonas vinculadas con el tráfico de personas, órganos y redes de prostitución. "Debería desaparecer, pero a día de hoy todavía sigue muy vivo", lamenta Callejo refiriéndose a la persistencia de estas prácticas criminales que continúan dando vida al mito del hombre del saco en pleno siglo XXI.
Adaptaciones culturales y cinematográficas
La figura del hombre del saco ha trascendido el ámbito del folklore para incorporarse a la cultura popular a través del cine y la literatura. Películas como "El hombre del saco", inspirada en clásicos como "Los Goonies", han adaptado esta leyenda combinando elementos de terror con aventuras familiares, lo que demuestra la capacidad de esta figura para evolucionar y adaptarse a nuevos formatos narrativos mientras mantiene su esencia aterradora.
En la literatura infantil contemporánea, numerosos autores han revisitado esta figura tradicional, ya sea para mantener su función admonitoria original o para subvertirla, presentando versiones más amables que ayudan a los niños a superar sus miedos. Estas reinterpretaciones evidencian la importancia cultural del hombre del saco como arquetipo del miedo infantil en la sociedad española y europea.
¿Por qué utilizamos figuras terroríficas en la educación infantil?
Los psicólogos infantiles han estudiado ampliamente el uso de figuras atemorizantes como método educativo y sus posibles efectos en el desarrollo emocional de los niños. Si bien tradicionalmente se han empleado estas historias como mecanismo de control del comportamiento, muchos especialistas advierten sobre los potenciales daños psicológicos que pueden causar, como la generación de miedos irracionales o problemas de ansiedad.
No obstante, algunos estudios sugieren que estas narrativas también pueden cumplir una función positiva al ayudar a los niños a procesar emociones complejas como el miedo y desarrollar mecanismos de defensa psicológica. En cualquier caso, los expertos recomiendan adaptar estas historias al nivel de desarrollo emocional de cada niño y utilizarlas con moderación, priorizando siempre la comunicación basada en la confianza y el respeto.
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